sábado, 7 de enero de 2012

Susana aún llora a su bebé y se reprocha haberlo puesto en un ensayo de vacunas - La Gaceta

Susana aún llora a su bebé y se reprocha haberlo puesto en un ensayo de vacunas

Viernes 6 de Enero de 2012 | Los padres de los chicos captados para el estudio aseguran que no recibieron suficiente información y muchos ni siquiera sabían que se trataba de un experimento. El dolor de una familia por la muerte de un menor, justo después de haber sido inmunizado

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Redacción LA GACETA
Twitter: @Lozanolucia

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 DOLOR Y ANGUSTIA. Susana Medina quiere saber por qué se murió su hijo. LA GACETA / FOTOS DE JOSE INESTA
 | DOLOR Y ANGUSTIA. Susana Medina quiere saber por qué se murió su hijo. LA GACETA / FOTOS DE JOSE INESTA
Sus pequeños pies desnudos se deslizan sobre la tierra dura. Se acerca a la cámara filmadora y cuela su mirada curiosa. Habla despacito, pero sus palabras retumban en la calurosa siesta santiagueña. "Hubiera cumplido cuatro años", dice Rita Medina, de siete años. Todavía se acuerda de la carita rellena de su pequeño hermano, Luis Emanuel. De un día para otro, desaparecieron las risas, las monerías y el llanto de bebé en la humilde casa que tiene su familia. Y ella no lo olvida. Ninguno de los Medina se olvida de ese bebé, que había nacido 19 de junio de 2007. "Era hermosísimo", repite la mamá, Susana del Valle, de 33 años. Una tarde de septiembre de ese año, lo llevó al hospital porque tenía fiebre. Nunca más lo volvió a ver vivo.

Un remolino de polvo nos envuelve bajo la sombra de un árbol. El termómetro marca 38 grados, pero en la piel el calor se siente como si estuviéramos sobre una parrilla. Susana tiene los ojos húmedos. Se reprocha una y otra vez haberle puesto una vacuna a su pequeño Luis Emanuel, su séptimo hijo y el único varón que tenía junto a su pareja, Oscar Medina, de 53 años. "Es que los agentes sanitarios me insistieron tanto; hasta me hicieron el documento para el bebé", recuerda.

"No lo deberíamos haber vacunado, mucho menos sabiendo que estaba enfermo, que había estado internado por una neumonía. Me dijeron que así podía curarse. Desde que lo pincharon empeoró más y más. Se murió", cuenta la mujer, que vive junto a sus -ahora- ocho hijos en una vivienda con sólo dos cuartos, ubicada sobre la ruta 1, a la vera de la vía, en La Banda, una localidad ubicada a pocos quilómetros de la capital santiagueña.

El ensayo

Su hijo fue uno de los miles de niños reclutados para un estudio con vacunas fabricadas en Bélgica y testeadas en Santiago del Estero, San Juan y Mendoza. El ensayo se denominó Compas. La vacuna en cuestión, promovida por el laboratorio GlaxoSmithKline, es para prevenir infecciones causadas por la bacteria del neumococo, como la otitis y la neumonía. En total, se vacunaron casi 3.000 niños santiagueños de barrios de la periferia de la capital y de La Banda. El objetivo era llegar a los 4.500. Sin embargo, el ensayo fue suspendido a mitad de camino luego de que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) investigara el caso y determinara que no era confiable la forma en que se informaba a los padres sobre los riesgos que implicaba la participación en el estudio, informaron a LA GACETA médicos del Hospital de Niños Eva Perón. Estos profesionales fueron los primeros que detectaron irregularidades en el ensayo y realizaron denuncias a la Anmat contra los médicos que llevaban adelante los estudios.

El martes, la Justicia confirmó la sanción de la Anmat contra el laboratorio Glaxo y dos médicos, Héctor Abate y Miguel Tregnaghi, con una multa de $ 1 millón.

El motivo fueron las irregularidades detectadas -según el fallo judicial- en la documentación recogida para el ensayo, como por ejemplo consentimientos irregulares, falta de DNI de los padres y falta de partida de nacimientos.

El caso cobró notoriedad porque salió a la luz que 14 niños que formaron parte del estudio fallecieron entre 2007 y 2008, la mayoría en Santiago del Estero. No obstante, la Anmat aclaró que los decesos no están relacionados con la vacuna.

"Había una vez..."

La historia de las "vacunas Glaxo", como todos los santiagueños la conocen, arrancó en 2005. Por los pasillos del entonces deteriorado hospital de Niños Eva Perón, ubicado en la capital de la vecina provincia, apareció un grupo de investigadores provenientes de Córdoba, encabezados por el doctor Trenaghi. En ese momento probaron una vacuna contra la diarrea. Y no hubo problemas. Volvieron en 2007 para llevar adelante el ahora polémico ensayo.

Según explicaron los médicos, los chicos eran "captados" en este hospital, en las Unidades Primarias de Atención (UPAS) y en los centros de salud ubicados en los barrios que rodean a la ciudad capital. Médicos y agentes sanitarios de esas instituciones públicas eran los encargados de convencer a los padres para que vacunen a sus hijos, de acuerdo a los testimonios. A cambio, recibían una buena suma de dinero, denunciaron.

"No les decían que era un experimento y minimizaban los riesgos de la vacuna para que la gente firmara rápido", recuerda uno de los médicos que siempre se opuso al ensayo. "Desde el comienzo desconfié. El hecho de que hayan elegido a nuestra provincia, una de las más pobres y con mayor número de desocupados y analfabetismo de país, dice todo", recuerda el profesional, que tiene varios juicios en su contra por haberse enfrentado a los médicos que desarrollaban Compas.

Susana del Valle Medina ahora está segura de que se aprovecharon de su humildad para convencerla de que debía vacunar a su bebé. Cree que, tal vez, su hijo podría estar ahí con ella, correteando junto a sus hermanitas. Por eso hizo una denuncia penal y busca que se investigue qué pasó. "Lo extraño; nunca voy a recuperarme de esto", confiesa, mientras se abraza a lo único que le quedó de Luis Emanuel: una foto pequeña y humedecida por tantas lágrimas.

Susana aún llora a su bebé y se reprocha haberlo puesto en un ensayo de vacunas - La Gaceta

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