Mónica Lalanda
Sobre el autor Un comentario y una ilustración. Los 'post' de Mónica Lalanda, especialista de la unidad de Urgencias del Hospital General de Segovia, siempre tienen un objetivo claro: despertar conciencias.
La chica que soñaba con una cerilla y unas recetas (part two)
24 AGO 2011 13:31
A ver, o a mí se me está gastando la neurona crítica o alguien está haciendo algo bien. Como esto se convierta en moda, me quedo sin blog.
Resulta que este verano se ha aprobado en el Consejo de Ministros un Real Decreto para la reducción del gasto farmaceútico; me parece mentira. Allá por finales del 2009, en este mismo espacio digital, hacía yo un repaso-chufla a las recetas mas comunes en la medicina española.
Me van a permitir que me repita un poco, pero esta vez es para ensalzar la evolución hacia una medicina más lógica en la que los recursos, que son limitados, se cuidan.
Receta Toma-y-Daca. Esta es la prescripción médica por la cual un facultativo se siente moralmente obligado a recetar medicamentos con patente o de determinada compañía farmacéutica y ésta, a su vez, le compensa facilitándole la asistencia a cursos, congresos y publicaciones. Hasta aquí hemos llegado, con la prescripción de genéricos o del producto mas barato, la elección queda fuera de nuestras manos. Ahora lo siguiente será diseñar una manera adecuada de mantener a los médicos al día.
Receta Kunta-Kinte. Por esta versión de receta, el especialista hospitalario difiere la responsabilidad prescriptora a sus colegas especialistas de Atención Primaria. Normalmente, mediante una nota ilegible y sin grandes explicaciones, el doctor H obliga al doctor AP a avalar con su firma una primera prescripción que no es suya, teniendo que asumir de forma involuntaria esta responsabilidad y sus consecuencias, además de consumir un tiempo que, ya de por si, no tiene. Pues miren, esta receta continúa y no tiene buenas perspectivas; el doctor AP se ha acostumbrado a ser la secretaria del doctor H. Feísimo.
Receta Cow-Boy o a punta de pistola. Esta es la receta a la que nos vemos coaccionados por el paciente que demanda del médico un papelito con el nombre esotérico y sin duda milagroso de una poción curativa. Esta receta es ya historia. Sentirse amparado por el sistema para negarse a recetar bálsamos de Fierabrás es una bendición. “A ver señora, que dice la ministra que no le puedo dar esto”.
Receta del Toquemerroque. Esta es una variedad hospitalaria por la cual una receta involucra a varios médicos sin su participación directa, pero a través de un pacto voluntario. Suele conllevar la participación de residentes que, por su condición formativa, no pueden hacer recetas ni dar altas, pero debido a la presión asistencial y en beneficio del paciente hacen ambas. Con la introducción de la receta electrónica, se acabaron las recetitas con sellos desteñidos y firmas ininteligibles de las que nadie responde. Siglo XXI.
Receta de la vecina. Esta variedad no es responsabilidad del médico pero está profundamente arraigada en nuestra cultura latina. La vecina te asegura que tus síntomas le han pasado a ella igualico, igualico y que le han recetado Esparanchiguanmol cápsulas y se le pasó en un pispás. Existen dos variedades, la solidaria vecina comparte su caja de Esparanchiguanmol cápsulas o tu farmaceútico, que te conoce de toda la vida, se hace cómplice y te vende una caja íntegra para ti solito y sin receta. Pues a partir de ahora las cajas vendrán con el número justo de pastillas y el control más estricto dejará a la vecina capaz sólo de compartir recetas de la termomix o algo. Enorme ganancia.
Receta Duracel. Que dura y dura y dura. En el 54% de los hogares españoles se mantiene la tendencia a guardar las dosis sobrantes y utilizarlos 'a posteriori'. Cualquier hogar español que se precie guarda más medicinas que muchos hospitales africanos. La receta de la vecina y la Duracel están intrínsecamente relacionadas. A partir de ahora los cajones de los armarios de los baños españoles serán solo para los rollos de papel higiénico, el secador y las toallas limpias... inaudito, oiga.
Receta Cajatonta. Esta suele ser una receta nocturna y sin médico. Uno se sienta delante de la tele con esa ilusión que aún nos mantiene de que algún día puedan echar algo medianamente bueno. Entonces comienzan las ristras absurdas de anuncios de medicamentos que prometen que nos sentiremos menos doloridos, más guapos, con menos mocos, más jóvenes,con deposiciones mas blandas, picaduras menos picajosas y erecciones mas satisfactorias. Las medicinas como objeto de lujo. Aquí tengo malas vibraciones de que esta receta no se va a disminuir sino a multiplicar por 1000. Intuyo que si las compañías farmaceúticas no pueden acceder a la voluntad de los médicos, irán en busca del paciente directamente. Tiempo al tiempo, que lo mismo este blog tiene 'part three'.
En fin, que ahora sólo queda convencer a la señora María de que el gelocatil y el paracetamol son lo mismo y esto, créanme, va a ser la batalla más dificil.
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