Viaje mortal del ébola a Malí con una niña y su abuela
Fanta, de dos años y medio, llegó de Guinea enferma y falleció el viernes
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Se llamaba Fanta Kondé y sólo tenía dos años y medio. El pasado viernes murió en un hospital de Kayes, en Malí, a donde llegó tras contagiarse de ébola en Guinea. La pequeña hizo el viaje entre los dos países en varios autobuses en brazos de su abuela, Ami Gueye, con los primeros síntomas de la enfermedad durante el trayecto. Malí, que sigue viviendo los sobresaltos de un conflicto armado de múltiples caras en tres regiones del norte, se enfrenta ahora a un nuevo enemigo, esta vez invisible, que ataca desde el suroeste, un virus que ha demostrado su capacidad de viajar y cruzar fronteras, ya sea en taxi colectivo, en avión o en autobús. La epidemia, está focalizada, por ahora, en Liberia, Guinea y Sierra Leona y, según las últimas cifras de la OMS ha superado ya la barrera de los 10.000 contagios (10.141) y alcanza los 4.922 muertos, más probabilidades existen de que el virus se haga viajero.
La historia de la llegada del ébola a Malí comienza hace algo menos de un mes en un pueblo, Bêla, en el sur de Guinea, una de las regiones del país más afectadas por el virus. Allí vivía Fanta con su padre guineano y su madre maliense, originaria de Kayes. Sin embargo, el padre, que era el presidente del comité local de jóvenes de la Cruz Roja, murió de forma inesperada de un misterioso mal. Según el relato de su esposa, al hombre le salió un ganglio en el cuello y a las 72 horas falleció. Tres días después, la abuela paterna de Fanta moría también tras sufrir un repentino dolor en el pecho que la familia atribuyó a la pena de haber visto morir a su primogénito. Ambos fueron enterrados sin hacerles pruebas, por lo que es imposible saber si fue ébola o no.
En esos días Ami Gueye, abuela materna de Fanta y residente en Kayes (Malí), se trasladó hasta Bêla para acompañar a su hija y sus tres hijos. Tras permanecer allí una temporada decidió regresar a Mali llevándose a la pequeña Fanta. El pasado 19 de octubre, abuela y nieta, iniciaron el viaje en una furgoneta adaptada para el transporte de personas muy común en África occidental. La niña mostró los primeros síntomas (fiebre y sangrado por la nariz) durante el viaje; su abuela le dió un jarabe con paracetamol y le puso algodón en las fosas nasales para contener la hemorragia.
La pequeña viajó 750 kilómetros con fiebre y hemorragia por la narizEl pequeño autobús siguió la ruta pasando por varias localidades y entró en Malí por Kourémalé. Allí, abuela y nieta cogieron otro vehículo que las llevó hasta Bamako, capital del país, donde hicieron una escala de dos horas. En una casa situada frente a la antigua mezquita del barrio de Bagdadji, se asearon, comieron y descansaron un poco antes de continuar su viaje. Llega a Kayes el 20 de octubre y, como la niña no mejoraba, Ami Gueye la llevó al enfermero retirado Amadou Traoré, residente en su mismo barrio, Plateau, de Kayes.
Ante los síntomas de la niña, que continúa con sangrado por la nariz y fiebre alta, el enfermero decidió enviarla al hospital Fousseyni Daou, donde ingresó el martes 21 a las diez de la mañana. La situación de la pequeña se había complicado: tenía 39 de fiebre, sangraba por la nariz, con tos y heces oscuras que apuntaban a alguna hemorragia interna. Surgió la primera sospecha de que podía ser ébola, dada su procedencia. Tras activarse el protocolo de seguridad, esa misma noche se desplazó al hospital un equipo de la Dirección Regional de Salud que ordenó el envío de muestras de la sangre de Fanta a Bamako para su análisis.
Un total de 43 personas han sido puestas en vigilancia o aisladas. El presidente del país no cierra las fronteras
Los resultados llegaron dos días más tarde y el jueves por la tarde el propio ministro de Sanidad informó del primer caso de ébola en Malí. A primera hora de la tarde del viernes, la pequeña falleció en el hospital. Para entonces, el Gobierno ya había confeccionado una lista de 43 personas con las que la menor estuvo en contacto y que han sido puestas en vigilancia o aisladas, entre ellas su propia abuela y miembros de la familia, tanto en Bamako como en Kayes, una decena de trabajadores del hospital y personal sanitario y, lo que es más preocupante y difícil de seguir, viajeros que coincidieron con la niña en su largo viaje de 750 kilómetros desde el sur de Guinea.
El presidente de Malí, Ibrahim Boubacar Keita, intentó lanzar un mensaje tranquilizador a la población el pasado fin de semana, asegurando que desde que comenzó la epidemia “se han adoptado todas las medidas necesarias para protegernos”, para luego admitir que, tal y como se ha visto, “no estamos herméticamente cerrados a este mal”. Pese a ello, aseguró que no pensaba cerrar la frontera con Guinea, aunque sí ha instaurado controles en los aeropuertos. El reto para este país es enorme y la OMS ya ha anunciado el envío de médicos y epidemiólogos para coordinar la lucha contra la ébola.
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