Miércoles 21 de agosto de 2013 | Publicado en edición impresa
No hay en el país un protocolo para los bebes intersexuales
Se les hace un estudio de cromosomas y los padres deciden cuándo operarles los genitales
Este planteo, que hubiera resultado impensado hace sólo un par de décadas, se ha instalado con fuerza en los últimos años en la legislación argentina sobre la cuestión de género. Sin embargo, cuando en el país nace un bebe con sexo indefinido, no existe un protocolo acerca de cómo deben actuar los padres y los médicos.
Como la ley obliga a inscribir a todos los recién nacidos en categorías de "varón" o "mujer", según explica el doctor Horacio Rey, director en el servicio de Urología del hospital Durand, el único servicio de la ciudad en el que se realizan cirugías de cambio de sexo, los pediatras recurren a un análisis cromosómico. Según sean los resultados -XX o XY- los padres deciden si avanzan con una cirugía o si esperan unos años a que, más allá de lo que digan los cromosomas, uno de los sexos se manifieste y el otro se atrofie.
La incidencia de casos en el país es desconocida. Según precisa el sexólogo Adrián Helien, autor del libro Cuerpos equivocados (Paidós) y responsable del equipo de atención a personas trans del gobierno de la ciudad, que atiende en el hospital Durand, a nivel global se estima que uno de cada 2000 niños que nacen tiene simultáneamente características sexuales masculinas y femeninas en grados variables.
Claro que estas cifras provienen de los Estados Unidos, y en la Argentina no existen estadísticas fiables en la materia.
Antes se los llamaba hermafrodita o seudohermafroditas. Pero se los dejó de llamar así por su carga estigmatizante. A nivel mundial se habla de niños intersexuales.
"Existe una nueva tendencia en el mundo de respetar el proceso identitario de las personas. Antiguamente se ligaba la identidad a lo genital. Después, a lo cromosómico. Pero hoy se sabe que la identidad es un proceso más complejo, que tiene una base biológica, pero que se descubre o se construye en la infancia", apunta.
La ley de identidad de género, que rige desde mayo de 2012, incorporó a la legislación local el criterio de la autopercepción de la identidad para definir el sexo. Esto permite que la persona que siente que vive en "un cuerpo equivocado" saque un nuevo documento. Desde entonces, unas 3000 personas han tramitado un cambio de género en su documento. Además, en el servicio del Durand, según detalló Rey, se han operado unos 18 pacientes y hay otros 200 en tratamiento hormonal y psicológico para ser sometidos a una cirugía de cambio de sexo. Sin embargo, la lista de espera de personas para iniciar el proceso de cambio de sexo tiene un año de demora.
En la provincia de Buenos Aires, el servicio de Urología del hospital Ricardo Gutiérrez de La Plata, a cargo del doctor César Fidalgo, maneja cifras similares. Hasta hace poco eran los únicos servicios públicos que realizaban esta operación. Ahora se incorporó un hospital del partido de San Martín.
Sin embargo, la ley de identidad de género no contempló la situación de los niños intersexuales, ya que indica que una persona puede solicitar la modificación física o legal de sexo, aunque no admite la posibilidad de no inscribir a los recién nacidos en una categoría distinta a la de hombre o mujer.
"Cuando nace un niño intersexual no es recomendable hacer una intervención temprana para que entre en una categoría varón-mujer. Ningún médico puede arrogarse el derecho de adjudicarle la identidad a un niño o niña con un bisturí. La evidencia clínica nos marca que no siempre es así. Y después, los daños son mayores", dice Helien.
"No existen personas sin sexo definido. Antiguamente, se los llamaba hermafroditas, pero en realidad son seudohermafroditas, porque siempre uno de los dos sexos se atrofia y el otro se desarrolla. Cuando aparecen dudas sobre los genitales de un recién nacido se le realiza una cromatina sexual. Y sobre la base de eso se le ayudará médicamente a tener la identidad genómica -explica Rey-. Otra cosa son las personas trans, que dicen tener una identidad opuesta a la de su cuerpo. En esos casos, se le realizan estudios psicológicos, pero la mayoría de estos pacientes no llegan a operarse. Una cosa es el deseo y otra cosa la realidad."
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