Una colecta particular permite contratar a una investigadora despedida
La madre de una diabética dona 7.700 euros al Centro Príncipe Felipe de Valencia para estudiar la enfermedad. Con el dinero se ha readmitido a una empleada
Jaime Prats Valencia 11 ENE 2012 - 22:13 CET86
Cristina Ponce es la madre de una adolescente de 14 años con diabetes. El pasado mes de abril inició por su cuenta una campaña de recogida de fondos para apoyar la investigación contra esta enfermedad. “Es lo único que puedo hacer por curar a mi hija”, explica con naturalidad para justificar la iniciativa.
Gracias a los 7.700 euros obtenidos de meriendas y huchas solidarias o de la venta de camisetas y lotería, el Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia (CIPF), que a finales de noviembre sufrió un severo Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que dejó en la calle a 113 de sus 224 empleados, contratará a Silvia Sanz, como adelantó el miércoles el diario Levante-EMV. Esta investigadora especializada en diabetes, que podrá seguir con el trabajo que dejó a medias, se vio afectada por los despidos. De momento, hay fondos hasta el mes de mayo, aunque la idea es seguir recogiendo dinero para mantener a Silvia en su laboratorio “y si podemos, incluso contratar a dos investigadores más”, apunta la impulsora de esta particular colecta.
Cristina Ponce lanzó en abril del año pasado el Proyecto Paula (en nombre de su hija de 14 años) después de reunirse con el entonces director científico del CIPF, Carlos Simón, el gerente del centro, Carlos Pérez Espuelas, y la responsable del laboratorio de endocrinología molecular, que dirige Deborah Burks. Les trasladó que quería ayudar a estudiar la enfermedad en la medida de sus posibilidades y que se había propuesto recoger fondos. Recuerda que acogieron la idea de forma entusiasta y se puso manos a la obra.
El Centro Príncipe Felipe, 32.000 metros cuadrados de instalaciones de última generación capaces de albergar a 350 empleados, entró en crisis en septiembre arrastrado por los profundos problemas financieros por los que atraviesa la Generalitat valenciana. La Consejería de Sanidad, que pone el grueso de la financiación, redujo drásticamente su aportación (de 9,8 millones en 2009 a 4,6 en 2011), un recorte que condenó a este centro de investigación a abandonar la situación de privilegio que había alcanzado en España. De situarse en 2011 en el quinto lugar de una lista de 142 centros, según la clasificación Scimago Institutions Ranking, pasó a sufrir un expediente de reducción de empleo que además de 133 despidos implicó una rebaja salarial media del 12% y la desaparición de 14 de los 26 laboratorios existentes.
El laboratorio de Deborah Burks logró mantenerse a flote, pero perdió a cinco de sus nueve integrantes. Entre ellos, a Silvia Sanz, especializada en el estudio del páncreas. Este órgano es en el que las llamadas células beta generan insulina, una hormona cuya producción es insuficiente (o nula) en la diabetes tipo 1, la que sufre Paula. Silvia Sanz trabajaba en un proyecto sobre la proliferación de las células beta pancreáticas, una labor que se vio interrumpida por su despido. Y que podrá retomar gracias a la aportación de 7.700 euros que Cristina ha destinado al laboratorio de Deborah Burks.
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