OBITUARIO
Jacques Servier, un farmacéutico en el banquillo
Estaba encausado por las muertes atribuidas a uno de sus productos
Jacques Servier creó de la nada uno de los mayores grupos farmacéuticos, los laboratorios Servier, que mantuvo pese al éxito fuera del universo de la bolsa. Empresario a la vieja usanza, tímido y cabezota confeso, era venerado por sus empleados, con los que mantenía un vínculo paternal. Su recorrido de trabajador y hombre hecho a sí mismo le valió la Legión de Honor francesa, que recibió de manos del expresidente Nicolas Sarkozy en 2009. Su nombre quedó sin embargo empañado por uno de los mayores escándalos sanitarios de Francia, el del Mediator, por el que estaba imputado y pendiente de juicio. El farmacéutico murió el pasado miércoles 16 de abril en su domicilio a los 92 años.
Nació el 9 de febrero de 1922 en Vatan, en el centro de Francia, de padre farmacéutico y madre institutriz, pero pronto la familia se mudó a la vecina Orléans donde creció. “Producto de la escuela laica” que sucumbió a la “magia de las medicinas”, como se definía en su libro El Medicamento y la vida, se diplomó en medicina y farmacia. Con apenas 31 años compró un pequeño laboratorio de apenas nueve empleados que elaboraba un jarabe contra la tos. Dos años más tarde abrió su primera unidad de producción y otros cuatro años después su primer centro de investigación en la periferia parisiense.
Pronto consiguió colocar en el mercado varios medicamentos de éxito. Empezó entonces a multiplicar las adquisiciones tanto en Francia como en el exterior. A partir de aquella pequeña empresa forjó con los años el segundo laboratorio de Francia en términos de ventas, por detrás del gigante Sanofi, que en 2013 sumaba un volumen de negocios de 4.200 millones de euros y empleaba a unas 21.000 personas.
Pese al crecimiento, mantuvo siempre a la empresa alejada de la Bolsa, por voluntad de independencia para unos, para mantenerse alejado del escrutinio público para otros. Sus empleados recuerdan sobre todo que el grupo nunca recurrió a los despidos masivos y fue creciendo a su ritmo. En 1980 decidió ceder el capital del grupo —del que poseía el 100% y que dirigió hasta el final— para evitar toda tentativa de compra. “Soy un hombre modesto que nunca se dejó llevar por el vértigo del dólar y que piensa esencialmente en su trabajo”, explicó a los jueces en el marco de la investigación por el caso Mediador.
A partir de finales de los noventa, la empresa se vio sacudida por una serie de escándalos. Primero, la prensa reveló que el laboratorio recurría a antiguos militares para investigar sobre la vida privada de los candidatos a integrar el grupo, pero la justicia desestimó el caso. En 1997 tuvo que retirar del mercado su medicamento Isoméride, un inhibidor del apetito sospechoso de provocar hipertensión arterial y fue condenada a pagar 210.000 euros a una paciente en concepto de daños y perjuicios. Finalmente, en 2009 estalló el caso del Mediator, un antidiabético utilizado también como adelgazante, que según los especialistas podría haber provocado la muerte de hasta 1.800 personas.
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