viernes, 19 de agosto de 2011

"Fui y compré pepinos españoles" · ELPAÍS.com

Guerra y su equipo estudiaron qué antibióticos usar para aislar el brote letal de E. coli que causó miles de infecciones en Europa.- PATRICIA SEVILLA CIORDIA

"Fui y compré pepinos españoles" · ELPAÍS.com: ENTREVISTA: Viene de primera página... el brote de 'E. coli' BEATRIZ GUERRA Bacterióloga del Instituto de Evaluación de Riesgo de Berlín
"Fui y compré pepinos españoles"

JUAN GÓMEZ 19/08/2011

- En mayo, un brote letal de E. coli en Alemania desató la alarma sanitaria en la UE. Se acusó falsamente al pepino español de ser el origen. Las exportaciones se hundieron.

Solo hace un par de semanas que terminó oficialmente "el periodo más intenso de trabajo" en la vida de Beatriz Guerra. La bióloga, nacida en León hace 42 años y educada en Asturias, se dedica desde hace 10 a estudiar las resistencias bacterianas contra los antibióti-cos en los laboratorios del Instituto de Evaluación de Riesgos (BFR) en Berlín, uno de los cuarteles generales de la lucha contra el brote infeccioso de Escherichia coli que esta primavera provocó la infundada alarma sanitaria internacional contra los pepinos españoles. ¿Cómo reaccionó Guerra ante la acusación? "Comprando una bolsa de pepinos españoles", dice riendo.

"Hubo presiones políticas desde los despachos hasta los laboratorios"

El 23 de mayo se declaró el estado de crisis en el BFR de Berlín. La población estaba enfermando por una infección de posible origen alimentario. Dos semanas después se delimitaba la fuente del problema: las autoridades daban con una plantación de brotes vegetales germinados en Bienenbüttel (Baja Sajonia) como probable origen de la infección que se había extendido ya por el norte de Alemania. Fue un poco tarde. El 26 de mayo, la senadora de Sanidad de Hamburgo, Cornelia Prüfer-Storcks, había apuntado a un culpable que luego se demostró falso: se habían encontrado bacterias en unos pepinos importados de España. El enorme eco, alentado por la esperanza de haber dado con la solución al enigma del E. coli, provocó que se hundieran las exportaciones de hortalizas españolas. El 31 de mayo, cuando la bacteria ya había causado 14 muertos y mantenía enfermos a más de 300, Prüfer reconoció que no habían dado con bacterias del serotipo O104:H4, que es el que puso en jaque a las autoridades sanitarias de la primera potencia económica y científica de Europa. El daño, no obstante, ya estaba hecho. Y el ridículo, también. Ni siquiera Guerra sabe bien qué había en aquellos pepinos.

Como sus colegas de la Clínica Universitaria de Hamburgo, Guerra no mantenía contacto con el Instituto de Higiene de Hamburgo que lanzó la falsa alarma. Aquellos días se revelaron problemas de coordinación entre los diversos institutos públicos que luchaban contra el brote. También en el BFR percibían "las presiones políticas y públicas" para que se lograra detener la bacteria letal. Alcanzaban "desde los despachos hasta los laboratorios", cuenta.

La bióloga confirma que la bacteria apenas era conocida hasta entonces. Se especuló con todo tipo de posibilidades: una vez descartado el posible origen español de la infección, algunos medios sensacionalistas sugirieron incluso que podía tratarse de un ataque terrorista. "Serían terroristas de lo más hábiles, porque la bacteria lo tiene todo: resistencias a los mejores antibióticos y capacidad de permanecer mucho tiempo en el intestino", sonríe incrédula Guerra.

¿De dónde viene, entonces? La asturiana ve probable que una bacteria enteroagregativa (estomacal) adquiriera varias cualidades de una bacteria hemorrágica en un intestino humano. La primera, típica de humanos, puso el 80% del material para el nuevo serotipo O104:H4. Su alta toxicidad y las resistencias contra los antibióticos las adquirió de otras bacterias enterohemorrágicas, posiblemente de origen animal.

Luchando contra la crisis sanitaria, Guerra se percató de la efectividad de las redes sociales "para sumar inteligencias". Una vez descifrado el código genético de la bacteria, había que interpretarlo. Se logró con aportaciones procedentes de todo el mundo a través de Internet. La tarea de Guerra era "dar ideas de qué antibióticos usar o descartar para aislarla". Su equipo investigó "en el mínimo tiempo posible" si alguna de los cientos de bacterias pendientes de estudio este año era la buscada.

Según el Instituto epidemiológico Robert Koch, murieron 50 personas por el brote. Otras 4.300 sufrieron la agresiva infección bacteriana, cuya virulencia no tiene precedentes conocidos en Europa. El origen de todo se sitúa en semillas procedentes de Egipto.

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