l ATS que contagió hepatitis C a 46 pacientes, condenado a 39 años de prisión
El responsable llegó a un acuerdo este verano para no cumplir el máximo de 98 años a los que se enfrentaba por infectar a decenas de personas en cuatro Estados
Eva Saiz Washington 2 DIC 2013 - 20:30 CET1
David Kwiatkowski, el ATS que contagió la hepatitis C a 32 pacientes de varios estados de EE UU ha sido condenado este lunes a 39 años de cárcel por un tribunal de New Hampshire. Kwiatkowski, de 34 años, se declaró culpable este verano de haber inyectado jeringuillas contagiadas con su sangre a centenares de personas desde 2002 como parte de un acuerdo con la fiscalía gracias al que eludió enfrentarse a 98 años de prisión a cambio de una pena de entre 30 y 40 años.
El ATS ha pedido perdón por su comportamiento durante la vista para conocer su sentencia. Kwiatkowski fue diagnosticado con hepatitis C en 2010. En 2002 comenzó a robar analgésicos inyectables para reemplazarlos con una inyección salina contaminada con su propia sangre que después administraba a sus pacientes y continuó haciéndolo incluso cuando se le detectó la hepatitis. El técnico desarrolló esta práctica en los 18 hospitales en los que fue contratado, pese a haber sido despedido de varios de ellos, acusado de robo y consumo de drogas. Kwiatkowski fue detenido en julio de 2012. Desde entonces, 46 personas han sido diagnosticadas con la misma cepa de la hepatitis del ATS.
La acusación había solicitado la máxima condena para el acusado alegando que había provocado “una crisis sanitaria a nivel nacional”. Su defensa defendía la pena mínima de 30 años alegando que los problemas mentales que padece y su adicción al alcohol y las drogas le habían impedido ser completamente consciente de sus actos.
32 de las víctimas de Kwiatkowski fueron infectadas en New Hampshire, siete en Maryland, seis en Kansas -uno de ellos ya ha fallecido- y uno en Pensilvania. El acusado también prestó servicios en centros médicos de Georgia, Nueva York, Michigan y Arizona. El ATS reconoció, durante las negociaciones para llegar al acuerdo con la fiscalía, que había infectado jeringuillas en New Hampshire en 50 ocasiones y que lo hizo 30 veces en Georgia y más de 20 en Kansas.
El caso de Kwiatkowski ha evidenciado fallos de control en el sistema sanitario estadounidense. Pese a que varios de los centros médicos en los que trabajó denunciaron irregularidades en su conducta, entre ellas la sustracción de analgésicos inyectables, nunca se llevó a cabo una investigación exhaustiva de su trayectoria, ni se hicieron constar en su historial laboral, permitiéndole cambiar de hospital con facilidad.
En EE UU no existe ninguna base de datos a nivel nacional que recoja las faltas disciplinarias de los técnicos de hospital, como Kawiarkowski, a diferencia de la estricta regulación a la que están sujetos los médicos. En cuatro de los Estados en los que trabajó el condenado, New Hampshire, Georgia, Pensilvania y Michigan, ni siquiera se requiere una licencia para el puesto que él desempeñaba.
El ATS ha pedido perdón por su comportamiento durante la vista para conocer su sentencia. Kwiatkowski fue diagnosticado con hepatitis C en 2010. En 2002 comenzó a robar analgésicos inyectables para reemplazarlos con una inyección salina contaminada con su propia sangre que después administraba a sus pacientes y continuó haciéndolo incluso cuando se le detectó la hepatitis. El técnico desarrolló esta práctica en los 18 hospitales en los que fue contratado, pese a haber sido despedido de varios de ellos, acusado de robo y consumo de drogas. Kwiatkowski fue detenido en julio de 2012. Desde entonces, 46 personas han sido diagnosticadas con la misma cepa de la hepatitis del ATS.
La acusación había solicitado la máxima condena para el acusado alegando que había provocado “una crisis sanitaria a nivel nacional”. Su defensa defendía la pena mínima de 30 años alegando que los problemas mentales que padece y su adicción al alcohol y las drogas le habían impedido ser completamente consciente de sus actos.
32 de las víctimas de Kwiatkowski fueron infectadas en New Hampshire, siete en Maryland, seis en Kansas -uno de ellos ya ha fallecido- y uno en Pensilvania. El acusado también prestó servicios en centros médicos de Georgia, Nueva York, Michigan y Arizona. El ATS reconoció, durante las negociaciones para llegar al acuerdo con la fiscalía, que había infectado jeringuillas en New Hampshire en 50 ocasiones y que lo hizo 30 veces en Georgia y más de 20 en Kansas.
El caso de Kwiatkowski ha evidenciado fallos de control en el sistema sanitario estadounidense. Pese a que varios de los centros médicos en los que trabajó denunciaron irregularidades en su conducta, entre ellas la sustracción de analgésicos inyectables, nunca se llevó a cabo una investigación exhaustiva de su trayectoria, ni se hicieron constar en su historial laboral, permitiéndole cambiar de hospital con facilidad.
En EE UU no existe ninguna base de datos a nivel nacional que recoja las faltas disciplinarias de los técnicos de hospital, como Kawiarkowski, a diferencia de la estricta regulación a la que están sujetos los médicos. En cuatro de los Estados en los que trabajó el condenado, New Hampshire, Georgia, Pensilvania y Michigan, ni siquiera se requiere una licencia para el puesto que él desempeñaba.
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