lunes, 29 de agosto de 2011

Página/12 :: Sociedad :: Un síndrome que va en aumento

Un síndrome que va en aumento

El Síndrome Urémico Hemolítico provocado por la bacteria Escherichia Coli va en aumento en la ciudad. El año pasado se registraron 16 casos y durante 2011 ya se registraron 13 casos. Los datos, en un informe de la Agencia Gubernamental de Control.
 
 Por Pedro Lipcovich

Aumentaron los casos registrados de Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) en la ciudad de Buenos Aires: en lo que va del año ya se anotaron tantos casos como en todo 2010. Si bien las cifras todavía no están consolidadas, subsiste el hecho de que la Argentina es el país del mundo con más casos de esta enfermedad, que afecta a niños de hasta diez años y especialmente hasta los cinco, cierto es que también –lo mostró la epidemia de este año en Alemania– puede atacar a adultos. En la mayoría de los casos en la ciudad, la infección se produjo en relación con alimentos mal cocinados en la casa, especialmente albóndigas y hamburguesas; también puede transmitirse por verduras mal lavadas. El SUH puede causar la muerte o dejar secuelas discapacitantes, especialmente en los riñones.

La Agencia Gubernamental de Control (AGC) de la Ciudad de Buenos Aires comunicó que “en lo que va del año se registraron 13 casos de SUH”. En todo 2010 se consignaron 16; otros 16 en 2009 y 19 en 2008. Según la AGC, el incremento podría deberse a que “este año se intensificó la campaña de difusión para que la gente denuncie”, en coincidencia con la epidemia que se registró en Alemania en junio pasado.

“El 87 por ciento de los casos se produjeron en familias de nivel socioeconómico medio que habitan los barrios de Nueva Pompeya, Parque Patricios, Barracas y La Boca”, puntualiza la Agencia, y precisa que “de los alimentos denunciados, el 39 por ciento corresponde a carne picada vacuna cruda, el 23 por ciento a hamburguesas, otro 23 por ciento a cortes cárnicos varios y el resto se reparte en cortes de pollo, chorizo, empanadas de carne y de pollo”.

“El lugar de consumo del alimento es, en un 70 por ciento, el domicilio, lo que significa que el producto se ha comprado crudo y en la casa no se lo ha cocinado debidamente o no se han tenido en cuenta las medidas higiénicas para elaborar un alimento seguro. El 20 por ciento fue consumido en un local comercial y el resto en instituciones”, agrega el informe de la AGC.

Los síntomas iniciales son diarrea acuosa, que luego se hace sanguinolenta; pueden pasar tres o cuatro días desde que se ingiere el alimento contaminado hasta que empiezan los síntomas. La enfermedad puede ser causada por distintas cepas de la bacteria Escherichia Coli, que produce una toxina llamada Shiga. Se diagnostican más de 400 casos por año en la Argentina: son unos 12 casos por cada cien mil chicos menores de cinco años. El país que sigue en el mundo es Chile, con tres casos por cada cien mil. El 60 por ciento de los enfermos se recuperan sin secuelas; un 30 por ciento queda con secuelas menores y el cinco por ciento termina en una insuficiencia renal crónica.

Los alimentos peligrosos son carne picada poco cocida; agua no potable, incluso bajo forma de hielo; leche cruda y derivados lácteos sin pasteurizar; jugos envasados sin pasteurizar; frutas y verduras que puedan haber sido regadas con agua no potable y no hayan sido suficientemente lavadas y desinfectadas con gotas de lavandina diluida en el agua del lavado. La bacteria sobrevive seis meses aun en el freezer.

La albóndiga asesina

“Cuando, como es frecuente en la Argentina, las albóndigas se hacen fritas en aceite, por fuera se tuestan en seguida pero quedan rosadas por dentro: quiere decir que la temperatura no ha superado los 70 grados y así la bacteria sigue presente; en cambio, con las albóndigas que se hierven en salsa no hay peligro”, advirtió Eduardo López, jefe del departamento de medicina del Hospital Ricardo Gutiérrez y titular de la Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica.

Una causa probable de la extensión de la enfermedad en la Argentina es, apuntó López, que “no hay control sobre los frigoríficos clandestinos”: por negligencia en la faena, la carne se contamina con materia fecal del animal. De todos modos, “es casi imposible un control del ciento por ciento y es necesario que la gente cocine la carne cuidadosamente”. López sostuvo que “los chicos de menos de dos años no deberían comer hamburguesas, ni preparadas en casa ni en lugares de comida rápida”.

Claro que “esta bacteria puede afectar a todas las edades, como sucedió este año en Alemania, donde atacó básicamente a adultos –observó López–. En la Argentina, la mayor parte de los adultos estamos ya inmunizados”. Además, la bacteria también se reproduce “en mayonesas mal conservadas o yogures no pasteurizados”, agregó el especialista.

En la Argentina, circula no uno sino varios subtipos patógenos de la Escherichia Coli, lo cual “aumenta la chance de enfermar, ya que, aunque un chico ya se haya inmunizado contra alguno, puede estar expuesto a otros”. No existe vacuna contra el SUH.
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