Bruselas endurece la lucha contra las nuevas drogas
Estas sustancias se utilizan en la industria y su número se ha triplicado desde 2009
Europa pretende agilizar los trámites para obstaculizar su mercado si es para consumo ilegal
Bruselas ha decidido actuar contra las llamadas nuevas drogas, sustancias psicotrópicas legales que se emplean normalmente con fines industriales pero que cada vez más jóvenes consumen directamente como alternativa a las drogas convencionales. La Comisión Europea ha presentado un proyecto para acelerar la retirada de estas sustancias del mercado cuando se detecte que están siendo utilizadas con fines psicotrópicos.
“Tenemos la responsabilidad de actuar. El sistema vigente no resulta ya adecuado para afrontar el problema”, ha destacado esta mañana la vicepresidenta y responsable de Justicia y Ciudadanía en la Comisión Europea, Viviane Reding. Alrededor de un 5% de los jóvenes europeos emplean estas sustancias, según los datos de Bruselas, con países como Irlanda donde llega al 16%. En España, la cifra queda una décima por debajo de la media. Pese a todo, Reding ha advertido que los datos se basan en encuestas y que podrían estar infraestimados.
La principal pretensión de la comisaria consiste en establecer un mecanismo de acción rápida en la Unión Europea para que se pueda retirar con rapidez del mercado del consumidor final cualquier sustancia que se esté empleando para estos usos. Con el actual sistema, Europol, la policía europea, realiza una propuesta, que tiene que estudiar la Comisión y aprobar los Estados miembros. A partir de ahí, se efectúa una evaluación de riesgos, vuelven a decidir la Comisión y el Consejo y finalmente es cada país miembro el que tiene que trasladar la decisión a su normativa. El proceso se suele demorar dos años.
Con el plan de Reding, si Europol detecta el riesgo, se puede establecer una restricción temporal en el abastecimiento de la sustancia hasta que se evalúe con más tiempo el daño que puede provocar. Eso supondría tomar una decisión “en semanas”, asegura la comisaria.
Luchar contra estas drogas es difícil porque la mayoría de ellas se utilizan en la industria para la fabricación de productos absolutamente legales (aromas, productos antimanchas, componentes de la pintura…). Pero también se etiquetan de manera engañosa para que parezcan sales de baño o productos de herboristería para sortear la ley. El número de sustancias de este tipo detectadas en la UE se ha triplicado desde 2009, hasta representar 73 al año, según las cifras de Reding.
El objetivo es mantener el abastecimiento de esos componentes a la industria y retirarlo del consumo final. Lo más complejo será impedir la distribución por Internet, uno de los principales canales de venta de estos productos.
“Tenemos la responsabilidad de actuar. El sistema vigente no resulta ya adecuado para afrontar el problema”, ha destacado esta mañana la vicepresidenta y responsable de Justicia y Ciudadanía en la Comisión Europea, Viviane Reding. Alrededor de un 5% de los jóvenes europeos emplean estas sustancias, según los datos de Bruselas, con países como Irlanda donde llega al 16%. En España, la cifra queda una décima por debajo de la media. Pese a todo, Reding ha advertido que los datos se basan en encuestas y que podrían estar infraestimados.
La principal pretensión de la comisaria consiste en establecer un mecanismo de acción rápida en la Unión Europea para que se pueda retirar con rapidez del mercado del consumidor final cualquier sustancia que se esté empleando para estos usos. Con el actual sistema, Europol, la policía europea, realiza una propuesta, que tiene que estudiar la Comisión y aprobar los Estados miembros. A partir de ahí, se efectúa una evaluación de riesgos, vuelven a decidir la Comisión y el Consejo y finalmente es cada país miembro el que tiene que trasladar la decisión a su normativa. El proceso se suele demorar dos años.
Con el plan de Reding, si Europol detecta el riesgo, se puede establecer una restricción temporal en el abastecimiento de la sustancia hasta que se evalúe con más tiempo el daño que puede provocar. Eso supondría tomar una decisión “en semanas”, asegura la comisaria.
Luchar contra estas drogas es difícil porque la mayoría de ellas se utilizan en la industria para la fabricación de productos absolutamente legales (aromas, productos antimanchas, componentes de la pintura…). Pero también se etiquetan de manera engañosa para que parezcan sales de baño o productos de herboristería para sortear la ley. El número de sustancias de este tipo detectadas en la UE se ha triplicado desde 2009, hasta representar 73 al año, según las cifras de Reding.
El objetivo es mantener el abastecimiento de esos componentes a la industria y retirarlo del consumo final. Lo más complejo será impedir la distribución por Internet, uno de los principales canales de venta de estos productos.
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