1,7 millones de firmas piden a Bruselas que frene cualquier ayuda al aborto
Una iniciativa ciudadana solicita a la Comisión Europea que deje de financiar investigación con células madre y planes de salud sexual en países pobres
LUCÍA ABELLÁN Bruselas 10 ABR 2014 - 21:43 CET
Partidarios y detractores del derecho al aborto se enfrentaron ayer acaloradamente en el Parlamento Europeo. La Cámara debatió la segunda iniciativa ciudadana europea, una herramienta que obliga a Bruselas a pronunciarse sobre cualquier causa que reúna un millón de firmas en siete Estados. El documento, que habla de la defensa de la vida desde el momento de la concepción y que pide que la UE deje de financiar la investigación con células madre y frene cualquier ayuda al desarrollo que financie directa o indirectamente la realización de abortos, ha reunido 1,7 millones rúbricas. La Comisión Europea no tiene intención de modificar estas políticas, que cuentan con el apoyo de los Estados miembros, pero deberá presentar una propuesta por escrito antes del 28 de mayo para responder a esta petición.
La iniciativa, que se inició en 2012 promovida por algunos de los eurodiputados más conservadores —como el líder del PP en la Eurocámara Jaime Mayor Oreja o el italiano Carlo Cassini—, y que cuenta con el apoyo de organizaciones contra los derechos reproductivos, llega en un momento en el que el debate sobre el aborto está caliente. El ministro de Justicia español, Alberto Ruiz-Gallardón, ya ha declarado que espera que la restrictiva nueva ley española —permite abortar solo en caso de violación o riesgo para la salud de la mujer— se copie en otros países. Algo que preocupa a algunos como Francia, cuyo Gobierno la definió como un ataque contra la autonomía de la mujer.
Los discursos ultraconservadores se plasman en la iniciativa Uno de nosotros —pide considerar así al embrión— debatida ayer en Bruselas. Sus representantes negaron que su propuesta aludiera al aborto —difícilmente defendible en las instituciones europeas al ser una competencia nacional— y, en su lugar, abordaron temas vinculados como la investigación y la cooperación exterior. Una fórmula, en realidad, de que Bruselas se pronuncie sobre la protección de la vida del concebido. “Desde el momento de la concepción la vida individual comienza y merece respeto”, dijo Patrick Gregor Puppinck, uno de los promotores de la iniciativa, que llegó a comparar aborto y esclavismo.
La diputada Teresa Riera, responsable en el Parlamento Europeo del trámite del gran programa de investigación Horizonte 2020, rebatió las críticas y recordó que ese proyecto recibió el apoyo unánime de todos los grupos políticos. “Los fondos de investigación europeos pueden financiar proyectos con células madre si está permitido en cada país miembro, lo que requiere un proceso de evaluación científica y una rigurosa revisión ética”, subrayó.
“Esta iniciativa pide trasvasar fondos de investigaciones con células madre hacia otras que exploran, por ejemplo, trabajar con células del intestino”, propuso el conservador holandés Peter van Dalen. Jaime Mayor Oreja atribuyó la defensa mayoritaria de este tipo de prácticas “a que hay modas dominantes en Europa”.
En este contexto, la Comisión quiso adoptar una imposible posición neutra. Ni la comisaria de Investigación, Máire Geoghegan-Quinn, como el de Desarrollo Exterior, Andris Piebalgs, entraron en el fondo del asunto. Sus número dos sí fueron algo más explícitos. “No promovemos el aborto con nuestras políticas”, subrayó Markus Cornaro, director adjunto de Desarrollo y Cooperación.
Llamada ‘Uno de nosotros’, busca defender la vida desde la concepción
La UE destinó 321 millones de euros en 2012 a programas de salud sexual y reproductiva en países en desarrollo. Actividades que incluyen formación al personal sanitario, suministro de equipos y medicinas y apoyo a ONG que se dedican a la salud, por lo que, en los países donde es legal, el dinero europeo puede apoyar sistemas sanitarios que practiquen abortos. Bruselas añade que sus proyectos han permitido 7,5 millones de nacimientos en buenas condiciones sanitarias en 10 años.
Numerosos activistas acudieron a la sesión pública para manifestar su disgusto por la iniciativa. “Estamos en 2014 y hablamos de trasladar a las mujeres de nuevo a la Edad Media”, aseguró a este diario Viviane Teitelbaum, presidenta del Lobby Europeo de Mujeres. Irene Donadio, de la red IPPF (Federación Internacional de Planificación Familiar), advirtió de que aceptar la petición ciudadana supondría “recortar fondos y limitar el compromiso europeo con el desarrollo”.
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