lo sanitario y lo social deben colaborar
Un abordaje sociosanitario eficaz es difícil a corto plazo
En el abordaje de la cronicidad, y concretamente en la consecución de una estrategia, hay más preguntas abiertas que respuestas fiables. En cuanto a la coordinación sociosanitaria, es mucho más difícil de lo que se cree; el día a día de ambos servicios es muy diferente.
José A. Plaza | 23/01/2012 00:00
Roberto Nuño, Rosario García de Vicuña, de La Princesa, y Fernando Rodríguez. (DM)
Lo comentado en una jornada sobre la reorientación del sistema sociosanitario en la atención a crónicos, organizada por el Hospital La Princesa con la colaboración de MSD, ha dejado una sensación de que queda mucho por hacer y de que el trabajo es más complejo de lo que se pueda creer. Alcanzar una estrategia no será fácil.
Fernando Rodríguez, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid, prefiere construir la casa desde los cimientos y ha sugerido unas pocas ideas que, a su juicio, deben formar parte de cualquier tipo de estrategia: "Existencia de un claro liderazgo político, elaboración de un documento estratégico en un tiempo razonable, creación de un proceso participativo, aparición de financiación específica y, cuando se lleve a cabo, llegar a un marco en el que se noten sus efectos".
¿De qué ocuparse?
Sobre estas bases habría que estudiar la especificidad del abordaje de los crónicos. Rodríguez, hastiado de lo que llama "el síndrome del Observatorio", cree que hay que ir más allá y ha citado cuatro puntos sobre los que cimentar la iniciativa.
El primero alude al alcance de la estrategia. ¿De qué debe ocuparse? A su juicio, ha de tener un enfoque poblacional, no tomar necesariamente elementos de estrategias de salud pública y centrarse en los servicios sanitarios. Entre las opciones, crear una estrategia de estrategias (ya hay muchas sobre enfermedades concretas) no sería acertado: "Mejor algo complementario y centrado en la coordinación asistencial y el autocuidado".
No podía dejar de aparecer la coordinación sociosanitaria, que lleva tiempo citándose como trasunto de éxito asegurado. Pero no es tan fácil, según Rodríguez: "Contamos con un ministerio que alberga ambas partes, pero, por debajo, los sistemas de prestación se servicios sociales y sanitarios son muy diferentes; hay una enorme separación entre ambos en la práctica".
El segundo punto al que se ha referido es "el espinoso asunto de la estratificación social". Se ha preguntado, entre dudas, si realmente existe un sistema para clasificar a los pacientes que garantice intervenciones eficaces. El tercero alude a la evidencia y, concretamente, a la posibilidad de discernir si una medida funciona o no: "Los estudios realizados al respecto son de hace muchos años, y falta información sobre los servicios prestados por la primaria". Además, no se deben olvidar los factores culturales y psicosociales: "La mitad de los pacientes no quieren entrar a formar parte de sistemas que parecen funcionar. ¿Por qué? Hay que averiguarlo". Como cuarto punto ha propuesto no patrimonializar la estrategia en un solo colectivo profesional.
Prohibido equivocarse
Rodríguez no entiende por qué "se tiende a creer que las soluciones para el abordaje de la cronicidad están fuera de lo sanitario". Opina que, en ocasiones, puede ser cierto, pero que no se puede generalizar; el problema es saber cuándo la solución es sanitaria, cuándo social, y cuándo conjunta. Sin tener ninguna panacea, sí sabe qué no se debe hacer: "Equivocarse. Si lo hacemos y adoptamos medidas caras, mañana tendremos que prescindir de lo básico".
Por su parte, Roberto Nuño, del Instituto Vasco de Innovación Sanitaria, ha coincidido con Rodríguez en observar "muchas preguntas y pocas respuestas". Tiene claro que hay que cambiar el modelo, pero no tanto si la transformación debe ser moderada o radical. Evaluar más y hacer nuevos estudios para conocer hasta qué punto es eficaz el apoyo comunitario son dos de sus consejos.
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