La OMC se suma a la repulsa y condena ante la agresión a una médico del Hospital Infanta Luisa en Sevilla

Sevilla (31/07/2014) - Redacción

La agresión se produjo en el Servicio de Urgencias, donde una mujer que no era paciente del centro hospitalario sevillano utilizó un objeto punzante contra la profesional, que ya ha denunciado lo sucedido y se recupera de las lesiones sufridas

La Organización Médica Colegial (OMC) y el Hospital Infanta Luisa han mostrado su repulsa y condena a todo tipo de agresión sanitaria, en concreto a la ocurrida este martes en el Servicio de Urgencias en este centro hospitalario de Sevilla, donde una médico fue agredida por una mujer.

La agresora, con un presunto trastorno emocional y cierta obsesión con los médicos, preguntó por un profesional sanitario y tras identificarse la doctora, ésta le agredió con un objeto punzante ocasionándole un leve corte en el cuello. El hospital avisó inmediatamente a la Policía, que se personó para neutralizar a la agresora y facilitar el trámite de la denuncia.

Tras el conocimiento de la identidad de la agresora el Hospital Infanta Luisa ha comprobado que no se trataba de una paciente del centro hospitalario. Según informa el hospital, la médico ya ha denunciado la agresión y se está recuperando de las lesiones sufridas.

La OMC, a través de su Observatorio de Agresiones, ha expresado su más energética repulsa ante este incremento paulatino de agresiones a doctoras que en 2013 llegó a equipararse al porcentaje de los hombres con un 50 por ciento.

Bajo el lema 'Contra las agresiones. Tolerancia cero', el Observatorio se puso en marcha por la OMC hace cuatro años, con la colaboración y coordinación de todos los Colegios de Médicos de España, a raíz del fallecimiento de la doctora Mª Eugenia Moreno, una médico residente de 34 años que fue asesinada en 2009 por un paciente cuando se encontraba trabajando en el centro de salud de Moratalla (Murcia).

Las acciones del Observatorio están encaminadas a evitar en la medida de lo posible estas agresiones que suponen una lacra ya que, además de repercutir gravemente en la salud y en la calidad de vida del profesional agredido, afectan de forma sustancial a la actividad sanitaria, uno de los pilares básicos de nuestra sociedad del bienestar.