martes, 24 de enero de 2012

Hospital Santojanni: trabajar con miedo - lanacion.com  

Hospital Santojanni: trabajar con miedo

LA NACION accedió al hospital donde se produjeron graves incidentes entre hinchas de Nueva Chicago; los médicos aseguran que la violencia es un hecho cotidiano y reclaman seguridad
Por Brenda Struminger  | LA NACION
 
 
 
Dos guardias de seguridad privada cuidan la entrada del Santojanni.  Foto: LA NACION / Matías Aimar
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Un grupo de barrabravas de Nueva Chicago irrumpió el miércoles pasado en los pasillos del hospital Santojanni ingresando sin inconvenientes por la entrada de la guardia. Eran alrededor de diez hombres que cargaban palos y armas, pero los guardias de seguridad privada que allí se encontraban, los únicos encargados de resguardar el lugar, no pudieron impedir su ingreso.
Ante la mirada atónita del personal del centro médico, iban a destrozar puertas y camillas y a empujar e insultar a todo aquel que quisiera impedirles lograr su objetivo: encontrar al líder barrabrava Aldo Barralda, que había llegado minutos antes para atenderse por una herida. Los violentos lo apuntaban como el asesino de Agustín Rodríguez , el hincha de 27 años que había muerto ese mismo día, tras recibir un balazo en un enfrentamiento entre dos facciones de la barra de ese club del barrio Mataderos.
El ataque de los barrabravas no fue un hecho aislado . Cinco miembros del personal del hospital entrevistados por LA NACION, que no quisieron revelar su identidad por miedo, coincidieron en que los maltratos que reciben de parte de pacientes y sus allegados se producen habitualmente .
"Esto se vive todos los días, lo sucedido con el señor Aldo [por Barralda] es un caso más", dijo una de las enfermeras que dialogaron con LA NACION. Por su parte, una joven administrativa de la sala de partos manifestó que cuando empezó a trabajar allí, hace menos de un año, tenía miedo, pero que después se fue "acostumbrando a los gritos". Una médica de guardia, en cambio, se mostró indignada: "Esto fue dirigido en particular a este paciente pero no había necesidad de amedrentar administrativos a fuerza de armas de fuego para pasar. Estamos brindando un sistema de asistencia gratuito con los recursos que tenemos y no esto no es lo que nos merecemos", se quejó.

Paso a paso

Video: El recorrido de violencia de los barras de Chicago, en primera persona
 
 
 
 
 
 
El ímpetu del ingreso de los hinchas de Nueva Chicago alertó de inmediato al personal de esa sección del hospital. "Cuando entraron estábamos en el mostrador de los médicos haciendo unas recetas. Me sorprendió la cantidad de gente que había ingresado y la brutalidad con que golpeaban puertas y pateaban cosas. Fue bastante difícil porque no sabíamos a qué atenernos, nos pasaban por arriba", relató a LA NACION una médica de guardia.

Un camillero, que estaba de turno aquella tarde, aseguró que se dio cuenta de que algo extraño sucedía en la guardia cuando escuchó los gritos de los atacantes. "Siempre cuando pasan cosas así, me paro y voy a colaborar", contó, en tono nervioso, al recordar los graves incidentes. Luego de asomarse al pasillo, vio a uno de los "matones", vestido con una camisa rallada y con un palo de escoba roto en la mano. "Le estiré el brazo para que no pasara y me dijo: <>", relató el camillero. Y continuó: "Después de llamar al 911 desde mi celular, evacuamos a los pacientes desde los consultorios externos hacia la salida de Leguizamón, para que no se toparan con los matones".

Una enfermera que también estaba en la guardia no pudo reaccionar con el mismo temple: al ver a ese grupo de hombres que llevaban armas de fuego y palos, se asustó y se encerró en una de las salas del lugar. "Los tipos ya se habían ido y yo no quería salir, tuve un ataque de pánico", confesó a LA NACION, visiblemente afectada por los violentos episodios que ocurrieron el miércoles pasado.

Los barrabravas no tardaron en encontrar a Barralda , quien se hallaba en una de las camillas de la guardia, cerca de la entrada de la sección. En diálogo con este medio, otra enfermera del Santojanni, que presenció el momento en que los barras sorprendieron a Barralda, aseguró: "Ya le habíamos puesto el suero, pero cuando los vio [a los barrabravas] se lo arrancó. Es un hombre muy violento", dijo, y describió su aspecto: "Es obeso, mide un metro ochenta y pesa más de 130 kilos. Tenía una herida sangrante en el flanco izquierdo del abdomen y se lo veía dolorido".

Según la enfermera, cuando el paciente divisó a sus perseguidores , salió corriendo en dirección al pasillo que lleva hacia la sala de partos. Al llegar, enfrentó a una de las administrativas del hospital que se encontraba en el mostrador de la sala de espera, donde recibe cotidianamente a mujeres encintas. "El gordo [por Barralda] empujó a una embarazada y casi la mata. Se me puso adelante y me mostró una pistola. Me ordenó que llamara a la policía, que lo habían venido a buscar para matarlo", indicó a LA NACION. Ella asintió y cerró las cortinas que la separaban del barrabrava herido. De inmediato, fue a buscar al guardia de seguridad que suele estar en la puerta, pero en ese momento no lo encontró.

Mientras tanto, los atacantes hicieron el mismo camino que había recorrido Barralda: se dirigieron por un pasillo hacia la sala de partos, pero no pudieron ingresar porque el personal de vigilancia había bloqueado la entrada. Retrocedieron y se fueron nuevamente hacia la sala de guardia, para dejar el hospital.

En la sala de partos, el hincha herido advirtió que sus perseguidores habían retrocedido y se violentó una vez más. "Quiso volver a salir al pasillo, tenía miedo de que los barras lo fueran a buscar por la otra entrada de la sala", detalló un médico que estuvo presente el día de los incidentes. "Como la puerta estaba cerrada, la pateó hasta que la tiró abajo y volvió a salir. Ahí fue cuando unos camilleros lo interceptaron y lo llevaron al quirófano, para esconderlo", añadió.

 

Una puja política

Los episodios de violencia ocurridos en el hospital Santojanni fueron el detonante para que resurgiera una disputa política que había tenido lugar un año atrás, entre la Casa Rosada y el gobierno porteño. En abril de 2011, el gobierno nacional ordenó el retiro de la Policía Federal de los edificios públicos de hospitales, corredores seguros, plazas y centros comunales de la Capital. En su momento, argumentaron que la seguridad en esos lugares era tarea de la Policía Metropolitana.

En la actualidad, en el Santojanni, la protección está a cargo solamente de seguridad privada, que no tienen permitido, por ley, cargar armas de fuego.

Desde que el Gobierno ordenó el retiro de la Policía Federal de los hospitales porteños, los médicos aseguran que se encuentran cotidianamente expuestos a los ataques de parte de quienes asisten al Santojanni. La violencia, consideró un médico que trabaja hace más de treinta años en salud pública, es habitual en ese ámbito. "Vivimos en una sociedad violenta, y esa violencia se traslada al hospital, donde la gente que llega suele estar atravesando situaciones de estrés, por un choque, un robo, una pelea o el motivo que sea", explicó..
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