“El ePaciente y las Redes Sociales”
Un nuevo libro español -descargable y gratuito- que hace un recorrido por el impacto de los ePacientes en la salud.
Salud 2.0
En el libro “El ePaciente y las Redes Sociales” han participado cerca de 30 autores de prestigio nacional e internacional y expertos en multiples áreas (p.e., salud pública, derecho, psicología). A lo largo de más de 300 páginas y 27 capítulos el libro hace un recorrido por el impacto de los ePacientes en la salud. La estructura del libro es la siguiente:
■ Introducción y dos prólogos
■ La web como fuente de conocimiento (5 capítulos)
■ Comunidades virtuales de pacientes (4 capítulos)
■ Salud integrada: Pacientes y profesionales mejor comunicados (6 capítulos)
■ Catalizadores y barreras hacia el futuro (5 capítulos)
■ Recursos adicionales (4 capítulos)
*Descargue el libro completo o los capítulos de su interés haciendo
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Prólogo click aquí
Alain Ochoa
Especialista en Marketing, Comunicación y Salud en Diariomedico.com,
alain.ochoa@gmail.com, @alainochoa
1. Internet y sociedad
Cuando pensamos en Internet, la primera imagen que nos viene a la cabeza es uno de esos rankings televisivos con los vídeos más vistos de YouTube: niños dándose golpes tontos, adolescentes teniendo caídas aún más tontas, y algún que otro gatito haciendo playback. Sólo hay otras dos acepciones de Internet que surgen de forma espontánea: “repositorio mundial de pornografía” y “peligroso para los menores”.
Hasta que nuestra vida cambia.
David de Bronkart lo define como un momento de revelación, un instante preciso en el que uno pasa de que su salud le preocupe “lo normal”… a que le importe de verdad. A que quiera saber de memoria los resultados de todos sus análisis desde que nació. Y comprender qué significa cada cifra. Ese instante suele coincidir con el diagnóstico de algo malo, muy malo o incluso sin esperanza. De Bronkart estuvo en el extremo más sombrío de esa balanza cuando le diagnosticaron un cáncer que tenía aparejada una mediana de supervivencia de apenas seis meses.
Entonces quiso saberlo todo de su historial clínico, sus enfermedades anteriores, el tipo de tumor a que se enfrentaba, los nuevos tratamientos, las historias de otros enfermos parecidos. ¿Y por dónde empezó? Por Google, naturalmente.
¿Naturalmente? Para cualquier persona nacida a partir de 1990, Internet es algo que ha estado siempre ahí. Pero, incluso para los demás, es fácil olvidar que Google sólo existe desde hace 12 años (nació como proyecto de investigación en 1996 y como empresa en 1998); sin embargo, se ha convertido en algo tan omnipresente que los angloparlantes ya lo conjugan como verbo. La Red en su conjunto no estalló como medio masivo hasta los noventa, pero el mundo ya es inconcebible sin ella. Por Internet se puede ir al banco, hacer la compra, pasar por la librería, pagar a Hacienda.
Se pueden enviar y recibir cartas, fotos, vídeos, canciones. Se puede saber qué menú ponen en los diez restaurantes que te rodean mientras das un paseo, llamar por videoconferencia, consultar mapas ultradetallados de cualquier lugar… De un primer vistazo, parece el invento supremo: una tecnología que sirve para todo. Era cuestión de tiempo que la utilizáramos para lo que más nos importa: nuestra propia salud.
Al fin y al cabo, ya es parte de nuestra vida cotidiana: más de la mitad de toda la población española se conecta a Internet; además, la mayoría de los que utilizan la Red lo hacen prácticamente a diario.
Introducción
Y, al usarla a todas horas y para todo… la hemos transformado en algo semejante a nosotros mismos. Por eso se ha vuelto social. O mejor dicho, la hemos hecho social.
El hombre, animal social
No hemos podido evitarlo. Los primates son animales sociales por definición y lo eran mucho antes de que se inventase el ordenador. El antropólogo británico Robin Dunbar llega a afirmar que la primera red social nació antes que el lenguaje… cuando los primeros homínidos se desparasitaban mutuamente [4]. Su teoría es que los homo sapiens, como otros primates, se acicalaban y realizaban diversos cuidados los unos a los otros, lo cual era una sutil forma de transmitir qué posición ocupaba cada uno en el grupo y quién era aliado de quién. Hoy, nos hacemos seguidores de alguien en Twitter, lo citamos en nuestro blogroll o le felicitamos el cumpleaños en Facebook. Y estamos atentos a ver quién nos sigue a nosotros y quién nos cita. Las herramientas cambian; la conducta, no tanto.
Dunbar también es conocido por haber establecido un número que lleva su nombre. En su opinión, hay un límite cognitivo a la cantidad de relaciones sociales estables que una persona puede gestionar y ese límite está en unos 150 [5]. En efecto, cada vez hay más debate sobre la profundidad de las relaciones que aporta Internet en una era en que uno puede tener fácilmente miles de “amigos” en diversas webs.
¿Cuántos son gente con la que de verdad puede uno contar?
Pero el número de Dunbar es una teoría muy contestada. Hay quienes afirman que ese “150, más o menos” es la respuesta a una pregunta equivocada. El enorme potencial de las nuevas relaciones virtuales parece estar en las poderosas ventajas de los llamados vínculos débiles. A lo largo de los años, diversos estudios y autores han sugerido que las conexiones sociales más informales –los conocidos de nuestros conocidos– son mucho más útiles a la hora de encontrar trabajo o resolver problemas de todo tipo. Es así porque los vínculos más fuertes y estables tienden a relacionar a un individuo con los entornos que ya conoce, mientras que los llamados débiles pueden abrirle puertas y perspectivas que van mucho más allá. De forma similar, la actividad online no suplanta ni sustituye a los amigos de toda la vida –al menos, no en individuos sanos– sino que añade nuevas relaciones. Pone en contacto a personas de todo el mundo con los mismos intereses o los mismos problemas, de forma que pueden intercambiar desde apoyo emocional hasta un aprendizaje mutuo, con una escala que hace unos años hubiera sido categóricamente imposible.
IntraMed - Arte y Cultura - “El ePaciente y las Redes Sociales”: - Enviado mediante la barra Google
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