DERECHOS HUMANOS | Acusaciones de terrorismo
Denuncias contra Turquía por encarcelar a científicos
Protestas ante la corte de Silivri, donde se juzga a varios acusados de traición.| Reuters
- Expertos en derechos humanos acusan al Gobierno de juicios sin garantías
- Una comisión internacional considera que médicos e ingenieros son inocentes
- Se les acusa de delitos de terrorismo y traición
Durante varias semanas, tres investigadores de la Red Internacional de Derechos Humanos de Academias y Sociedades Científicas (IHRN) visitaron Turquía para interesarse por varios científicos que permanecen encarcelados bajo acusaciones de terrorismo y traición. La comisión internacional asegura que dichos encarcelamientos son injustos y denuncia que forman parte de un boicot del gobierno de Tayyip Erdogan contra la clase académica e intelectual del país.
El Nobel de Economía Peter Diamond, junto a Carol Corillon (directora de dicho comité de derechos humanos) y Hans-Peter Zenner (cirujano de una universidad alemana) visitaron el pasado mes de febrero a ocho científicos detenidos en las prisiones turcas de Sincan y Silivri. Entre los prisioneros hay ingenieros, rectores de universidad, médicos y sociólogos; uno de ellos, Fatih Hilmioglu, puso en marcha un centro de trasplante hepático en la localidad de Malatya; otro de ellos Nihat Sargin, está acusado de propaganda comunista por sus relaciones con el partido de los trabajadores (Turkish Worker Party); o Veli Lök, que fue encarcelado tras denunciar los malos tratos que recibían en prisión los detenidos por defender los derechos humanos, algo similar a lo ocurrido con el doctor Cumhur Akpinar, forense encargado de examinar a los detenidos que denunciaban malos tratos.
Tras entrevistarse con ellos, con las autoridades turcas, con familiares y amigos de los intelectuales, esta comisión de derechos humanos ha emitido un informe de 85 páginas en las que concluye que ninguno de ellos tuvo un juicio justo y que no hay pruebas que los relacionen con los actos de terrorismo o traición de los que se les acusa. Por ello, esta comisión (que representa a 79 sociedades científicas de todo el mundo) pide su inmediata liberación o la repetición del juicio, en el que algunos han recibido condenas de hasta 20 años. "El sistema bajo el que estos colegas han sido condenados, está lejos de cumplir los estándares internacionales de justicia", apuntan con dureza.
El informe, muy crítico con la actuación del gobierno turco, también recuerda que estos seis casos son una muestra representativa de cientos e incluso miles de intelectuales, académicos o militares turcos que están siendo condenados sin las suficientes garantías judiciales. De hecho, la IHRN denuncia que el encarcelamiento de científicos e intelectuales se ha convertido desde 2007 en un arma política en Turquía, donde Erdogan pretende acabar con la oposición de estas elites del país que piden un estado laico.
Uno de los científicos encarcelados, Kemal Güruz, trató de quitarse la vida el pasado 14 de junio en la prisión de Sincan, en Ankara. "Esperemos que este tipo de informes hagan que la situación sea más visible", ha señalado por su parte Emrah Altindis, biólogo molecular en la Universidad de Harvard (EEUU) y autor de una carta de denuncia publicada en la revista 'Science'. No es el único frente que tiene abierto el gobierno de Erdogan contra la ciencia. Desde que las protestas comenzaron en Estambul el pasado mes de junio, otras voces se han alzado contra la represión policial ejercida contra los manifestantes. Según la denuncia publicada en la revista 'The Lancet', las fuerzas del orden no han tenido reparo en atacar incluso a médicos que estaban atendiendo a heridos en las protestas.
"Turquía ha pasado en los últimos años a los primeros puestos de países que acosan y encarcelan a científicos", concluye Eugene Chudnovsky, del Comité de Científicos Preocupados (CCS, según sus siglas en inglés), una ONG con sede en Nueva York (EEUU).
El Nobel de Economía Peter Diamond, junto a Carol Corillon (directora de dicho comité de derechos humanos) y Hans-Peter Zenner (cirujano de una universidad alemana) visitaron el pasado mes de febrero a ocho científicos detenidos en las prisiones turcas de Sincan y Silivri. Entre los prisioneros hay ingenieros, rectores de universidad, médicos y sociólogos; uno de ellos, Fatih Hilmioglu, puso en marcha un centro de trasplante hepático en la localidad de Malatya; otro de ellos Nihat Sargin, está acusado de propaganda comunista por sus relaciones con el partido de los trabajadores (Turkish Worker Party); o Veli Lök, que fue encarcelado tras denunciar los malos tratos que recibían en prisión los detenidos por defender los derechos humanos, algo similar a lo ocurrido con el doctor Cumhur Akpinar, forense encargado de examinar a los detenidos que denunciaban malos tratos.
Tras entrevistarse con ellos, con las autoridades turcas, con familiares y amigos de los intelectuales, esta comisión de derechos humanos ha emitido un informe de 85 páginas en las que concluye que ninguno de ellos tuvo un juicio justo y que no hay pruebas que los relacionen con los actos de terrorismo o traición de los que se les acusa. Por ello, esta comisión (que representa a 79 sociedades científicas de todo el mundo) pide su inmediata liberación o la repetición del juicio, en el que algunos han recibido condenas de hasta 20 años. "El sistema bajo el que estos colegas han sido condenados, está lejos de cumplir los estándares internacionales de justicia", apuntan con dureza.
El informe, muy crítico con la actuación del gobierno turco, también recuerda que estos seis casos son una muestra representativa de cientos e incluso miles de intelectuales, académicos o militares turcos que están siendo condenados sin las suficientes garantías judiciales. De hecho, la IHRN denuncia que el encarcelamiento de científicos e intelectuales se ha convertido desde 2007 en un arma política en Turquía, donde Erdogan pretende acabar con la oposición de estas elites del país que piden un estado laico.
Uno de los científicos encarcelados, Kemal Güruz, trató de quitarse la vida el pasado 14 de junio en la prisión de Sincan, en Ankara. "Esperemos que este tipo de informes hagan que la situación sea más visible", ha señalado por su parte Emrah Altindis, biólogo molecular en la Universidad de Harvard (EEUU) y autor de una carta de denuncia publicada en la revista 'Science'. No es el único frente que tiene abierto el gobierno de Erdogan contra la ciencia. Desde que las protestas comenzaron en Estambul el pasado mes de junio, otras voces se han alzado contra la represión policial ejercida contra los manifestantes. Según la denuncia publicada en la revista 'The Lancet', las fuerzas del orden no han tenido reparo en atacar incluso a médicos que estaban atendiendo a heridos en las protestas.
"Turquía ha pasado en los últimos años a los primeros puestos de países que acosan y encarcelan a científicos", concluye Eugene Chudnovsky, del Comité de Científicos Preocupados (CCS, según sus siglas en inglés), una ONG con sede en Nueva York (EEUU).
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