El Ayuntamiento de Barcelona detecta 2.865 escolares con malnutrición
La Generalitat prepara un plan para hacer frente a los casos más apremiantes
Ivanna Vallespín Barcelona 6 JUN 2013 - 01:56 CET218
La presencia de niños malnutridos es una realidad en las escuelas catalanas, que se han convertido en el primer nivel para detectar y asistir a alumnos que llegan al centro sin haber desayunado o que apenas cenan. El Ayuntamiento de Barcelona envió el pasado diciembre una circular a los 500 centros públicos y concertados de la ciudad para conocer la magnitud del problema. Se detectaron 2.865 niños con una alimentación deficiente, el 1,7% de los escolarizados, según el Consistorio. “En los dos últimos años hemos tenido casos graves, con algún desmayo de un niño. También tuvimos que llamar en dos ocasiones a una ambulancia por malnutrición de otros alumnos”, describe con dureza Francesc Freixanet, director de la escuela Antaviana, en el humilde barrio barcelonés de Les Roquetes.
La directora de la escuela Sant Josep Oriol, Núria Garcia, en el popular barrio de La Trinitat Nova, explica que hay indicios claros que ayudan a identificar problemas de alimentación. “A veces, te puede venir un niño con dolor de estómago por la mañana. Si preguntas, a lo mejor descubres que lo último que ha comido es un bocadillo a las siete de la tarde”, abunda.
No llevar desayuno a la escuela, ver a un niño picoteando la comida que sobra en el comedor o pidiendo a sus compañeros, que el chaval no esté atento, esté cansado o sin fuerzas son otras señales que ponen en alerta a los profesores. Freixanet recuerda todavía el caso de un estudiante al que encontró hace dos años revolviendo en la basura en busca de comida. “¡Es terrorífico!”, exclama.
Según un estudio de Unicef del año pasado, la pobreza infantil pasó en Cataluña del 18,5% en 2008 al 23,8% en 2010 (aunque seguía por debajo de la media española, 26,2%). Ahora las Administraciones quieren poner nombres y apellidos a los menores necesitados, después de que los últimos meses se hayan sucedido las quejas de profesores y organizaciones sociales sobre el aumento de los niños mal alimentados. "Vimos que las escuelas se quejaban y también, por qué no reconocerlo, que salían casos en prensa. Y pensamos: si está pasando, queremos saberlo", reconoce Àngels Canals, gerente del Instituto Municipal de Servicios Sociales de Barcelona.
A raíz de la circular enviada por el Ayuntamiento Barcelonés, los centros escolares detectaron que había 2.865 casos de niños con problemas de alimentación. Cada uno de ellos fue revisado por los servicios sociales municipales. Resultó que el 61% de esos chavales ya estaban recibiendo apoyo de este departamento. Sin embargo, 703 no recibían la ayuda suficiente, así que el Consistorio les ha auxiliado otorgándoles diferentes tipos de prestación. En algunos casos, pagándoles parte del comedor —las becas solo cubren la mitad del coste del menú, un máximo de 6,2 euros diarios—, pero en otros se ha concedido una ayuda en metálico a las familias para la alimentación de los pequeños. En total, se han destinado 264.200 euros para este curso.
“Es un fracaso social”, sentencia Freixanet, quien explica que ante estas situaciones de necesidad social los profesores acaban destinando parte de su tiempo a tareas burocráticas y de gestión con los servicios sociales, cosa que acaba repercutiendo en el aspecto académico. “Es una lástima, porque los profesores acabamos haciendo de todo y no nos podemos dedicar tanto a lo que realmente es nuestro trabajo, que es reducir el fracaso escolar. Pero lo primero es lo primero: el bienestar de los niños”, subraya el director.
Esta situación de necesidad también se está dando en otros municipios y comunidades. Muchos reclaman iniciativas como la emprendida por Andalucía, que ha implantado un plan para dar tres comidas gratuitas a alumnos desfavorecidos; o la de Canarias, que reforzó las becas de comedor tras detectar que 12.000 niños ya no podían pagar el servicio y ofrecerá 8.000 comidas gratis en verano.
Así, la consejera de Enseñanza catalana, Irene Rigau, anunció ayer que su departamento ha empezado a elaborar un protocolo con el Departamento de Bienestar Social para copiar experiencias como la de Barcelona y preguntar a los centros sobre los problemas de nutrición de alumnos. El proyecto todavía está en fase muy inicial, de modo que todavía no se conocen ni las medidas que se tomarán ni tampoco si contará con dotación presupuestaria adicional.
La crisis está haciendo mella especialmente entre los más pequeños y entidades como la Cruz Roja han creado ayudas para llegar donde no lo hacen las becas de comedor. El programa de la entidad social, puesto en marcha este curso, beneficia actualmente a 670 niños catalanes y tiene una dotación de 200.000 euros. La Generalitat destina este curso 32 millones a estas ayudas, ocho menos que hace tres.
La comunidad educativa (desde Administraciones locales, a las escuelas o las AMPA) se queja de que actualmente las becas comedor son “insuficientes”. De ese modo, con las ayudas menguadas en un momento en que la crisis arrecia y la desaparición de otras ayudas como las de libros, el director de la escuela Antaviana alerta: “El curso que viene será horrible”.
La directora de la escuela Sant Josep Oriol, Núria Garcia, en el popular barrio de La Trinitat Nova, explica que hay indicios claros que ayudan a identificar problemas de alimentación. “A veces, te puede venir un niño con dolor de estómago por la mañana. Si preguntas, a lo mejor descubres que lo último que ha comido es un bocadillo a las siete de la tarde”, abunda.
No llevar desayuno a la escuela, ver a un niño picoteando la comida que sobra en el comedor o pidiendo a sus compañeros, que el chaval no esté atento, esté cansado o sin fuerzas son otras señales que ponen en alerta a los profesores. Freixanet recuerda todavía el caso de un estudiante al que encontró hace dos años revolviendo en la basura en busca de comida. “¡Es terrorífico!”, exclama.
Según un estudio de Unicef del año pasado, la pobreza infantil pasó en Cataluña del 18,5% en 2008 al 23,8% en 2010 (aunque seguía por debajo de la media española, 26,2%). Ahora las Administraciones quieren poner nombres y apellidos a los menores necesitados, después de que los últimos meses se hayan sucedido las quejas de profesores y organizaciones sociales sobre el aumento de los niños mal alimentados. "Vimos que las escuelas se quejaban y también, por qué no reconocerlo, que salían casos en prensa. Y pensamos: si está pasando, queremos saberlo", reconoce Àngels Canals, gerente del Instituto Municipal de Servicios Sociales de Barcelona.
A raíz de la circular enviada por el Ayuntamiento Barcelonés, los centros escolares detectaron que había 2.865 casos de niños con problemas de alimentación. Cada uno de ellos fue revisado por los servicios sociales municipales. Resultó que el 61% de esos chavales ya estaban recibiendo apoyo de este departamento. Sin embargo, 703 no recibían la ayuda suficiente, así que el Consistorio les ha auxiliado otorgándoles diferentes tipos de prestación. En algunos casos, pagándoles parte del comedor —las becas solo cubren la mitad del coste del menú, un máximo de 6,2 euros diarios—, pero en otros se ha concedido una ayuda en metálico a las familias para la alimentación de los pequeños. En total, se han destinado 264.200 euros para este curso.
“Es un fracaso social”, sentencia Freixanet, quien explica que ante estas situaciones de necesidad social los profesores acaban destinando parte de su tiempo a tareas burocráticas y de gestión con los servicios sociales, cosa que acaba repercutiendo en el aspecto académico. “Es una lástima, porque los profesores acabamos haciendo de todo y no nos podemos dedicar tanto a lo que realmente es nuestro trabajo, que es reducir el fracaso escolar. Pero lo primero es lo primero: el bienestar de los niños”, subraya el director.
Esta situación de necesidad también se está dando en otros municipios y comunidades. Muchos reclaman iniciativas como la emprendida por Andalucía, que ha implantado un plan para dar tres comidas gratuitas a alumnos desfavorecidos; o la de Canarias, que reforzó las becas de comedor tras detectar que 12.000 niños ya no podían pagar el servicio y ofrecerá 8.000 comidas gratis en verano.
Así, la consejera de Enseñanza catalana, Irene Rigau, anunció ayer que su departamento ha empezado a elaborar un protocolo con el Departamento de Bienestar Social para copiar experiencias como la de Barcelona y preguntar a los centros sobre los problemas de nutrición de alumnos. El proyecto todavía está en fase muy inicial, de modo que todavía no se conocen ni las medidas que se tomarán ni tampoco si contará con dotación presupuestaria adicional.
La crisis está haciendo mella especialmente entre los más pequeños y entidades como la Cruz Roja han creado ayudas para llegar donde no lo hacen las becas de comedor. El programa de la entidad social, puesto en marcha este curso, beneficia actualmente a 670 niños catalanes y tiene una dotación de 200.000 euros. La Generalitat destina este curso 32 millones a estas ayudas, ocho menos que hace tres.
La comunidad educativa (desde Administraciones locales, a las escuelas o las AMPA) se queja de que actualmente las becas comedor son “insuficientes”. De ese modo, con las ayudas menguadas en un momento en que la crisis arrecia y la desaparición de otras ayudas como las de libros, el director de la escuela Antaviana alerta: “El curso que viene será horrible”.
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