domingo, 23 de junio de 2013

Expertos piden ayudas públicas a la industria - DiarioMedico.com

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En las fases II y III de los ensayos clínicos

Expertos piden ayudas públicas a la industria

Más apoyos en las fases II y III de los ensayos permitirían reducir los costes de las patentes y fabricar fármacos más baratos para el Tercer Mundo.
Santiago Rego. Santander   |  21/06/2013 00:00

XXXIII Jornadas de la Economía de la Salud
Manuel Lobato, Germán Velásquez, Fernando Antoñanzas y Manuel García-Goñi, participantes en la mesa redonda sobre patentes e innovación. (Roberto Ruiz)

Ahora mismo hay pocos principios activos nuevos con resultados clínicos de relieve,  y gran parte de las nuevas patentes proceden de lo que los economistas definen como innovación incremental, es decir, un fármaco ya conocido al que se le añade algún componente nuevo. ¿Qué hacer, pues, en  este tiempo de crisis y recortes? Hay expertos que apuestan por que el sector público ayude a la industria, en las fases II y III de los ensayos, para reducir costes de personal y tecnología -que no de marketing- para lograr medicamentos eficaces y a un "precio razonable" en el Tercer Mundo.
  • La AES ya pidió en un documento de consenso en 2011 que se deje de financiar, parcial o totalmente, medicamentos y productos con escaso valor clínico
La mesa redonda sobre Patentes e Innovación, dentro de las XXXIII Jornadas de la Asociación de Economía de la Salud (AES), sirvió ayer para constatar que el descenso en la I+D+i ha llevado al sector farmacéutico a que apenas haya diferencias entre productos de diferente calidad -innovaciones menores, extensiones y nuevas aplicaciones-, y a que menos del 10 por ciento de las patentes sean "verdaderamente novedosas", según señaló Fernando Antoñanzas, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de La Rioja.

Antoñanzas, que dudó sobre la conveniencia de conceder patentes que no sean "verdaderamente innovadoras", señaló que en el actual escenario de recesión y crisis, la situación obliga a reorientar el modelo de crecimiento y a superar las tentaciones cortoplacistas. "En general, los políticos están preocupados por tomar medidas a corto plazo, y les falta la visión necesaria a largo, pese a que es conocido que la exclusividad de las patentes en medicamentos ha provocado precios altos, derivados muchas veces de un marketing muy costoso, y dificultades, por tanto, posteriores de acceso para la población de los países menos desarrollados".

La propuesta de Antoñanzas no pasó desapercibida para Germán Velásquez, consejero de Salud y Desarrollo del Centro Sur, en Ginebra, para quien "la salud no es una mercancía. Existe incluso un acuerdo internacional que permite a cualquier gobierno retirar una patente y empezar a producir el medicamento en caso de emergencia sanitaria. Por eso no se pueden permitir tantas patentes de medicamentos que aportan muy poco al paciente".


Desfinanciar
A este respecto, Manuel García-Goñi, profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad Complutense, de Madrid, y moderador de la mesa, recordó que la AES ya ha expresado en un documento que es preciso dejar de financiar, parcial o completamente, medicamentos, dispositivos, aparatos, procedimientos y servicios con escaso valor clínico. 
  • El actual escenario de recesión y crisis obliga a reorientar el modelo de crecimiento económico y superar las tentaciones cortoplacistas de los políticos
En cualquier caso, como señaló Manuel Lobato, abogado y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, cualquier inversión sanitaria en I+D tecnológica, requiere de una adecuada protección a través del sistema de patentes: "Gracias a ello, las empresas pueden defender los resultados de sus investigaciones frente a sus competidores y obtener retornos económicos por la explotación directa de los resultados, o bien de la firma de contratos de licencia de explotación con terceros".

Buen ejemplo de ello es que la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual recoge en sus estadísticas sobre patentes que el mayor número de solicitudes corresponde al sector farmacéutico y sanitario en general.
Por su parte, Michele Boldrin, profesor de Economía de la George Washington University, manifestó que el sistema de patentes debería ser abolido "porque sofoca la innovación, y la ventaja de llegar primero al mercado con una nueva tecnología ya es suficiente para garantizar al inventor el retorno de su inversión. No existe evidencia empírica de que las patentes sirvan para aumentar la innovación o la productividad, a menos que se identifique a la productividad con el número de patentes concedidas".

En su opinión, no existe tampoco correlación entre el número de patentes y la innovación farmacéutica. "La evidencia histórica indica que políticas de patente que garantizan fuertes derechos de propiedad intelectual a las primeras generaciones de inventores, pueden desalentar la innovación". Según Boldrin, entre 1983 y 2010 el volumen de patentes concedidas en Estados Unidos se cuadruplicó, mientras que los gastos en I+D y las ganancias de productividad no fueron ni de lejos a ese ritmo. 

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