La mitad occidental de la península concentra los valores más altos de radón
Un 10% de los edificios de esta zona superan los umbrales recomendados
Científicos de la UNED y el CSN elaboran el primer mapa de la presencia del gas
Entre el 3% y el 14% de los tumores pulmonares se deben a este agente, según la OMS
Jaime Prats Valencia 16 JUL 2013 - 19:17 CET
El radón es un gas inodoro, incoloro, insípido y radiactivo de origen natural que se encuentra en el suelo. También es cancerígeno: niveles elevados se relacionan con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de pulmón. Por ello, existe un umbral fijado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que recomienda no superar en viviendas las concentraciones medias anuales de 300 bequerelios por metro cúblico (bq/m3).
El primer mapa elaborado para delimitar la presencia de este gas en la península, que publica el Journal of Radiological Protection, ha detectado que un 10% de los edificios de toda Galicia, el oeste de Asturias, la zona más occidental de Castilla y León, Extremadura, y territorios noroccidentales de Andalucía superan los niveles recomendados por el CSN. También presentan valores altos zonas de la sierra de Madrid, puntos de Cataluña y de Pirineos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que entre el 3% y el 14% de los tumores pulmonares están provocados por la inhalación de radón, que ya se considera la segunda causa de este tipo de neoplasias por detrás del tabaco. La mayor o menor presencia de este gas depende fundamentalmente de la naturaleza geológica del terreno ya que el gas se produce por la desintegración del uranio presente en las rocas y el suelo.
Del suelo, el gas se transmite a los edificios por grietas en los cimientos, y se suele acumular en los sótanos y las plantas bajas. Los investigadores autores del trabajo, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y el CSN, destacan que el hecho de que un edificios esté afectado no implica que haya una presencia excesiva del gas en todo el inmueble, sino en las zonas inferiores. En la segunda planta, por ejemplo, los valores registrados se reducen a la mitad de los detectados en los pisos más bajos. Aunque la concentración en los sótanos supone un riesgo: existe la posibilidad de que el gas se extienda por fenómenos de convección o de difusión.
Por ello, el Ministerio de Fomento está elaborando un documento para incluir la protección frente al radón en el código técnico de edificación e introducir elementos que combatan la presencia del gas en los edificios. Por ejemplo, mediante el uso de mecanismos de extracción de aire o de membranas impermeabilizadoras.
"Este es el primer mapa en el que se identifican a nivel peninsular las áreas con riesgo de radón", ha señalado Alfonso García-Pérez, investigador del departamento de Estadística, Investigación Operativa y Cálculo Numérico de la UNED y uno de los autores del trabajo. "La investigación podrá servir de base para el desarrollo de regulación y normativa nueva", añade García-Pérez.
A partir de los resultados obtenidos, el CSN tiene previsto desarrollar una regulación específica destinada a abordar la situación de las poblaciones que se asocien de forma más relevante a altos niveles de radón por sus características geológicas, según recoge el trabajo.
El primer mapa elaborado para delimitar la presencia de este gas en la península, que publica el Journal of Radiological Protection, ha detectado que un 10% de los edificios de toda Galicia, el oeste de Asturias, la zona más occidental de Castilla y León, Extremadura, y territorios noroccidentales de Andalucía superan los niveles recomendados por el CSN. También presentan valores altos zonas de la sierra de Madrid, puntos de Cataluña y de Pirineos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que entre el 3% y el 14% de los tumores pulmonares están provocados por la inhalación de radón, que ya se considera la segunda causa de este tipo de neoplasias por detrás del tabaco. La mayor o menor presencia de este gas depende fundamentalmente de la naturaleza geológica del terreno ya que el gas se produce por la desintegración del uranio presente en las rocas y el suelo.
Del suelo, el gas se transmite a los edificios por grietas en los cimientos, y se suele acumular en los sótanos y las plantas bajas. Los investigadores autores del trabajo, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y el CSN, destacan que el hecho de que un edificios esté afectado no implica que haya una presencia excesiva del gas en todo el inmueble, sino en las zonas inferiores. En la segunda planta, por ejemplo, los valores registrados se reducen a la mitad de los detectados en los pisos más bajos. Aunque la concentración en los sótanos supone un riesgo: existe la posibilidad de que el gas se extienda por fenómenos de convección o de difusión.
Por ello, el Ministerio de Fomento está elaborando un documento para incluir la protección frente al radón en el código técnico de edificación e introducir elementos que combatan la presencia del gas en los edificios. Por ejemplo, mediante el uso de mecanismos de extracción de aire o de membranas impermeabilizadoras.
"Este es el primer mapa en el que se identifican a nivel peninsular las áreas con riesgo de radón", ha señalado Alfonso García-Pérez, investigador del departamento de Estadística, Investigación Operativa y Cálculo Numérico de la UNED y uno de los autores del trabajo. "La investigación podrá servir de base para el desarrollo de regulación y normativa nueva", añade García-Pérez.
A partir de los resultados obtenidos, el CSN tiene previsto desarrollar una regulación específica destinada a abordar la situación de las poblaciones que se asocien de forma más relevante a altos niveles de radón por sus características geológicas, según recoge el trabajo.
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