martes, 24 de enero de 2012

“Debemos compartir los datos del H5N1 para prevenir una pandemia” | Sociedad | EL PAÍS

“Debemos compartir los datos del H5N1 para prevenir una pandemia”

Uno de los investigadores que halló las mutaciones que harían contagiosa la gripe aviar defiende su estudio- EE UU pidió censurar el trabajo en 'Science' y 'Nature' por miedo al bioterrorismo

 
Ron Fouchier, en su laboratorio. / DIRK-JAN VISSER (CORDON PRESS)
 
 
La libertad de investigación y divulgación de experimentos científicos y el temor a que estos descubrimientos sean utilizados para ataques bioterroristas libran un duro pulso. Dos equipos de expertos en enfermedades infecciosas, en Europa y Estados Unidos, han descubierto las mutaciones genéticas necesarias para la transmisión del virus H5N1 entre personas, que podría tener consecuencias letales. Y se ha producido un hecho sin precedentes. Science y Nature, las más prestigiosas revistas científicas, han retrasado la presentación de los trabajos ante las presiones del Consejo Asesor Científico estadounidense para la Bioseguridad, órgano asesor del Gobierno. Las revistas anunciaron simultáneamente la semana pasada la suspensión, durante 60 días, de las publicaciones.
 
En Holanda, Ron Fouchier, virólogo del Centro Médico Universitario Erasmus, de Rotterdam, y responsable de uno de los estudios, sostiene que publicar los resultados de la investigación es esencial para proteger la salud pública mundial. “Si no compartimos la información con el resto de la comunidad científica, será difícil prevenir una posible pandemia”, afirmó a este diario Fouchier desde su despacho la víspera de la moratoria.
En Washington, por el contrario, los expertos en bioseguridad afirman que solo suprimiendo los detalles metodológicos “podrá evitarse que caiga en manos equivocadas”. En otras palabras, es mejor no dejar rastro técnico para que nadie se lance a crear un arma biológica. Yoshihiro Kawaoka, de la Universidad de Wisconsin (Madison), ha descubierto las mismas mutaciones.

Tanto Fouchier como Kawaoka y su colega español Adolfo García Sastre, de la Escuela de Medicina del Hospital Mount Sinai (Nueva York), asumieron la moratoria voluntaria. En una carta firmada por todos los investigadores (39 en total) explican que así quieren dar tiempo al debate sobre el riesgo que puedan suponer sus trabajos, y reconocen la alarma surgida. Ahora, los científicos y las direcciones de Science y Nature estudian publicarlo en dos fases.

El holandés Fouchier descubrió cómo el virus puede saltar entre personas

“En Science habrá una versión recortada y divulgativa, y otra más larga para los científicos sujeta a requisitos de confidencialidad señalados por Estados Unidos”, dice Fouchier, que se muestra tan educado como contundente. “Sabíamos que era posible encontrar las mutaciones genéticas [cinco en este caso] para que el virus H5N1 pudiera transmitirse entre humanos por vía aérea, con toses y estornudos. Trabajamos en condiciones de máxima seguridad biológica y hay riesgos, claro que sí. Pero es mayor el beneficio que supone prevenir una posible pandemia de gripe aviar. Estas trabas entorpecen el desarrollo científico. En EE UU, sin embargo, el peligro de bioterrorismo les parece enorme”.

La gripe aviar es una enfermedad infecciosa que afecta a las aves y se transmite entre ellas a través de las heces, el agua y los alimentos, o bien por vía aérea. El contagio del animal al ser humano es excepcional y requiere un contacto directo y constante. De momento, el único indicio de transmisión entre personas ha sido hallado por la Organización Mundial de la Salud en una familia indonesia que vivía hacinada.

“Desde 2003, se han registrado varios brotes del virus H5N1 en aves, y para contenerlos hay que sacrificarlas. Ha habido episodios en Asia, Oriente Próximo y África, países donde es difícil erradicarla. Cuando apareció en Holanda hace ocho años, hubo que matar a 30 millones de aves de corral y domésticas. Una operación muy difícil en zonas en desarrollo con escasez de alimentos. El brote de 2003 empezó en Asia y se propagó por no actuar inmediatamente”, recuerda Fouchier.

Durante su experimento utilizó hurones, un mamífero cuya respuesta ante la gripe es como la de los humanos. Una vez modificado el virus H5N1, se consiguió una variante que pasa con facilidad de un animal a otro. “No nos parecemos en nada y, sin embargo, cuando el virus se adhiere a los receptores de las células en el tracto respiratorio, el animal y nosotros sufrimos igual. Incluso si desemboca en neumonía”.

“La presión en EEUU es tremenda y priman los expertos en bioseguridad”

Según Fouchier, algunas de las mutaciones del virus halladas en el laboratorio ya se habrían producido de forma natural en varias zonas del mundo. “Puede que nunca desencadenen una pandemia, pero nuestra tarea es preparar y probar vacunas y antivirales y compartir los datos con los países y laboratorios que la necesitan para prevenir una posible pandemia. Fíjese lo mucho que aprendimos en 2005 estudiando la gripe española [que mató a 40 millones de personas entre 1918 y 1919]. Era un virus destructivo y no pasó nada con los datos de las investigaciones”, prosigue.

Uno de los aspectos que más le molesta es el tiempo invertido en explicar su postura. “Estoy inmerso en una vorágine y he observado que en Europa la campaña de información es mesurada y hablan los científicos. En EE UU, las presiones son tremendas y priman los expertos en bioseguridad”. Él ha recibido fondos del Instituto Nacional de Salud estadounidense. “El actual clima político mundial puede explicar estas diferencias. Aunque lo más lógico sería que los virólogos dijeran lo que debe hacerse, y los especialistas en bioseguridad recomendaran cómo hacerlo. Pensamos que habría reticencias, pero no esto”, sostiene.

Pese a que el virus de la gripe muta deprisa, y las pandemias suelen ser cíclicas —a la gripe española le siguieron la asiática (1957), de Hong Kong (1968) y Rusia (1977)—, la vacuna solo puede lograrse si surge el subtipo capaz de llegar a las personas. “Hay que prepararse. La posibilidad de una pandemia es pequeña, pero sus efectos serían tremendos”, concluye el virólogo holandés.
“Debemos compartir los datos del H5N1 para prevenir una pandemia” Sociedad EL PAÍS

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