El fútbol americano indemniza a miles de exjugadores con daño cerebral
La Liga paga 600 millones para evitar una demanda de 4.500 futbolistas retirados y sus familias
Le culpan de ocultar el peligro de recibir golpes continuados
Los golpes valen dinero y mejor un pacto que fastidiar el negocio. La Liga Nacional de Fútbol Americano, NFL, llegó a un acuerdo inédito para frenar una demanda colectiva que le estaba haciendo un daño inmenso al deporte más popular de Estados Unidos. Conmoción en el país, general y particular. En total, la NFL pagará 765 millones de dólares (unos 600 millones de euros) a más de 4.500 jugadores retirados que reclamaban desde 2011 daños y perjuicios por las secuelas de los traumas y daños cerebrales producidos. Acusaron a la liga, personalmente o sus familias, de ocultar durante muchos años los peligros que corrían por los golpes continuados sin advertirles, por ejemplo, de que podían sufrir un daño irreversible si volvían a jugar sin un mayor descanso después de una conmoción. Casos de demencia, depresión, alzhéimer y suicidios han llevado el problema a un límite que la NFL no podía sostener.
El arreglo, que no solo beneficiará a los demandantes sino también a otros jugadores retirados con problemas neurológicos, contempla reservar algo más del 10% de los 765 millones de dólares para investigación y estudios médicos. En cuanto a las indemnizaciones individuales se pone un límite de cinco millones para los afectados por alzhéimer, cuatro para los fallecidos a quienes se diagnosticó encefalopatía traumática crónica en las autopsias y tres para los que sufren demencia.
El acuerdo se produce antes de la sentencia que una juez federal debía dictar y a una semana de que comience la temporada de partidos. Se evita así una larga lucha legal tras un año de negociaciones, pero se abre una brecha de alcance insospechado para el futuro. ¿Dureza, espectacularidad al máximo en el más puro estilo norteamericano, o salud? La historia tiene su dosis de hipocresía social. ¿De verdad los protagonistas multimillonarios no sabían lo que sucedía? El fútbol-rugby americano no es el boxeo, por ejemplo, pero existen pocos deportes más duros como para no darse cuenta.
Pero aunque no sea el boxeo, las lesiones son similares, dice el presidente de la Sociedad Española de traumatología en el deporte, Fernando Baró, informa Emilio de Benito. “El problema es la repetición de golpes, que puede llevar a demencia o cuadros degenerativos por acumulación de traumas. Y, en casos extremos, la muerte”, afirma. “En España no hay un deporte similar, aunque quizá el caso más parecido, con menos violencia, es el del fútbol, con los cabezazos a la pelota”, añade. Baró opina que la clave del proceso es que son lesiones ocultas, cuyos efectos se acumulan. “A un jugador de baloncesto no se le ocurriría decir que no sabe que hay riesgo de sufrir un esguince de tobillo”, pone como ejemplo.
El acuerdo es una minucia para los ingresos del tinglado que mueve unos 10.000 millones de dólares anuales (algo más de 7.500 millones de euros), y con los derechos de televisión para 2014 a punto de engrosar la cifra. Pero la solución es un reconocimiento absoluto de la NFL —aunque en el acuerdo se excluye el reconocimiento de culpa— a un problema en el que ya no podía mirar más hacia otro lado como está sucediendo con el dopaje. En cuanto el peso de la salud se ha ido imponiendo a los gigantes (como sucede en el béisbol, sin golpes, pero con sus esteroides a todo gas), estos se empiezan a derretir. La gran incógnita será si los tinglados de las antiguas farsas podrán sobrevivir al mismo ritmo de exigencia.
¿Fútbol americano sin golpes? Un comentarista de televisión, entre alarmado e irónico, dijo ayer: “Como se les ocurra hacer lo mismo en el boxeo, acaban con él”. Ya se ha hecho en el boxeo olímpico, donde las protecciones palían los efectos de los golpes, pero no del todo, y nada, por supuesto, en los mentones descubiertos. En el fútbol americano los cascos metálicos tampoco evitan los daños ante choques brutales, lo mismo que puede suceder en los accidentes de carretera. La realidad de los daños es innegable, incluso para la NFL, pero las cargas de ingenuidad de los jugadores también es sospechosa. “El fútbol ha sido mi vida y muy bueno conmigo”, declaró Tony Dorsett, uno de los corredores legendarios de los Dallas Cowboys e integrante de la demanda como una decena de miembros del Salón de la Fama. “Pero cuando firmé un contrato no sabía qué podía pasarme después”.
Todo es discutible. La NFL acordó que para esta temporada los jugadores deberán llevar protecciones en las rodillas y muslos, además de su ya nutrida coraza. Todo para evitar tantas lesiones, naturalmente. La Asociación de Jugadores, sin embargo, se ha quejado por no haber sido consultada. Rodillas y muslos. Realmente el problema de la NFL es de cabeza.
Pero debía de ser mucho. No solo la demencia de Jim McMahon, por ejemplo, ganador de una Superbowl con Chicago Bears, o el mal de Gehrig de Kevin Turner, que jugó en New England Patriots y Philadelphia Eagles, y que tiene solo 44 años. Entre otros muchos. Especialmente, han sido impactantes los suicidios.
El cerebro de Junior Seau mostró que sufría una enfermedad degenerativa cerebral a consecuencia de los traumas repetidos durante sus 20 años de profesional en San Diego Chargers, Miami Dolphins y los Patriots. Se pegó un tiro en el pecho en mayo del año pasado a los 43 años. La familia se presentó en su nombre en la demanda colectiva resuelta con la indemnización millonaria, tras pedir un informe médico por su cuenta y comprobar su estado.
Apenas dos semanas antes, en abril de 2012, también se quitó la vida Ray Easterling, jugador durante ocho temporadas de Atlanta Falcons en los años setenta. Él tenía 63. Los estudios posteriores descubrieron que también tenía encefalopatía traumática degenerativa. Él sí se había sumado personalmente a la demanda contra la NFL.
Los suicidios, sin duda, aceleraron el acuerdo. La NFL se resistía, argumentando en abril de este año que se desestimara la demanda incluyéndola en la negociación de los convenios colectivos y tratando de pasarles la pelota a los equipos.
Lo que añade un matiz aún más proceloso al tema es que la NFL tuvo que intervenir y sancionar al entrenador y varios jugadores de New Orleans Saints hace unos meses al descubrir que el equipo tenía un programa sistemático de defensa a base de golpear estudiadamente a sus rivales. Incluidas sus cabezas. Siempre el circo máximo. Pero hay muchos intereses para que la fiesta deba continuar.
El arreglo, que no solo beneficiará a los demandantes sino también a otros jugadores retirados con problemas neurológicos, contempla reservar algo más del 10% de los 765 millones de dólares para investigación y estudios médicos. En cuanto a las indemnizaciones individuales se pone un límite de cinco millones para los afectados por alzhéimer, cuatro para los fallecidos a quienes se diagnosticó encefalopatía traumática crónica en las autopsias y tres para los que sufren demencia.
El acuerdo se produce antes de la sentencia que una juez federal debía dictar y a una semana de que comience la temporada de partidos. Se evita así una larga lucha legal tras un año de negociaciones, pero se abre una brecha de alcance insospechado para el futuro. ¿Dureza, espectacularidad al máximo en el más puro estilo norteamericano, o salud? La historia tiene su dosis de hipocresía social. ¿De verdad los protagonistas multimillonarios no sabían lo que sucedía? El fútbol-rugby americano no es el boxeo, por ejemplo, pero existen pocos deportes más duros como para no darse cuenta.
Pero aunque no sea el boxeo, las lesiones son similares, dice el presidente de la Sociedad Española de traumatología en el deporte, Fernando Baró, informa Emilio de Benito. “El problema es la repetición de golpes, que puede llevar a demencia o cuadros degenerativos por acumulación de traumas. Y, en casos extremos, la muerte”, afirma. “En España no hay un deporte similar, aunque quizá el caso más parecido, con menos violencia, es el del fútbol, con los cabezazos a la pelota”, añade. Baró opina que la clave del proceso es que son lesiones ocultas, cuyos efectos se acumulan. “A un jugador de baloncesto no se le ocurriría decir que no sabe que hay riesgo de sufrir un esguince de tobillo”, pone como ejemplo.
El acuerdo es una minucia para los ingresos del tinglado que mueve unos 10.000 millones de dólares anuales (algo más de 7.500 millones de euros), y con los derechos de televisión para 2014 a punto de engrosar la cifra. Pero la solución es un reconocimiento absoluto de la NFL —aunque en el acuerdo se excluye el reconocimiento de culpa— a un problema en el que ya no podía mirar más hacia otro lado como está sucediendo con el dopaje. En cuanto el peso de la salud se ha ido imponiendo a los gigantes (como sucede en el béisbol, sin golpes, pero con sus esteroides a todo gas), estos se empiezan a derretir. La gran incógnita será si los tinglados de las antiguas farsas podrán sobrevivir al mismo ritmo de exigencia.
¿Fútbol americano sin golpes? Un comentarista de televisión, entre alarmado e irónico, dijo ayer: “Como se les ocurra hacer lo mismo en el boxeo, acaban con él”. Ya se ha hecho en el boxeo olímpico, donde las protecciones palían los efectos de los golpes, pero no del todo, y nada, por supuesto, en los mentones descubiertos. En el fútbol americano los cascos metálicos tampoco evitan los daños ante choques brutales, lo mismo que puede suceder en los accidentes de carretera. La realidad de los daños es innegable, incluso para la NFL, pero las cargas de ingenuidad de los jugadores también es sospechosa. “El fútbol ha sido mi vida y muy bueno conmigo”, declaró Tony Dorsett, uno de los corredores legendarios de los Dallas Cowboys e integrante de la demanda como una decena de miembros del Salón de la Fama. “Pero cuando firmé un contrato no sabía qué podía pasarme después”.
Todo es discutible. La NFL acordó que para esta temporada los jugadores deberán llevar protecciones en las rodillas y muslos, además de su ya nutrida coraza. Todo para evitar tantas lesiones, naturalmente. La Asociación de Jugadores, sin embargo, se ha quejado por no haber sido consultada. Rodillas y muslos. Realmente el problema de la NFL es de cabeza.
La presión de los suicidios
La Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) siempre ha negado las acusaciones de los daños cerebrales y secuelas que han afectado a los jugadores. Durante años, sin embargo, ha investigado el problema con una comisión dirigida por un reumatólogo. Misterio. La NFL ha conseguido que no se revele lo que sabía tras el acuerdo con el que se ha puesto fin a la demanda.Pero debía de ser mucho. No solo la demencia de Jim McMahon, por ejemplo, ganador de una Superbowl con Chicago Bears, o el mal de Gehrig de Kevin Turner, que jugó en New England Patriots y Philadelphia Eagles, y que tiene solo 44 años. Entre otros muchos. Especialmente, han sido impactantes los suicidios.
El cerebro de Junior Seau mostró que sufría una enfermedad degenerativa cerebral a consecuencia de los traumas repetidos durante sus 20 años de profesional en San Diego Chargers, Miami Dolphins y los Patriots. Se pegó un tiro en el pecho en mayo del año pasado a los 43 años. La familia se presentó en su nombre en la demanda colectiva resuelta con la indemnización millonaria, tras pedir un informe médico por su cuenta y comprobar su estado.
Apenas dos semanas antes, en abril de 2012, también se quitó la vida Ray Easterling, jugador durante ocho temporadas de Atlanta Falcons en los años setenta. Él tenía 63. Los estudios posteriores descubrieron que también tenía encefalopatía traumática degenerativa. Él sí se había sumado personalmente a la demanda contra la NFL.
Los suicidios, sin duda, aceleraron el acuerdo. La NFL se resistía, argumentando en abril de este año que se desestimara la demanda incluyéndola en la negociación de los convenios colectivos y tratando de pasarles la pelota a los equipos.
Lo que añade un matiz aún más proceloso al tema es que la NFL tuvo que intervenir y sancionar al entrenador y varios jugadores de New Orleans Saints hace unos meses al descubrir que el equipo tenía un programa sistemático de defensa a base de golpear estudiadamente a sus rivales. Incluidas sus cabezas. Siempre el circo máximo. Pero hay muchos intereses para que la fiesta deba continuar.
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