lunes, 20 de mayo de 2013

Dinero privado en I+D+i: una obligación aún muy dispersa - DiarioMedico.com

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MUCHAS IDEAS, PERO TAMBIÉN INDEFINICIÓN

Dinero privado en I+D+i: una obligación aún muy dispersa

Para llegar al 2% del PIB en 2020, la aportación privada deberá doblar sus números; la pública no crecerá. La Secretaría de Estado promete más estímulos para lo privado ante un sistema de innovación "poco sano".
José A. Plaza. Madrid | japlaza@unidadeditorial.es   |  20/05/2013 00:00 

 

El sector público no da más de sí en I+D+i, porque no quiere y/o no puede, por lo que el privado deberá multiplicarse. Este mensaje, que lleva tiempo haciéndose oír, resuena más fuerte en el Plan Nacional de Reformas: la balanza público-privada se desequilibrará (o al revés, según se mire) y lo privado deberá doblar esfuerzos.

Tendrá que aportar dos tercios del total, lo que significa pasar del 0,60 por ciento que ahora ofrece, al 1,20, mientras que la inversión pública quedará como está, rondando el 0,8 por ciento. La quimera del 3 por ciento se ha dejado de lado y el porcentaje del PIB que se destinará a investigación en 2020 será del 2 por ciento. No todos lo ven con buenos ojos; el PSOE ha dicho que si gobierna volverá al objetivo del 3 por ciento, y la Confederación Española de Sociedades Científicas (Cosce) ve un error fiar tanto a lo privado.

El sector se muestra algo reticente, pero la Secretaría de Estado de I+D+i lo tiene muy claro. Luis Cueto, subdirector general de Fomento de la Innovación Empresarial, cree que "España no tiene un sistema sano de innovación". La UE recomienda que dos tercios de la inversión sean privados, porque su aportación "está más ligada al retorno; la pública es más altruista".

Cueto alude a la sostenibilidad y tira de sinceridad: "La finaciación, de esta forma, no dependerá tanto de los prespuestos estatales, que no son garantistas". Con el País Vasco como "única región" que cumple con los dos tercios, señala el camino: "Debemos basarnos más en ámbitos como biotecnología y salud, y mejorar en estímulos financieros y compra pública innovadora".

Entre las múltiples opciones para atraer lo privado, cita las deducciones fiscales, que ve infrautilizadas (pese a que el mundo empresarial las critique por pocas y complejas): "Por desconocimiento o desconfianza, algunas empresas no acuden a ellas porque creen, erróneamente, que serán más fiscalizadas. Son deducibles hasta 42 euros de 100 aportados en I+D, y hasta 12 de 100 aportados en innovación".


'Contante y sonante'
Hay otro instrumento en boca de muchos: el Patent Box se basa en una minoración de la base imponible por cesión a terceros de tecnología. Supone otro aliciente para el sector privado: "Si se cede tecnología por valor de 100, se pueden declarar ingresos sólo por 50, y llegar en reducciones de hasta seis veces el coste de desarrollo". La meta está clara: como señalaba este periódico al analizar la Estrategia de Investigación, Tecnología e Innovación (ver DM del 5-XI-2012), la I+D+i quiere, y debe, hacerse amiga de la rentabilidad.
La Secretaría de Estado ve novedades positivas en el Plan Nacional de Reformas, que permitirá que "las empresas que invierten cuenten con devoluciones de dinero, aun cuando no tengan beneficios, si tienen crédito acumulado y no han podido aplicárselo. Bajo ciertas circunstancias de inversión y generación de empleo, aún por aclarar, quien haya invertido en I+D+i sin lograr beneficios "podrá recuperar en metálico lo invertido".

Los fondos europeos son otra opción. España "tendrá su propio fondo de cohesión y perderá un 25 por ciento frente a este año, menos de lo esperado, y mantendrá un 75 por ciento de fondos estructurales". Cueto ve la innovación como un oasis: "España pierde en global, pero gana en I+D+i". Añade que podría darse "cierta flexibilización de Hacienda, lo que daría más opciones a la cofinanciacion público-privada".

Este modelo pide impulso, pero ya tiene ejemplos, como Innova Saúde y Hospital 2050, cofinanciados por el Servicio Gallego de Salud, que ha aportado un 20 por ciento de los fondos (el resto lo ha abonado la Secretaría de Estado). Cueto se empeña en dar buenas noticias: "Entre 2014 y 2020, parte de este porcentaje de cofinanciación, diferente en cada región, podrá ser privado". Y concluye: "Al sector privado le interesa. Lo que invierte en lo público se puede multiplicar".

Todas estas opciones se suman a otra gran vía de colaboración público-privada: los fondos Innvierte, del CDTI, que permiten que la cofinanciación privada de ondos públicos alcance el 50 por ciento.

La patronal de compañías biotecnológicas, Asebio, ve un filón en modelos intermedios, un fifty-fifty entre financiación con y sin ánimo de lucro. Jorge Barrero, adjunto a la dirección, añade otra posibilidad: el venture filantrophy, aún casi inédito en España. No sólo busca la rentabilidad económica y, según Barrero, puede asemejarse a uno de los casos españoles más conocidos de dinero privado en investigación: el del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA).

Este organismo de la Universidad de Navarra cuenta entre sus socios con Amancio Ortega, Alicia Koplowitz e Isidoro Álvarez, por poner tres ejemplos conocidos. Junto a otras fortunas, se unieron con varias entidades financieras para meter baza en el sector biomédico.


Crece el 'crowdfunding'
El venture filantrophy se vincula con la RSC, igual que el mecenazgo. Barrero, que trabajó con la exministra Cristina Garmendia en la cartera de Ciencia e Innovación, recuerda que su departamento ya potenció el mecenazgo. El Gobierno actual está en las mismas.

También existe, y crece en relevancia, el crowdfunding, forma de micromecenazgo que une aportaciones individuales para crear una bolsa global de financiación. Ya da resultados, especialmente en enfermedades raras: el mes pasado nació Funds for Research, asociación sin ánimo de lucro que busca financiación biomédica con donaciones particulares. De momento, ha cristalizado en la iniciativa I Lowe You, sobre el Síndrome de Lowe. Asebio trabajará en breve con fórmulas similares: aún hay mucho terreno que abonar.

Del mecenazgo a la inversión directa en centros de I+D públicos

El mensaje político de moda, el de los brotes verdes, llega a la I+D+i. Hay números para el optimismo de quien confía en el sector privado como salvador de la ciencia y la investigación públicas: el 40% de los ensayos clínicos ya cuenta con participación privada, por ejemplo. La consultora Alma Consulting ha hablado con DM del futuro de la colaboración pública-privada; María José Molina, Marta Báez y Alfredo Colombano cuentan que, además del clásico mecenazgo (que puede establecerse como "el modelo dominante de colaboración público-privada"), asoman colaboraciones tipo modelo anglosajón, basadas en la inversión directa en centros de investigación públicos. Destacan que el sector biomédico industrial, muy atomizado, dificulta la financiación de proyectos individuales ("la colaboración con entidades públicas hace posible que los proyectos de I+D salgan adelante") y, no olvidan la UE: el VII Programa Marco y el programa IMI, especializado en salud, son dos buenas bazas.

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