La 'farmacia de los pobres' india desafía al gigante Bayer
Un anticancerígeno que cuesta 4.000 euros al mes tendrá un genérico por 134
Nexavar, un medicamento para el cáncer de riñón e hígado patentado por Bayer, podrá ser comercializado por Natco Pharma con el nombre de Sorafenat, según ha informado en un comunicado la Oficina de Patentes de India. Este es un caso que no se había producido hasta ahora y que sienta precedentes en India, que es considerada “la farmacia del mundo en desarrollo” por la producción de genéricos de calidad a bajo costo.
De acuerdo a las leyes indias de patentes, se puede tomar esta medida cuando un fármaco no está disponible para el público a “un precio accesible” después de tres años de haberle sido otorgada la patente (en este caso fue en 2008). Para compensar los gastos de desarrollo, el fabricante del genérico tendrá que pagar regalías por el 6% de las ventas netas a Bayer, que seguirá teniendo la patente.
El genérico solamente podrá ser vendido en India, donde hay unos 100.000 enfermos que lo necesitan. El tosilato de sorafenib es indicado en casos avanzados de cáncer de riñón e hígado. Bayer vende su medicina por el equivalente a 4.000 euros por mes de tratamiento, mientras que Natco venderá la suya por 134 euros, según el comunicado de la Oficina de Patentes.
La farmacéutica india está obligada a no subir el precio y dar tratamiento gratis a 600 pacientes, entre otras medidas. El fármaco no se considera un medicamento esencial, pero sí que alarga la vida, en caso de cáncer de riñón hasta cinco años y de hígado hasta ocho meses.
“Es un gran paso para que las medicinas estén disponibles y sean asequibles para todos los enfermos”, asegura por teléfono el director de Natco, Bhaskar Narayana. Dice que a partir de ahora “se abre una posibilidad para que se produzcan genéricos de otros medicamentos aun con patentes, pero que están a un precio demasiado alto”.
También los activistas aseguran que este es un buen camino para bajar el precio de las medicinas. “Esta decisión marca un precedente para la esperanza. Nuevas medicinas con patentes pueden ser producidas por farmacéuticas de genéricos a una fracción de su precio pagando regalías. Esto compensa al que tiene la patente, mientras asegura que la competencia baje los precios”, asegura en un comunicado el director de la campaña de acceso a los medicamentos de Médicos sin Fronteras (MSF), Tido von Schoen-Angerer.
"Con el sistema actual, las nuevas medicinas son patentadas y las compañías defienden agresivamente sus monopolios a expensas de los pacientes que no pueden pagar los altos precios", asegura MSF. Esta organización pide que se cambie a un “sistema más equitativo” donde las nuevas medicinas tengan varios productores que paguen regalías al dueño de la patente, para que recupere sus gastos de desarrollo del producto, pero también para que las personas en el mundo en desarrollo tengan acceso a los medicamentos.
Bayer todavía no ha realizado declaraciones al respecto y se negó a dar información mientras el caso estaba en la Oficina de Patentes de India, pero ofreció su medicamento a un precio subsidiado de 457 euros por mes de tratamiento a los pacientes que cuenten con la aprobación de los oncólogos.
Esta medida de dar licencia a un genérico es especialmente importante en India, un país considerado “la farmacia de los pobres” por producir genéricos de calidad. Más del 90% de las drogas que usan los pacientes con VIH son producidos allí.
India no es el primer país que decide romper la patente de un medicamento, aunque sí es la primera vez que se utiliza esta potestad para fármacos anticancerígenos. Brasil en 2007 y Tailandia en 2006 decretaron licencias obligatorias para fármacos antivirales, con el argumento de que necesitaban fabricarlos a bajo precio para combatir la epidemia de sida, informa Emilio de Benito.
La posibilidad está prevista en los acuerdos TRIPS de la Organización Mundial de Comercio, pero estos tienen una estructura perversa. En ellos se autoriza a que un país se salte la patente de un producto si está en una situación de emergencia sanitaria. Pero para poder hacerlo tiene que tener la capacidad de producir el fármaco, ya que es muy difícil que otro se lo venda, porque saltarse una patente puede suponer graves sanciones por parte de los países donde están establecidas las multinacionales farmacéuticas, como acreditaron los papeles de Wikileaks. Por eso solo Gobiernos con cierta capacidad económica pueden arriesgarse –los casos de Brasil y Tailandia-. Cuando uno más pobre, como Guatemala, lo ha intentado, la presión de las grandes potencias le ha hecho dar marcha atrás.
Y esta capacidad económica de los países que lo han intentado siempre ha sido argumentada por los grandes laboratorios. Por ejemplo, es uno de los argumentos de Novartis en el conflicto que mantiene con el Gobierno indio. Este afirma que tiene que rebajar los precios de los tratamientos antitumorales porque no puede pagarlo, pero, a la vez, tiene un potente programa espacial. Por eso el laboratorio suizo ha reabierto la batalla legal por la patente de su anticancerígeno Glivec. Había perdido el caso en 2008, pero ha apelado y espera que en abril salga una nueva sentencia.
Este es uno de los debates que tiene abiertos India en cuanto a la producción de genéricos. Los activistas y productores de genéricos aseguran que la Unión Europea, mediante un Acuerdo de Libre Comercio que está en la mesa de negociaciones, “está presionando a India para que acepte una serie de medidas que afectarán la producción, registro y distribución de genéricos”, asegura MSF en un comunicado.
Además, el hecho de aplicar la licencia obligatoria a fármacos que se utilizan como tratamientos de segunda línea a un tipo de tumor no demasiado extendido es considerado como una interpretación demasiado amplia de la regulación. Esta pensó en la excepción de las patentes para emergencias sanitarias, una idea que suele ir asociada a enfermedades infecciosas o a brotes de otras, no a dolencias de largo recorrido como el cáncer.
De acuerdo a las leyes indias de patentes, se puede tomar esta medida cuando un fármaco no está disponible para el público a “un precio accesible” después de tres años de haberle sido otorgada la patente (en este caso fue en 2008). Para compensar los gastos de desarrollo, el fabricante del genérico tendrá que pagar regalías por el 6% de las ventas netas a Bayer, que seguirá teniendo la patente.
El genérico solamente podrá ser vendido en India, donde hay unos 100.000 enfermos que lo necesitan. El tosilato de sorafenib es indicado en casos avanzados de cáncer de riñón e hígado. Bayer vende su medicina por el equivalente a 4.000 euros por mes de tratamiento, mientras que Natco venderá la suya por 134 euros, según el comunicado de la Oficina de Patentes.
La farmacéutica india está obligada a no subir el precio y dar tratamiento gratis a 600 pacientes, entre otras medidas. El fármaco no se considera un medicamento esencial, pero sí que alarga la vida, en caso de cáncer de riñón hasta cinco años y de hígado hasta ocho meses.
“Es un gran paso para que las medicinas estén disponibles y sean asequibles para todos los enfermos”, asegura por teléfono el director de Natco, Bhaskar Narayana. Dice que a partir de ahora “se abre una posibilidad para que se produzcan genéricos de otros medicamentos aun con patentes, pero que están a un precio demasiado alto”.
También los activistas aseguran que este es un buen camino para bajar el precio de las medicinas. “Esta decisión marca un precedente para la esperanza. Nuevas medicinas con patentes pueden ser producidas por farmacéuticas de genéricos a una fracción de su precio pagando regalías. Esto compensa al que tiene la patente, mientras asegura que la competencia baje los precios”, asegura en un comunicado el director de la campaña de acceso a los medicamentos de Médicos sin Fronteras (MSF), Tido von Schoen-Angerer.
"Con el sistema actual, las nuevas medicinas son patentadas y las compañías defienden agresivamente sus monopolios a expensas de los pacientes que no pueden pagar los altos precios", asegura MSF. Esta organización pide que se cambie a un “sistema más equitativo” donde las nuevas medicinas tengan varios productores que paguen regalías al dueño de la patente, para que recupere sus gastos de desarrollo del producto, pero también para que las personas en el mundo en desarrollo tengan acceso a los medicamentos.
Bayer todavía no ha realizado declaraciones al respecto y se negó a dar información mientras el caso estaba en la Oficina de Patentes de India, pero ofreció su medicamento a un precio subsidiado de 457 euros por mes de tratamiento a los pacientes que cuenten con la aprobación de los oncólogos.
Esta medida de dar licencia a un genérico es especialmente importante en India, un país considerado “la farmacia de los pobres” por producir genéricos de calidad. Más del 90% de las drogas que usan los pacientes con VIH son producidos allí.
India no es el primer país que decide romper la patente de un medicamento, aunque sí es la primera vez que se utiliza esta potestad para fármacos anticancerígenos. Brasil en 2007 y Tailandia en 2006 decretaron licencias obligatorias para fármacos antivirales, con el argumento de que necesitaban fabricarlos a bajo precio para combatir la epidemia de sida, informa Emilio de Benito.
La posibilidad está prevista en los acuerdos TRIPS de la Organización Mundial de Comercio, pero estos tienen una estructura perversa. En ellos se autoriza a que un país se salte la patente de un producto si está en una situación de emergencia sanitaria. Pero para poder hacerlo tiene que tener la capacidad de producir el fármaco, ya que es muy difícil que otro se lo venda, porque saltarse una patente puede suponer graves sanciones por parte de los países donde están establecidas las multinacionales farmacéuticas, como acreditaron los papeles de Wikileaks. Por eso solo Gobiernos con cierta capacidad económica pueden arriesgarse –los casos de Brasil y Tailandia-. Cuando uno más pobre, como Guatemala, lo ha intentado, la presión de las grandes potencias le ha hecho dar marcha atrás.
Y esta capacidad económica de los países que lo han intentado siempre ha sido argumentada por los grandes laboratorios. Por ejemplo, es uno de los argumentos de Novartis en el conflicto que mantiene con el Gobierno indio. Este afirma que tiene que rebajar los precios de los tratamientos antitumorales porque no puede pagarlo, pero, a la vez, tiene un potente programa espacial. Por eso el laboratorio suizo ha reabierto la batalla legal por la patente de su anticancerígeno Glivec. Había perdido el caso en 2008, pero ha apelado y espera que en abril salga una nueva sentencia.
Este es uno de los debates que tiene abiertos India en cuanto a la producción de genéricos. Los activistas y productores de genéricos aseguran que la Unión Europea, mediante un Acuerdo de Libre Comercio que está en la mesa de negociaciones, “está presionando a India para que acepte una serie de medidas que afectarán la producción, registro y distribución de genéricos”, asegura MSF en un comunicado.
Además, el hecho de aplicar la licencia obligatoria a fármacos que se utilizan como tratamientos de segunda línea a un tipo de tumor no demasiado extendido es considerado como una interpretación demasiado amplia de la regulación. Esta pensó en la excepción de las patentes para emergencias sanitarias, una idea que suele ir asociada a enfermedades infecciosas o a brotes de otras, no a dolencias de largo recorrido como el cáncer.
Desafío emergente
- Tailandia decretó en 2006 licencias obligatorias para elaborar genéricos de fármacos antivirales para el tratamiento del VIH.
- Brasil tomó la misma iniciativa en 2007. Ambos países argumentan que necesitan fabricar estos medicamentos a bajo precio para combatir la epidemia de sida.
- India tiene abierta un pleito con la farmacéutica Novartis por otro fármaco. También negocia con la UE un Acuerdo de Libre Comercio que limitaría los genéricos que ahora abastecen al 90% de personas con VIH.
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