hay que elevar la exigencia de las evidencias
146 prácticas médicas para olvidar
La literatura médica de los últimos años cuestiona prácticas rutinarias. El sistema de publicación científica, detrás del 'inflado' de los estudios.
Sonia Moreno/Raquel Serrano. Madrid | 29/07/2013 00:00
¿Cuántos de los procedimientos médicos y quirúrgicos que se realizan de forma rutinaria deberían revisarse o, directamente, abandonarse? Por lo menos, 146. Es la propuesta concreta que hace un grupo de médicos estadounidenses tras analizar los estudios publicados entre 2001 y 2010 en The New England Journal of Medicine, la revista médica con mayor factor de impacto. Vinay Prasad, de los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses (NIH), ha coordinado este metanálisis donde se concluye que el 40 por ciento de prácticas generalizadas en la clínica y el quirófano reevaluadas en New England en la última década no ofrecían beneficios: "No es que fueran prácticas que una vez funcionaron y se han superado, sino que nunca llegaron a funcionar. Fue un error adoptarlas, nunca ayudaron a los pacientes y han erosionado la confianza en la medicina", sentencia Prasad.
De los 1.344 estudios publicados en The New England en ese periodo que evaluaban prácticas médicas, sólo un 27 por ciento (363) analizaban estrategias clínicas (diagnósticas y terapéuticas) establecidas, e incluso algunas recomendadas; el 73 por ciento restante, la gran mayoría, se centraban en procedimientos nuevos, lo que para Prasad es "muy valioso, pero saber si lo que hacemos está bien o mal es igualmente crucial para la atención del paciente".
El 40,2 por ciento de los trabajos evaluados (146 de 363) señalaban que el procedimiento era ineficaz ó cuestionable; mientras que el 38 por ciento reafirmaba su valor, y el 21,8 por ciento no fueron concluyentes, según los datos del análisis que Prasad publica en Mayo Clinic Proceedings, y que destaca como el mayor realizado sobre prácticas médicas revisables. Entre esas prácticas rebatidas se encuentran, por citar algunas, la angioplastia con stent en la enfermedad coronaria estable, la terapia hormonal para reducir riesgo cardiovascular en mujeres postmenopáusicas y el catéter arterial pulmonar en pacientes en choque.
El objeto de este trabajo no es explicar por qué una práctica médica que no funciona bien se generaliza, pero John Ioannidis, especialista en Salud Pública de la Universidad de Stanford (California), aporta algunas pistas, en un editorial que acompaña al análisis de Prasad. Ioannidis achaca parte de la culpa a la política de las publicaciones, que favorece la exageración de los buenos resultados o del peso de estudios con muestras pequeñas. El experto confía en que estos 146 casos se conviertan en "ejemplos de éxito" al transmitir a los investigadores clínicos y a los médicos más avezados que "el status quo actual consiste en que hacer menos es más. Si aprendemos de esos ejemplos, unos resultados aparentemente decepcionantes podrían ser muy útiles para reducir daños en los pacientes y costes en el sistema sanitario".
Los ejemplos, en realidad, podrían constituir el inicio de una lista mucho más larga. Según los cálculos de Ioannidis, la muestra utilizada por Prasad supone menos del uno por ciento de todos los ensayos aleatorizados que se han publicado en la pasada década (se estima que habrá más de 10.000 al año).
Si se extrapola la proporción hallada en el trabajo, habría varias decenas de miles de estudios, de los 23 millones que pululan por PubMed, que estarían aconsejando la revisión de diferentes práticas médicas.
Al margen de las impresionantes cifras, las medidas a adoptar ante resultados como éste buscan recordar que tan importante es la identificación de los procedimientos ineficaces, como su adecuada difusión, para que clínicos, profesores y alumnos tomen nota, y, como concluye Ioannidis, que "quizá haya que exigir un mayor nivel de evidencia antes de establecer recomendaciones de impacto".
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