AYUDA HUMANITARIA
Un mismo lenguaje para las emergencias
La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo ha elaborado una guía para identificar los estándares mínimos que deben cumplir los equipos de asistencia técnica y sanitaria.
Isabel Gallardo Ponce. Madrid | igallardo@diariomedico.com | 02/12/2013 00:00
Soldados filipinos lanzan paquetes de comida a los supervivientes en el aeropuerto de Tacloba. (Yann Libessart/MSF)
Garantizar la calidad de la asistencia en emergencias de los equipos españoles de ayuda humanitaria, estandarizar los medios con los que cuentan y facilitar recomendaciones operativas para desarrollar esos estándares, son los objetivos de la Guía Operativa para la respuesta directa de salud en desastres. Requisitos mínimos para equipos médicos de la Cooperación Española durante la Fase de Emergencia, que ha editado la Oficina de Acción Humanitaria, de la Agencia Española de Cooperación internacional para el Desarrollo (Aecid), con la colaboración de entidades como Médicos Sin Fronteras (MSF), Médicos del Mundo, Prosalus, y la asistencia técnica de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria.
Manuel Sánchez-Montero, jefe de la Oficina de Acción Humanitaria, ha explicado a DM que la publicación pretende de forma nacional, junto a iniciativas similares en Australia, Suiza y Bélgica, establecer parámetros y marcos operativos y técnicos, que deban cumplir los equipos que realicen asistencia en emergencias bajo el paraguas de la Aecid.
El fin es que estas iniciativas se trasladen al marco internacional para homogeneizar los requerimientos técnicos y "contar dentro de un tiempo con un sistema internacional de calificación y certificación".
Alberto Lafuente, de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria, y coautor de la guía, explica que los requerimientos deben "estar muy bien definidos para que todos hablemos el mismo idioma. Se trata de unificar, incluso entre países, por ejemplo, qué es un hospital de campaña, un equipo de primaria o quirúrgico, y qué deben incluir los kits de detección, quirúrgicos...".
La guía, que comenzó a gestarse con Pablo Yuste, antiguo jefe de la oficina, establece algo más que buenas prácticas y estructura qué materiales -sanitarios y técnicos- deben llevarse en el contingente, cómo deben estar formados los equipos y por qué especialidades, qué cartera de servicios debe existir en cada módulo de asistencia, las capacidades básicas para ser operativo, el tipo de formación requerida, los estándares técnicos mínimos, el equipamiento...
"Por ejemplo, ahora en la misión médica de 35 personas que se ha enviado a Filipinas, la mitad eran logistas expertos en emergencias médicas para poder disponer de energía eléctrica, de agua potable, o de rehabilitación rápida de un lugar para poder tener salas de espera u operar", dice Sánchez-Montero.
Antes de enviar la ayuda humanitaria, se evalúa las necesidades de la catástrofe para configurar los equipos en función de la experiencia, del perfil y de la acción que haya que llevar a cabo. "Deben ser profesionales con una sensibilidad especial, capaces de adaptarse a las circunstancias, con conocimientos de la cultura, formación específica", que incluya saber qué es un cluster de salud, y cómo cooperar con él, cómo funcionan otros organismos, además de nociones técnicas para realizar asistencias con pocos recursos, conocimientos en Medicina Tropical, en el tratamiento de mordeduras de serpientes en inundaciones, en el abordaje del cólera... "Hay que contar con el médico de AP, de obstetricia, pediatría... y según la emergencia, llevar equipos quirúrgicos" o lo que se requiera, dice Lafuente.
Según él, el objetivo de la ayuda humanitaria "es dar soporte al sistema sanitario local destruido. Esa es la esencia de la que habla la OMS, la OPS y la ONU". Para ambos es esencial garantizar el tratamiento de los pacientes con la mismas medidas éticas y sanitarias que se utilizan en España.
Casuísticas diferentes
Xisco Villalonga, director adjunto de Operaciones en MSF, apunta que la catástrofe determina las prioridades médicas. "En un terremoto, y es lo que ocurrió en Haití en 2010, las consecuencias de salud desde el minuto uno estuvieron relacionadas con traumatología y cirugía", aplicadas en amputaciones y su recuperación. Sin embargo, en inundaciones, ciclones y tormentas tropicales, la casuística es diferente.
Un rasgo común de las catástrofes es que las estructuras de salud se ven afectadas, así que poner en marcha servicios de salud de forma rápida y provisional es la primera actividad. Si no son funcionales hay que establecer qué necesita la población, estableciendo en primer lugar un servicio de urgencias, después habilitar la capacidad quirúrgica y la recuperación de pacientes quirúrgicos.
No obstante, más allá de la catástrofe hay que atender otras patologías comunes. "La vida continúa. Sigue habiendo embarazos que llegan a término precozmente por estrés, además de sobreinfecciones, patología banal... ", dice Lafuente. Según Villalonga, "el gran riesgo sanitario son las epidemias", por lo que el médico de AP se convierte en el gate keeper de la salud, y debe poner en común las sospechas con los clusters para dar la voz de alarma.
Según Villalonga, en la evaluación inicial de las dimensiones del desastre hay que tener en cuenta la estructura de la población, su densidad, la calidad de las construcciones y la vulnerabilidad previa. Según Lafuente, el riesgo es igual a la amenaza multiplicada por la vulnerabilidad, y por ello espera que "el seminario en gestión en catástrofes, que dirigió con la Aecid, y la Fundación Española para la Cooperación Internacional, Salud y Política Social, en el que participaron profesionales de Filipinas, haya permitido que existiera ya un soporte previo".
Manuel Sánchez-Montero, jefe de la Oficina de Acción Humanitaria, ha explicado a DM que la publicación pretende de forma nacional, junto a iniciativas similares en Australia, Suiza y Bélgica, establecer parámetros y marcos operativos y técnicos, que deban cumplir los equipos que realicen asistencia en emergencias bajo el paraguas de la Aecid.
El fin es que estas iniciativas se trasladen al marco internacional para homogeneizar los requerimientos técnicos y "contar dentro de un tiempo con un sistema internacional de calificación y certificación".
Alberto Lafuente, de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria, y coautor de la guía, explica que los requerimientos deben "estar muy bien definidos para que todos hablemos el mismo idioma. Se trata de unificar, incluso entre países, por ejemplo, qué es un hospital de campaña, un equipo de primaria o quirúrgico, y qué deben incluir los kits de detección, quirúrgicos...".
La guía, que comenzó a gestarse con Pablo Yuste, antiguo jefe de la oficina, establece algo más que buenas prácticas y estructura qué materiales -sanitarios y técnicos- deben llevarse en el contingente, cómo deben estar formados los equipos y por qué especialidades, qué cartera de servicios debe existir en cada módulo de asistencia, las capacidades básicas para ser operativo, el tipo de formación requerida, los estándares técnicos mínimos, el equipamiento...
"Por ejemplo, ahora en la misión médica de 35 personas que se ha enviado a Filipinas, la mitad eran logistas expertos en emergencias médicas para poder disponer de energía eléctrica, de agua potable, o de rehabilitación rápida de un lugar para poder tener salas de espera u operar", dice Sánchez-Montero.
Antes de enviar la ayuda humanitaria, se evalúa las necesidades de la catástrofe para configurar los equipos en función de la experiencia, del perfil y de la acción que haya que llevar a cabo. "Deben ser profesionales con una sensibilidad especial, capaces de adaptarse a las circunstancias, con conocimientos de la cultura, formación específica", que incluya saber qué es un cluster de salud, y cómo cooperar con él, cómo funcionan otros organismos, además de nociones técnicas para realizar asistencias con pocos recursos, conocimientos en Medicina Tropical, en el tratamiento de mordeduras de serpientes en inundaciones, en el abordaje del cólera... "Hay que contar con el médico de AP, de obstetricia, pediatría... y según la emergencia, llevar equipos quirúrgicos" o lo que se requiera, dice Lafuente.
Según él, el objetivo de la ayuda humanitaria "es dar soporte al sistema sanitario local destruido. Esa es la esencia de la que habla la OMS, la OPS y la ONU". Para ambos es esencial garantizar el tratamiento de los pacientes con la mismas medidas éticas y sanitarias que se utilizan en España.
Casuísticas diferentes
Xisco Villalonga, director adjunto de Operaciones en MSF, apunta que la catástrofe determina las prioridades médicas. "En un terremoto, y es lo que ocurrió en Haití en 2010, las consecuencias de salud desde el minuto uno estuvieron relacionadas con traumatología y cirugía", aplicadas en amputaciones y su recuperación. Sin embargo, en inundaciones, ciclones y tormentas tropicales, la casuística es diferente.
Un rasgo común de las catástrofes es que las estructuras de salud se ven afectadas, así que poner en marcha servicios de salud de forma rápida y provisional es la primera actividad. Si no son funcionales hay que establecer qué necesita la población, estableciendo en primer lugar un servicio de urgencias, después habilitar la capacidad quirúrgica y la recuperación de pacientes quirúrgicos.
No obstante, más allá de la catástrofe hay que atender otras patologías comunes. "La vida continúa. Sigue habiendo embarazos que llegan a término precozmente por estrés, además de sobreinfecciones, patología banal... ", dice Lafuente. Según Villalonga, "el gran riesgo sanitario son las epidemias", por lo que el médico de AP se convierte en el gate keeper de la salud, y debe poner en común las sospechas con los clusters para dar la voz de alarma.
Según Villalonga, en la evaluación inicial de las dimensiones del desastre hay que tener en cuenta la estructura de la población, su densidad, la calidad de las construcciones y la vulnerabilidad previa. Según Lafuente, el riesgo es igual a la amenaza multiplicada por la vulnerabilidad, y por ello espera que "el seminario en gestión en catástrofes, que dirigió con la Aecid, y la Fundación Española para la Cooperación Internacional, Salud y Política Social, en el que participaron profesionales de Filipinas, haya permitido que existiera ya un soporte previo".
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