viernes, 26 de junio de 2015

Dra. Marisa Aizenberg: Por primera vez en el país, dos hombres tuvieron un hijo con un vientre prestado

Dra. Marisa Aizenberg: Por primera vez en el país, dos hombres tuvieron un hijo con un vientre prestado



Posted: 25 Jun 2015 11:24 AM PDT
Lo lograron gracias a un tratamiento de fertilización asistida. Utilizaron un óvulo donado y el embrión lo gestó una amiga que prestó su vientre.
               
Nacho y Leo, papás de Juan Pablo. Por primera vez dos hombres tuvieron un hijo con un vientre prestado. (María Eugenia Cerutti)Papá, papá y un hijo de tan solo 15 días. “Es como enamorarse de nuevo”, dicen a dúo, embelesados por la ternura del bebé. Le acarician sus pequeñas manos, se preguntan si debería estar más abrigado y calculan el tiempo que falta para que tome su próxima mamadera. Están felices por haber podido formar una familia, por haber cumplido un sueño que creían imposible. En los últimos cuatro años buscaron y analizaron distintas alternativas para poder ser padres: adoptar en el país o en el exterior, o alquilar un vientre en Estados Unidos o en la India. Finalmente eligieron el camino que consideraron “certero”: el pequeño Juan Pablo fue concebido en el vientre de una amiga de la pareja que, desinteresadamente, se ofreció para gestar el embrión que incluyó un óvulo donado.

El nacimiento del hijo de Nacho (34) y Leo (42) es un caso inédito de maternidad subrogada. ¿Por qué? Porque es el primer caso en el que dos hombres tienen un hijo gracias a la ovodonación y a una madre sustituta, todo realizado en el país. Es que si bien hay antecedentes de parejas homosexuales que fueron padres, esos embarazos se realizaron a través de vientres alquilados en el exterior, algo que está prohibido en el país. 

Hace 8 años que Nacho y Leo están juntos. Las ganas de crecer, de multiplicarse, de tener trascendencia, “de no llegar a viejos y estar solos”, como ellos mismos repiten, se hicieron fuertes hace cuatro años. Se casaron el año pasado, cuando Juan Pablo llevaba cuatro semanas en la panza sustituta. “Nos casamos embarazados, de apuro”, bromean. Y las risas dejan paso a la emoción que rápidamente se observa en sus ojos: “Soñamos con ser padres, algo que nuestras familias y amigos siempre apoyaron”, dicen con alegría y recuerdan que la gran noticia la dieron en Nochebuena.

El tratamiento se realizó por completo en Halitus, uno de los principales centros especializados en reproducción asistida de la Capital, donde aseguran que no paran de recibir consultas de parejas hetero y gay para someterse a este tipo de procedimientos. “Desde abril de 2013 recibimos 83 consultas, de las cuales 17 corresponden a parejas gay. Se hicieron 10 tratamientos, de esos embarazos uno no prosperó, hubo 6 nacimientos –uno de esos bebés es Juan Pablo, el único de una pareja de dos hombres– y quedan dos en curso”, detalla a Clarín, Sergio Pasqualini, director del centro.

“Desconocíamos esta posibilidad de ser padres. Y los tres (incluida la madre sustituta) pudimos transitarla con mucha seguridad”, cuentan a Clarín.
               
Lo hicieron con el apoyo del equipo médico dirigido por la doctora Florencia Inciarte, la contención psicológica de Patricia Martínez y el asesoramiento legal de la abogada especialista en derecho internacional de familia, Fabiana Quaini.

Pero esta historia no termina aquí y seguirá camino en la Justicia. Es que en principio, en la partida de nacimiento de Juan Pablo figura como madre la mujer que dio a luz (la legislación argentina considera madre a la mujer que da a luz). Y como padre, uno de los dos hombres. Ese documento será impugnado y judicialmente se pedirá que lleve el nombre de los dos papás.

Dicen que se trata de un caso no regulado. “Es necesario rectificar la partida de nacimiento del niño. Pero estamos ante un caso en el que falta una regulación expresa que autorice”, explica Quaini.

La cuestión médica tampoco fue fácil. Hubo dos intentos de transferencia de embriones que fallaron:en enero de 2014 y a los cuatro meses. Y en ese momento hasta se pensó en cambiar de gestante. Pero la tercera fue la vencida. “Se transfirieron dos embriones con espermatozoides aportados por los dos integrantes de la pareja, sin saber cuál es de quién”, apunta Pasqualini. Nacho y Leo aclaran: “No es importante saberlo, como tampoco queremos saber de la procedencia del óvulo donado. Queremos ser padres. Nada más”.

Con esa convicción, vivieron el embarazo: estuvieron en los controles, ecografías, y por supuesto en la sala de parto. “Fue increíble. En la vida podremos agradecerlo”.

Fuente: Clarín

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