Si acabar con los incidentes asociados a fármacos, principal causa de los efectos adversos, fuera cuestión de instalar un software, probablemente hace tiempo que estos problemas se habrían convertido en cosa del pasado. Por desgracia, queda mucho trabajo por delante y hay que ponerse en marcha. The Health Foundation, entidad sin ánimo de lucro que evalúa la calidad del sistema sanitario británico, ha estudiado toda la evidencia disponible en esta materia para identificar sobre qué factores hay que incidir para minimizar los errores de medicación.
Combinar el uso de sistemas de receta electrónica con programas informáticos de ayuda a la prescripción puede reducir los errores de medicación a la mitad, según algunos estudios; otros dicen que la clase de errores que se evitan con la informatización de la prestación farmacéutica son insignificantes, y los hay que alertan de que esta digitalización puede generar nuevos tipos de problemas, especialmente si los sistemas no permiten ver el historial farmacológico completo u otra información relevante.
- La formación genérica ayuda a disminuir el impacto de los errores en los pacientes
Tras revisar más de 10.000 artículos y localizar 123 que cumplían los criterios de inclusión, la principal conclusión que se extrae del metanálisis
Evidence scan: reducing prescribing errors, realizado por The Health Foundation, es que no basta con la informática para producir una reducción efectiva en la que es la principal causa de efectos adversos: los errores de medicación.
Por ello, según la fundación, "para reducir estos incidentes es preciso realizar especial hincapié en el factor humano", algo que puede realizarse desde cinco aspectos diferentes: entrenando a los profesionales, seleccionando al personal adecuadamente, rediseñando el entorno, adaptando el equipamiento y definiendo las habilidades que debe adquirir el profesional para desarrollar adecuadamente su actividad.
- Colaborar con enfermería en el proceso prescriptivo reduce la posibilidad de equivocarse
En esta línea, The Health Foundation cita un estudio español,
Educational strategy to reduce medication errors in a neonatal intensive care unit, realizado por el Hospital de Cruces, de Vizcaya, y publicado en Acta Paediatrica (Acta Paediatr. 2009;98(5):782-5). En él se muestra cómo "la educación para reducir los errores de prescripción debe encaminarse hacia los profesionales más cualificados", estrategia que logró reducir la tasa de errores de prescripción del 21 al 3 por ciento.
No obstante, además de a los médicos, hay que implicar a todos los eslabones profesionales que forman la cadena del medicamento, desde las enfermeras a los mozos de almacén, pasando, por supuesto, por los farmacéuticos. Sobre éstos sugiere The Health Foundation incidir especialmente, dado que "hay evidencia que muestra cómo implicar a los farmacéuticos en la reducción de errores es efectivo, especialmente en el ámbito hospitalario". A esto se suman "las cada vez más numerosas investigaciones que avalan esta implicación también en atención primaria".
El mayor problema que ha encontrado la entidad es que "la mayor parte de los estudios realizados hasta el momento se centran en identificar las causas y paliar las consecuencias de los errores una vez que se han cometido. La verdadera brecha que hay que cubrir es la que existe en la literatura sobre cómo prevenir los incidentes, mejorando la seguridad y la fiabilidad del propio proceso de prescripción de fármacos".
HABILIDADES ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DE LA PRESCRIPCIÓN
La evidencia muestra que recurrir a formación específica y al desarrollo de iniciativas de entrenamiento de habilidades para reducir errores de medicación puede hacerse de dos formas distintas: cuando se trata de disminuir los incidentes durante el proceso de prescripción, resultan más efectivas las entrevistas cara a cara y los grupos de trabajo. Por contra, la formación genérica -incluso desde el pregrado- y la puesta en marcha de campañas específicas minimiza las posibilidades de que los errores, una vez cometidos, causen un daño grave a los pacientes. Así, las charlas cara a cara con farmacéuticos o con profesionales formados para ello mejoran la calidad de la prescripción, al igual que el envío de cartas, folletos y documentación personalizada, acompañado de llamadas de seguimiento. En lo que respecta a la formación a estudiantes, las sesiones de entrenamiento y simulación tienen un alto impacto en la mejora de la confianza para notificar errores, pero no reducen apenas la posibilidad de cometerlos. En cambio, realizar sesiones educativas para profesionales en ejercicio disminuye notablemente las tasas de equivocaciones en la prescripción.IMPLICAR A LOS FARMACEÚTICOS DESDE LA CAMA DEL PACIENTE
La mayor parte de los estudios realizados sobre reducción de errores después de la prescripción hablan sobre el papel del farmacéutico y se han realizado en Estados Unidos dentro del ámbito hospitalario. Dentro de las tareas específicas que se atribuyen al personal de farmacia en la minimización de efectos adversos está la comprobación de las recetas y el contacto directo con el prescriptor para aclarar dudas; visitar las salas de asistencia para revisar los informes y advertir a los médicos sobre particularidades de pacientes concretos; buscar incompatibilidades entre los fármacos consumidos habitualmente por los pacientes y los recetados en el hospital, y dar a los pacientes información sobre la medicación tras el alta. Los farmacéuticos deben también implicarse en el desarrollo de las entrevistas cara a cara y la formación específica en prevención de errores para los médicos. The Health Foundation ha revisado también los pocos estudios disponibles sobre la implicación de otra categoría profesional en la prevención de errores: enfermería. Los sistemas de prescripción colaborativa, donde la enfermera introduce los datos y el médico los verifica, pueden reducir las equivocaciones hasta un 40 por ciento.SISTEMAS QUE AYUDAN A TOMAR DECISIONES PERO SIN MOLESTAR
Los sistemas de prescripción electrónica ayudan a reducir los errores; aunque no todos los estudios realizados son concluyentes, algunos sitúan esta disminución en el 50 por ciento. Lo que sí parece claro es que minimizan los problemas causados por la escritura a mano y las transcripciones incorrectas, además de agilizar el proceso y mejorar la gestión de la farmacia. Más controvertidas resultan las herramientas informáticas de ayuda a la toma de decisiones en prescripción, fundamentalmente por falta de evidencia sobre su efectividad. La mayor parte de los trabajos se han enfocado a describir el proceso de asistencia a la toma de decisiones sin prestar apenas atención a los resultados clínicos de la ayuda y las alertas. Además, de nuevo entra en juego el factor humano: pocos estudios analizan cómo interactúan los profesionales con los programas, y aspectos como su diseño, los cambios que provocan en el trabajo, los tipos de alertas -activas, que bloquean el proceso, y pasivas, cuyo impacto es mínimo- y el contexto en que se usan pueden convertirse en la clave de su éxito o su fracaso. También el profesional en sí: los médicos con más experiencia tienden a ignorar los avisos de estos programas.
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