ANÁLISIS | Serie en 'The Lancet'
Fukushima, la prueba de fuego del sistema de salud japonés
Un trabajador de la central de Fukushima se refresca.| Ap
- Se cumplen 50 años desde que Japón adoptara la cobertura sanitaria universal
- Es el país más longevo y este envejecimiento plantea algunos retos
- La reforma del sistema debe comenzar por las zonas afectadas por el tsunami
Una triple catástrofe puso en jaque al sistema sanitario japonés. El terremoto de magnitud 9.0 que el 11 de marzo golpeó el área de Tohoku, en el noreste de la isla de Honshu, fue seguido por un devastador tsunami que mató a 12.538 personas y una crisis nuclear en la central de Fukushima que terminó de empeorar una situación ya de por sí muy grave y que ha sido considerada como la peor crisis humanitaria del país tras la II Guerra Mundial. Seis meses después de la tragedia, un número especial de la revista médica 'The Lancet' considera que ha llegado la hora de ver las cosas como una oportunidad para reformar el sistema de salud y renacer de nuevo.
El equipo de Asistencias Médicas de Desastres de Japón, que fue creado tras el terremoto de Kobe en 1995, se puso en acción inmediatamente después de la catástrofe, pero las dimensiones del desastre eran mucho mayores que la de anteriores retos. Según Kazuomi Kario, del departamento de Medicina Cardiovascular de la Universidad de Medicina Jichi, de Yakushiji (Japón), las experiencias previas apuntan a que en los próximos meses, en las zonas devastadas por el terremoto y el tsunami, seguirán aumentando "los trastornos cardiovasculares y los problemas mentales, además de algunas infecciones".
Por si no fuera suficiente, la población del área de Tohoku es de las más envejecidas del país, por lo que la prevalencia de enfermedades como "diabetes e hipertensión es bastante alta". Y, debido al terremoto, también se han visto afectadas "la calidad del sueño, la dieta y la tensión arterial". Pero ahora que ha pasado el tiempo y la normalidad empieza a volver poco a poco, varios expertos coinciden en señalar que "es el momento adecuado para comenzar por Tohoku, que serviría de proyecto piloto, una reforma global del sistema sanitario que aumente la Atención Primaria y la conexión entre pacientes, entre otras cosas".
Uno de los aspectos que deben mejorar, según Kenji Shibuya, del Departamento de Salud Global de la Universidad de Tokio, es la información. "La gestión de la crisis nuclear ha sido caótica y ha puesto de manifiesto la necesidad de reforzar el liderazgo político y de hacer más transparente la toma de decisiones. El Gobierno se dedicó a crear muchos departamentos para distintas tareas qe sólo han contribuido a la ineficacia en la respuesta al desastre, aumentando la confusión y el pánico entre la gente", explica Shibuya.
Este suceso ha destapado "un mecanismo institucional anticuado, caracterizado por relaciones fragmentadas y competitivas entre los diferentes ministerios y organismos, que no responde a los nuevos tiempos ni a las expectativas de la gente. Es hora del cambio". Según su artículo, Japón siempre ha respondido a las catástrofes con reformas. Ocurrió después del terremoto de Kanto de 1923, después de la derrota en la II Guerra Mundial y tras la caída de las bombas atómicas y también tras el terremoto de Kobe, por lo que los analistas señalan que la reciente catástrofe no será una excepción y tendrá un gran impacto en el futuro de Japón.
Entre los mayores logros está la rápida reducción de la mortalidad infantil y el aumento de la esperanza de vida. Las mujeres japonesas, por ejemplo, viven una media de 86 años, lo que las sitúa en el primer puesto en el ranking de las más longevas desde 1986. El descenso de la mortalidad se produjo principalmente en dos fases. La primera, entre la II Guerra Mundial y 1960, donde se luchó con éxito contra las enfermedades infecciosas que afectaban a los niños y contra la tuberculosis, para la que se dio tratamiento gratis.
El segundo periodo abarca desde la década de los 60 hasta la actualidad, fase en la que se han combatido la enfermedad isquémica y cerebrovascular gracias a políticas de reducción de la sal en las comidas y a la amplia distribución de antihipertensivos. Y todo ello destinando tan solo el 8,5% del PIB a la sanidad, mucho menos que otros países desarrollados.
Hay costumbres propias de los japoneses que también han contribuido a este éxito sanitario. Como señala en otro trabajo Nayu Ikeda, de la Universidad de Tokio, "los japoneses siempre han prestado mucha atención a la higiene en todos los aspectos de su vida diaria, una actitud que tiene que ver con la cultura, la educación y también con la tradición de purificar cuerpo y mente antes de encontrarse con otros". Además "tienen una amplia conciencia sanitaria y se realizan chequeos médicos frecuentes".
Y, por otro lado, está su dieta, menos grasa que la occidental y con "importantes beneficios nutricionales".
Se estima que en 2006 alrededor de tres millones de japoneses habían perdido a un ser querido por culpa del suicidio. Cada año se quitan la vida en el país más de 30.000 ciudadanos y los principales motivos que aducen quienes se suicidan son el desempleo y las deudas, aunque muchas veces detrás se esconden trastornos como la depresión. Los autores de la serie de 'The Lancet' coinciden en que se deben implantar políticas para combatir tanto el tabaquismo como los suicidios.
Asimismo, se debe empezar a planear cómo se hará frente al envejecimiento de la población, tanto desde el punto de vista económico como sanitario y solucionar el problema de la escasez de médicos y de la falta de especialidades. Para el profesor Shibuya los tres retos fundamentales se centran en mantener una buena calidad sanitaria a bajo coste, mantener un compromiso y liderazgo político y valorar el grado de satisfacción de los ciudadanos.
Y, como recuerda otro de los firmantes de los artículos, Rayden Llano, también de la Universidad de Tokio, "en un mundo tan globalizado e interdependiente, Japón debe aprender de otros y, sobre todo, contar su experiencia y sus buenas prácticas a otros países".
El equipo de Asistencias Médicas de Desastres de Japón, que fue creado tras el terremoto de Kobe en 1995, se puso en acción inmediatamente después de la catástrofe, pero las dimensiones del desastre eran mucho mayores que la de anteriores retos. Según Kazuomi Kario, del departamento de Medicina Cardiovascular de la Universidad de Medicina Jichi, de Yakushiji (Japón), las experiencias previas apuntan a que en los próximos meses, en las zonas devastadas por el terremoto y el tsunami, seguirán aumentando "los trastornos cardiovasculares y los problemas mentales, además de algunas infecciones".
"El terremoto ha alterado el sueño y la dieta de los afectados"
Uno de los aspectos que deben mejorar, según Kenji Shibuya, del Departamento de Salud Global de la Universidad de Tokio, es la información. "La gestión de la crisis nuclear ha sido caótica y ha puesto de manifiesto la necesidad de reforzar el liderazgo político y de hacer más transparente la toma de decisiones. El Gobierno se dedicó a crear muchos departamentos para distintas tareas qe sólo han contribuido a la ineficacia en la respuesta al desastre, aumentando la confusión y el pánico entre la gente", explica Shibuya.
Este suceso ha destapado "un mecanismo institucional anticuado, caracterizado por relaciones fragmentadas y competitivas entre los diferentes ministerios y organismos, que no responde a los nuevos tiempos ni a las expectativas de la gente. Es hora del cambio". Según su artículo, Japón siempre ha respondido a las catástrofes con reformas. Ocurrió después del terremoto de Kanto de 1923, después de la derrota en la II Guerra Mundial y tras la caída de las bombas atómicas y también tras el terremoto de Kobe, por lo que los analistas señalan que la reciente catástrofe no será una excepción y tendrá un gran impacto en el futuro de Japón.
Un cóctel de dieta y buenas prácticas
Durante los últimos 50 años el mundo ha tenido la vista puesta en Japón, tratando de averiguar por qué sus ciudadanos son los más longevos y de los más sanos. ¿Es la dieta la que esconde el secreto? ¿O quizás el clima y la cultura? Seis artículos publicados en la revista médica dan algunas de las claves. En primer lugar destacan la apuesta de las autoridades japonesas por cuidar la salud. El seguro médico universal (kaihoken) se implantó en el país en 1961, a pesar de que no atravesaba una buena situación económica.Los japoneses tienen una gran conciencia sanitaria y se realizan chequeos frecuentes
El segundo periodo abarca desde la década de los 60 hasta la actualidad, fase en la que se han combatido la enfermedad isquémica y cerebrovascular gracias a políticas de reducción de la sal en las comidas y a la amplia distribución de antihipertensivos. Y todo ello destinando tan solo el 8,5% del PIB a la sanidad, mucho menos que otros países desarrollados.
Hay costumbres propias de los japoneses que también han contribuido a este éxito sanitario. Como señala en otro trabajo Nayu Ikeda, de la Universidad de Tokio, "los japoneses siempre han prestado mucha atención a la higiene en todos los aspectos de su vida diaria, una actitud que tiene que ver con la cultura, la educación y también con la tradición de purificar cuerpo y mente antes de encontrarse con otros". Además "tienen una amplia conciencia sanitaria y se realizan chequeos médicos frecuentes".
Y, por otro lado, está su dieta, menos grasa que la occidental y con "importantes beneficios nutricionales".
Los retos
Pero no todo es un modelo a seguir. El sistema necesita algunos cambios y las autoridades se enfrentan a retos sanitarios. Entre ellos, el tabaco, que es uno de los vicios más extendidos y aproximadamente el 50% de los hombres jóvenes fuma, y el alto índice de suicidios.Bajar las altas cifras de fumadores y de suicidios, dos de los retos futuros
Asimismo, se debe empezar a planear cómo se hará frente al envejecimiento de la población, tanto desde el punto de vista económico como sanitario y solucionar el problema de la escasez de médicos y de la falta de especialidades. Para el profesor Shibuya los tres retos fundamentales se centran en mantener una buena calidad sanitaria a bajo coste, mantener un compromiso y liderazgo político y valorar el grado de satisfacción de los ciudadanos.
Y, como recuerda otro de los firmantes de los artículos, Rayden Llano, también de la Universidad de Tokio, "en un mundo tan globalizado e interdependiente, Japón debe aprender de otros y, sobre todo, contar su experiencia y sus buenas prácticas a otros países".
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