jueves, 4 de abril de 2013

Dos de cada tres europeos defiende un sistema de salud pública | Sociedad | EL PAÍS

Dos de cada tres europeos defiende un sistema de salud pública | Sociedad | EL PAÍS

Dos de cada tres europeos defiende un sistema de salud pública

El apoyo al Estado de Bienestar es el vínculo más fuerte entre los ciudadanos del Viejo Continente

Los españoles, entre los que más exigen a las instituciones y los que más critican el capitalismo

 


Protesta en Madrid contra los recortes anunciados por el Gobierno en julio. / Gorka Lejarcegi
 

¿Existe Europa? ¿Qué tienen en común los 500 millones de ciudadanos del Viejo Continente? Pese a las diferencias y tensiones entre los países de siempre que afloran en tiempos de crisis, los europeos coinciden en que confían en las administraciones públicas como garantes de la salud de la población y el control de la economía. Habrían abucheado al presidente de EE UU John F. Kennedy cuando, en 1961, declaró: "No os preguntéis qué puede hacer vuestro país por vosotros. Preguntaos qué podéis hacer vosotros por vuestro país", porque exigen al Estado que vele por los más desprotegidos y que asegure la igualdad, aún más en tiempos de crisis y recortes en las prestaciones públicas que disparan el descontento con los Gobiernos.


Todos por el Estado de Bienestar

Dos de cada tres europeos están de acuerdo en que es preferible una sociedad con un amplio sistema de seguridad social, aunque implique tener que pagar impuestos más altos, según un estudio realizado por la Fundación BBVA con 15.000 encuestas en 10 países entre los que no hay ningún país rescatado (en el caso de España, el rescate fue para la banca). El porcentaje se dispara en los países nórdicos (Suecia, Dinamarca y Países Bajos) y España hasta superar el 80% y llega al 75% en Francia. El Estado tendría que tener mucha importancia a la hora de proporcionar cobertura sanitaria a todos los ciudadanos para un 65% de los europeos (86% de los españoles), asegurar una pensión suficiente para las personas jubiladas para un 62% (85%), controlar los beneficios de los bancos para un 55% (77%) y garantizar los depósitos de los ahorradores para un 47% (70%, en el caso de España). En el otro extremo, los checos, polacos y británicos prefieren pagar menos impuestos aunque suponga tener un sistema de seguridad social más limitado.



Fuente: Fundación BBVA. / EL PAÍS


El debate sobre austeridad o inversión pública para salir de la crisis divide a la opinión pública europea: el 39% cree en los ajustes para cuadrar las cuentas públicas, mientras el 40% piensa que hay que mantener o aumentar el gasto para estimular el crecimiento. España es el país que menos duda ante esta pregunta: un 21% aboga por el ahorro frente al 59% que preferiría inversión y casi el 20% de indecisos. En cuanto a las medidas concretas, la subida del IVA es la más impopular: los españoles la valoran con un 1,2 en una escala de 0 a 10 y la media de los europeos con un 2,3. Lo correcto sería, para los ciudadanos, limitar los ingresos de los ejecutivos de los bancos, regular más a las entidades financieras, subvencionar o incentivar la contratación de los jóvenes y aumentar los impuestos a los que más ganan.


Fuente: Fundación BBVA. / EL PAÍS


¿Quién tiene la culpa de la crisis?
El desempleo es el principal problema de su país para los ciudadanos de todas las nacionalidades de la encuesta, excepto los daneses y los británicos, cuya principal preocupación es la economía en general (crisis, déficit y falta de crecimiento). La cantidad de ciudadanos preocupados por el paro es, sin embargo, muy distinta en función de los países: frente al 65% de españoles que creen que es el principal problema de su país, se trata del 47% en el caso de los italianos, el 46% de los franceses y el 14% de alemanes.

Pese a que todos los países perciben que la crisis económica es grave o muy grave en Europa, la recesión la zona euro no se atribuye a un único responsable: los países que la sufren en menor medida, los del Norte, creen que la culpa la tienen los del Sur. Lo piensa casi un 90% de neerlandeses, alrededor del 85% de suecos y alemanes y casi el 80% de daneses, frente al 56% de italianos y la mitad de los españoles.

Por lo que hace a instituciones políticas y económicas, los responsables de la crisis del euro son muchos, y con mucha culpa: los bancos (para un 89,5%), los políticos (89%), los Gobiernos de los países (86,5%), los dirigentes de la UE (80%), las compañías financieras (79,5), el Banco Central Europeo (75,6%), seguidos de agencias de calificación, empresas multinacionales, Fondo Monetario Internacional, empresarios... todos con mucha o bastante responsabilidad para más del 60% de encuestados. En España, donde los porcentajes son similares al resto de Europa, destacan también las empresas de la construcción para tres de cada cuatro ciudadanos.

La desafección contra el sistema capitalista ha crecido también con la crisis: "La economía de mercado es la causa de las desigualdades sociales". Los europeos defienden con un 6 esta afirmación, en una escala de 0 a 10, pese a que todos creen que la economía de mercado se sigue considerando el sistema más conveniente para los países. El paso al euro no se percibe como un cambio positivo para la economía de los países, aunque los ciudadanos no son proclives a volver a las antiguas monedas. Los ciudadanos de países que no utilizan el euro celebran el hecho de mantener sus monedas y creen que les ha permitido mantenerse al margen de la crisis. La sensación es, en general, de que Europa está enfangada, pero la vuelta atrás sería peor.


Los políticos españoles suspenden con un 1,5, los europeos, con un 3
Ante todas estas reclamaciones, las respuestas de las administraciones son más bien frustrantes. La confianza en las instituciones es baja en Europa e inferior en España. Se salvan las universidades: los españoles confían en ellas (7 sobre 10) y los europeos también (6,5). En la media del continente aprueban también el ejército, los tribunales de cada país, las empresa nacionales, las asociaciones ecologistas, la ONU y las ONG. En España, ninguna más. Sindicatos, Gobierno, bancos y partidos políticos están por debajo del 3. Los políticos como profesionales, suspenden con un 1,5 en España y un 3 en la UE. Aunque los están mal valorados desde 2005, a partir de 2009 su valoración ha caído en picado.

La democracia también suspende en el conjunto de países europeos, con un 4,9 sobre 10. Dinamarca y Suecia tienen la percepción más alta de este sistema, mientras España e Italia tienen la más baja. El voto se sigue percibiendo, sin embargo, como la principal herramienta de participación en la vida pública del país. Los europeos están bastante de acuerdo con la frase "la gente como yo no tiene influencia real en las decisiones políticas" (en un 6,5 en una escala de 0 a 10). La afiliación a los partidos políticos es muy baja en todos los países. Se constata, además, que a más edad, más simpatía con estas formaciones, mientras los jóvenes no se identifican con ellas.


La crisis nos saca a la calle
Dinamarca, Suecia y Países Bajos, seguidos de Alemania, son los países donde los ciudadanos tienen una apreciación más alta de la esfera pública –son más participativos y leen más periódicos–, frente a España e Italia. Todos afirman estar interesados en la información tanto internacional, como europea como local (entre 6 y 7 en una escala de 0 a 10), aunque a la hora de leer los periódicos, la diferencia es abismal: un 72% de los suecos leen la prensa –en internet o papel– al menos una vez al día, frente al 31% de los españoles –un 34% declara no leerla casi nunca–.

A pesar de que estas características son duraderas en la cultura de los distintos países, la coyuntura actual modifica algunos comportamientos, como la participación ciudadana en manifestaciones y peticiones. Un 21% de italianos y españoles ha participado en alguna movilización contra la crisis económica en los últimos 12 meses, frente al 3,5% de los suecos, y el 17% y el 15%, respectivamente, en alguna protesta contra la gestión del Gobierno o la situación política. La firma de peticiones en campañas es la forma de participación más habitual, un 24% de los europeos lo han hecho en el último año.

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