lunes, 20 de octubre de 2014

Congelar óvulos | Opinión | EL PAÍS

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EDITORIAL

Congelar óvulos

Es discutible que el incentivo que ofrecen Apple y Facebook favorezca los intereses de la mujer





Dos de las multinacionales tecnológicas más importantes del mundo, Facebook y Apple, han incluido entre los incentivos que ofrecen a sus empleadas la posibilidad de financiar la congelación de óvulos para posponer la maternidad. No se trata de una ayuda menor: el tratamiento de estimulación ovárica y posterior congelación cuesta alrededor de 8.000 euros, más una cuota de otros 400 anuales por mantenimiento. Las empresas señalan que la edad de maternidad coincide con el periodo de máxima productividad y exigencia en la carrera profesional, y calculan que con esta ayuda podrán atraer a más mujeres en un sector, el tecnológico, con escasa presencia femenina.
En principio, no habría nada que objetar a que una empresa ofrezca a sus trabajadores apoyos de tipo social. Pero la medida ha generado controversia entre los que ven ventajas y los que subrayan los inconvenientes. El planteamiento adopta un discurso explícito de ayuda a la maternidad y de control del calendario de la fertilidad; pero el mensaje implícito que le acompaña es que un embarazo es difícilmente acomodable a los altos niveles de competitividad y exigencia profesional, y que para poder progresar profesionalmente hay que posponer la maternidad, cuando no renunciar a ella.
Es posible que esta idea esté ya interiorizada y muchas mujeres se acojan al incentivo. Pero hay que recordar que la solución que se ofrece es incierta. Las técnicas de congelación de óvulos están lejos de garantizar la maternidad. Se recomiendan, como mal menor, para mujeres con cáncer cuya fertilidad puede verse afectada por la quimioterapia. Para conseguir un embarazo que dé lugar al nacimiento de un bebé, el óvulo ha de salir bien parado de la congelación, debe ser después fecundado in vitro (algo que no siempe se consigue) y superar el procedimiento de la implantación uterina, fase en la que muchos tratamientos de fecundación asistida fracasan. El resultado no es seguro.
Dado el valor de tendencia que marcan ciertas empresas, hay que ponderar bien los efectos que tendría la generalización de un planteamiento así, que no debe considerarse un método de conciliación de la vida laboral y familiar, pues implica aceptar la idea de que maternidad y éxito profesional no son compatibles. Bastante se ha resentido ya la natalidad en los países avanzados por las dificultades de conciliar.
El problema es más complicado que dar facilidades a las mujeres hasta que puedan encontrar el momento adecuado para ser madres. La protección de la maternidad interesa en primer lugar a las mujeres, pero no solo a ellas; concierne a toda la sociedad. En lugar de buscar fórmulas más o menos atractivas que esquivan el problema, Gobiernos y empresas deben estudiar muy en serio medidas que hagan realmente compatible la profesión y la maternidad en la edad más idónea para ella —y sobre la que la mujer pueda tener capacidad de decisión— y no cuando sea ya demasiado tarde.

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