ALBERTO LÓPEZ ROCHA
Carta a un súper ministerio
Considerando que el número de personas mayores y polimedicadas no deja de crecer, y que cada vez son más los que se encuentran institucionalizados, sería razonable, a juicio del autor, mejorar la coordinación de los niveles primario y hospitalario con el sociosanitario.
Alberto López Rocha | Vocal de médicos titulares y rurales del Colegio de Médico de Madrid | 04/01/2012 00:00
La población española que supera los 65 años de edad se cifra en ocho millones, de los que casi dos viven solos y alrededor de 1,3 son analfabetos. Muchos de ellos tienen pluripatología debido al envejecimiento fisiológico natural y la fragilidad asociada a la edad.
En cuanto a centros geriátricos, están institucionalizadas cerca de medio millón de personas mayores de 65 años, acumulando el abordaje de procesos patológicos en unas instalaciones donde se detectan un mayor número de complicaciones; a ellos se suman además discapacitados psíquicos y físicos.
Cuando se habla de sanidad, se comenta la existencia de dos grandes niveles asistenciales, atención primaria y hospitales, pero se olvida mencionar el nivel asistencial intermedio; ése es el nivel donde se encuentran los centros geriátricos, pues dispensan una asistencia mayor que en atención primaria y, aunque lógicamente no tienen los recursos de un hospital, sí pueden echar una mano descongestionadora en un momento dado. Por consiguiente, tiene una lugar muy importante dentro del Sistema Nacional de Salud (SNS) cuando hablamos de saturación de las urgencias hospitalarias y desburocratización de la atención primaria.
Una solución sería que los centros geriátricos pasen a ser gestionados por ambas consejerías, Sanidad y Asuntos Sociales -bien fusionadas en una, bien cada competencia, dentro de su parcela-, sumando medios y recursos para obtener un mejor aprovechamiento; debemos recordar que la propia Ley de Dependencia recoge la petición de ayuda a Sanidad. Pues bien, no hay que pedir ayuda; los dos ámbitos deben ir de la mano para lograr una mayor y mejor atención al dependiente, al anciano, mejorar las condiciones de los profesionales y centros que los atienden, haciéndose extensiva la medida a los médicos de atención primaria y a la estructura de los hospitales. Es decir, se requiere de una buena y correcta coordinación entre estos tres sistemas de atención asistencial, pues se complementan y no debemos olvidar que la puerta de entrada al sistema de salud y a las prestaciones es sanidad, y más concretamente la atención primaria.
En nuestro país cuando hablamos de sanidad generalmente se habla de gasto farmacéutico como primer escalón y, consecuentemente, la primera mirada es para las personas en edad geriátrica, al asociarles y tratarles como enfermos crónicos. Parece ser que el problema más importante cuando hablamos de gasto farmacéutico son los medicamentos y su coste, y nos olvidamos de la estancia hospitalaria, pruebas diagnósticas, traslados, sobredimensión del personal para control del gasto, presión asistencial, prótesis de cadera, implantes de marcapasos (estas dos últimas, motivos de turismo sanitario en algunas regiones de nuestro territorio nacional), etc.
Corren momentos difíciles en nuestra economía, pero no es excusa para emprender mejoras y planificar retos y objetivos, como puede ser la creación en los centros geriátricos de unas áreas específicas dotadas de los recursos adecuados para que puedan recibir pacientes hospitalarios que requieren unos cuidados mínimos que no se les pueda proporcionar en el domicilio pero sí en los mencionados centros, derivándoles a sus hogares una vez completadas las indicaciones del hospital y sin complicaciones, evitando estancias prolongadas en los hospitales y sus urgencias, así como la sobrecarga de los centros de salud, haciendo con ello cumplimiento de la Ley de Dependencia.
Coordinación con hospitales
Otro reto, si existiera de forma general una buena coordinación desde los centros geriátricos con los hospitales, sería la creación de la figura de uno o dos coordinadores hospitalarios que sirvieran de enlace entre el intermedio y el segundo nivel. Esta medida agilizaría la permanencia de los ancianos en las urgencias hospitalarias, retornando en el menor tiempo posible nuevamente a los centros e incluso al propio domicilio, mediante el desarrollo de unidades de pluripatologías (existentes en la actualidad en algún hospital y con línea directa con sus centros geriátricos de referencia y centros de salud). Todo se traduce en una mayor agilidad, mejor calidad asistencial y aprovechamiento de los recursos existentes.
La creación de consultas externas en los centros de discapacitados, geriátricos y centros rehabilitadores para atender a la población cercana y dependiente de los centros de salud atenuaría la demanda que actualmente están sufriendo los médicos de atención primaria.
En definitiva, el futuro de la atención socioasistencial está en el paso del personal sanitario que actualmente depende de Asuntos Sociales a Sanidad, la dotación de recursos a los centros geriátricos, que repercutiría muy favorablemente en su mejor aprovechamiento dentro del SNS, así como la adjudicación de códigos de identificación de asistencia sanitaria (CIAS) a los centros concertados, el autovisado y la consulta de puertas abiertas.
No cabe duda de que la promoción y prevención de la salud debe pasar de una vez por todas por un gran pacto por la sanidad y en la propia Ley de Dependencia, donde intervengan todas las esferas sociales, laborales, políticas, sanitarias, sociedades científicas, colegios profesionales y culturales; en definitiva el conjunto que representa la sociedad.
Carta a un súper ministerio - DiarioMedico.com
- La figura del coordinador hospitalario que sirva de enlace entre el intermedio y el segundo nivel serviría para agilizar la permanencia de los ancianos en las urgencias hospitalarias
Cuando se habla de sanidad, se comenta la existencia de dos grandes niveles asistenciales, atención primaria y hospitales, pero se olvida mencionar el nivel asistencial intermedio; ése es el nivel donde se encuentran los centros geriátricos, pues dispensan una asistencia mayor que en atención primaria y, aunque lógicamente no tienen los recursos de un hospital, sí pueden echar una mano descongestionadora en un momento dado. Por consiguiente, tiene una lugar muy importante dentro del Sistema Nacional de Salud (SNS) cuando hablamos de saturación de las urgencias hospitalarias y desburocratización de la atención primaria.
Una solución sería que los centros geriátricos pasen a ser gestionados por ambas consejerías, Sanidad y Asuntos Sociales -bien fusionadas en una, bien cada competencia, dentro de su parcela-, sumando medios y recursos para obtener un mejor aprovechamiento; debemos recordar que la propia Ley de Dependencia recoge la petición de ayuda a Sanidad. Pues bien, no hay que pedir ayuda; los dos ámbitos deben ir de la mano para lograr una mayor y mejor atención al dependiente, al anciano, mejorar las condiciones de los profesionales y centros que los atienden, haciéndose extensiva la medida a los médicos de atención primaria y a la estructura de los hospitales. Es decir, se requiere de una buena y correcta coordinación entre estos tres sistemas de atención asistencial, pues se complementan y no debemos olvidar que la puerta de entrada al sistema de salud y a las prestaciones es sanidad, y más concretamente la atención primaria.
- Los centros geriátricos dispensan una asistencia mayor que en atención primaria y, aunque no tienen los recursos de un hospital, sí pueden echar una mano en un momento dado
En nuestro país cuando hablamos de sanidad generalmente se habla de gasto farmacéutico como primer escalón y, consecuentemente, la primera mirada es para las personas en edad geriátrica, al asociarles y tratarles como enfermos crónicos. Parece ser que el problema más importante cuando hablamos de gasto farmacéutico son los medicamentos y su coste, y nos olvidamos de la estancia hospitalaria, pruebas diagnósticas, traslados, sobredimensión del personal para control del gasto, presión asistencial, prótesis de cadera, implantes de marcapasos (estas dos últimas, motivos de turismo sanitario en algunas regiones de nuestro territorio nacional), etc.
Corren momentos difíciles en nuestra economía, pero no es excusa para emprender mejoras y planificar retos y objetivos, como puede ser la creación en los centros geriátricos de unas áreas específicas dotadas de los recursos adecuados para que puedan recibir pacientes hospitalarios que requieren unos cuidados mínimos que no se les pueda proporcionar en el domicilio pero sí en los mencionados centros, derivándoles a sus hogares una vez completadas las indicaciones del hospital y sin complicaciones, evitando estancias prolongadas en los hospitales y sus urgencias, así como la sobrecarga de los centros de salud, haciendo con ello cumplimiento de la Ley de Dependencia.
Coordinación con hospitales
Otro reto, si existiera de forma general una buena coordinación desde los centros geriátricos con los hospitales, sería la creación de la figura de uno o dos coordinadores hospitalarios que sirvieran de enlace entre el intermedio y el segundo nivel. Esta medida agilizaría la permanencia de los ancianos en las urgencias hospitalarias, retornando en el menor tiempo posible nuevamente a los centros e incluso al propio domicilio, mediante el desarrollo de unidades de pluripatologías (existentes en la actualidad en algún hospital y con línea directa con sus centros geriátricos de referencia y centros de salud). Todo se traduce en una mayor agilidad, mejor calidad asistencial y aprovechamiento de los recursos existentes.
La creación de consultas externas en los centros de discapacitados, geriátricos y centros rehabilitadores para atender a la población cercana y dependiente de los centros de salud atenuaría la demanda que actualmente están sufriendo los médicos de atención primaria.
En definitiva, el futuro de la atención socioasistencial está en el paso del personal sanitario que actualmente depende de Asuntos Sociales a Sanidad, la dotación de recursos a los centros geriátricos, que repercutiría muy favorablemente en su mejor aprovechamiento dentro del SNS, así como la adjudicación de códigos de identificación de asistencia sanitaria (CIAS) a los centros concertados, el autovisado y la consulta de puertas abiertas.
No cabe duda de que la promoción y prevención de la salud debe pasar de una vez por todas por un gran pacto por la sanidad y en la propia Ley de Dependencia, donde intervengan todas las esferas sociales, laborales, políticas, sanitarias, sociedades científicas, colegios profesionales y culturales; en definitiva el conjunto que representa la sociedad.
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