“Aquí no se vendía nada al público”
Dorribo compró en dos años a través de los 14 titulares de sus boticas medicamentos de todo tipo por 71 millones.Tras su detención, los farmacéuticos tuvieron que asumir las deudas
Silvia R. Pontevedra Santiago de Compostela20 MAR 2012 - 00:02 CET2
No todas eran así. Jorge Dorribo, gran jefe de la trama Campeón, también las tenía en pleno casco urbano de Madrid. Pero la farmacia de Conxo se hallaba, todavía se halla, enclavada en el extremo más rural del barrio compostelano, en una carretera sin tránsito y con inmejorables enlaces para marchar sin ser visto. Fundó el negocio poco antes del traspaso a la empresa de Dorribo una señora con botica en Lugo a punto de jubilarse, y como ocurrió con buena parte de las 13 oficinas que compró el empresario poniendo como titulares a 14 licenciados, la venta se realizó a través de Farmaconsulting, una intermediaria de licencias farmacéuticas.
En otras ocasiones, fueron empleados de bancos, como el Popular o el de Galicia, los que se encargaron de pescarle a Dorribo, entre su clientela, farmacéuticos que andaban buscándose la vida. La mayoría de los que mordieron el cebo son titulados gallegos que firmaron, uno detrás de otro, embrollados contratos de préstamo y de cuentas en participación y pólizas de préstamo con entidades financieras a cambio de regentar su propia farmacia. Uno de ellos, en la querella por estafa que presentó contra Dorribo, definía el papeleo como “particularmente oscuro y de difícil comprensión”. Otra aseguraba que no le habían dejado leer lo que firmaba y que no tenía ni idea de que había rubricado tantas cosas.
Los que no escaparon a tiempo, porque no pudieron o porque se sentían cómodos tapando el tráfico ilegal de fármacos, inmediatamente después de la detención del empresario trampero empezaron a recibir reclamaciones y burofaxes de bancos y proveedores por las deudas que habían contraído con su firma. De Dorribo heredaron agujeros de cientos de miles de euros que tuvieron que afrontar (mientras reclaman por vía judicial) con lo obtenido de la venta legal al público.
Tramipharma, del grupo de Nupel, era la socia capitalista. Compraba las farmacias de las que, legalmente, Dorribo no podía ser titular, y en tres años, según su propia contabilidad, desembolsó 15,8 millones en adquirirlas. La cara, el nombre y el número de colegiado para obtener descuentos en los pedidos masivos a laboratorios eran lo que aportaban los boticarios. Pero una vez establecidos, en Cataluña, Valencia, Madrid, Asturias, Andorra, Santiago o Salvaterra de Miño, empezaban a recibir inmediatamente listas de la compra de Nupel y otra firma de la casa, Innova Farmacéutica del Norte.
En un par de años, entre 2009 y 2010, según las operaciones que recoge el sumario que instruye el juzgado número 3 de Lugo, los 14 farmacéuticos empleados por Dorribo (que percibían un sueldo mensual de algo más de 2.500 euros), despacharon a Nupel e Innova por 71 millones de euros medicamentos que ahora no están en ningún lado. Furgonetas de Laboratorios Asociados Nupel recogían los pedidos puntualmente en las farmacias, sin una factura, recibo o albarán que mediase.
El último dueño que tuvo la farmacia de la calle Torrente, en Conxo, mientras fue de Tramipharma, se puso al frente poco antes de que estallase el escándalo del fraude en las subvenciones del Igape y logró librarse del negocio en octubre de 2011. Antes de comprarle la licencia e instalar al fin el rótulo luminoso que nunca había tenido, la dueña actual del despacho de farmacia pidió informes a Sanidade. “Me metí porque me dijeron que estaba todo limpio”, cuenta. Pero en los primeros días, por si acaso, tiró “a la basura” todo el sistema informático, para evitar futuras implicaciones, y descubrió en la rebotica una cantidad desmesurada de cajas de embalaje y corcho blanco, listas para mandar pedidos frágiles a cualquier parte.
En los anaqueles, sin embargo, dice que no había nada más que polvo. Mucho polvo. Y en los cajones apenas se almacenaban medicamentos “normales”, de los que tienen demanda. Había una chica empleada, era la que atendía aquello, y fue la nueva titular quien tuvo que despedirla e indemnizarla. Por lo que ahora le cuentan los vecinos a la farmacéutica, en el barrio todos dejaron de ir: “Huyeron porque aquí nunca había nada de lo que necesitaban, no se vendía nada”.
Ahora aún le quedan cajas de dolodens, pastillas contra el dolor de muelas que Dorribo recomendaba por infalibles, y muchísimas tiritas y esparadrapo Sanisós, fabricado quién sabe dónde pero etiquetado bajo la marca del polígono de O Ceao. “Me deshice de casi todo... me ponía mala verlo. El esparadrapo se lo regalo a quien lo quiera”, comenta, escandalizada porque todavía, a estas alturas, le siguen llegando recetas de médicos que prescriben productos Nupel y el sistema sanitario sigue cubriendo muchos de estos medicamentos.
Esta semana se supo que este farmacéutico es ahora yerno del presidente de la audiencia provincial de Lugo, José Antonio Varela Agrelo, que fue relacionado por el exfutbolista Songo'o con los negocios de Dorribo en Camerún y ha denunciado al dueño de Nupel por extorsión. Supuestamente, el empresario le reclamó a Varela hace unos días el dinero “en negro” para montar la oficina de Conxo que le había dado en 2009 al yerno farmacéutico. Era la devolución que exigía a cambio de no testificar contra él en el otro sumario que mantiene en vilo a Lugo, el de la Operación Carioca.
El segundo titular, M.A.V., de Pontevedra, se hizo con la farmacia en marzo de 2011, después de regentar otra de Tramipharma en un pueblo de Girona, y según consta en la Agencia Tributaria, mientras trabajó para Nupel vendió a Innova medicinas por 2,6 millones.
En otras ocasiones, fueron empleados de bancos, como el Popular o el de Galicia, los que se encargaron de pescarle a Dorribo, entre su clientela, farmacéuticos que andaban buscándose la vida. La mayoría de los que mordieron el cebo son titulados gallegos que firmaron, uno detrás de otro, embrollados contratos de préstamo y de cuentas en participación y pólizas de préstamo con entidades financieras a cambio de regentar su propia farmacia. Uno de ellos, en la querella por estafa que presentó contra Dorribo, definía el papeleo como “particularmente oscuro y de difícil comprensión”. Otra aseguraba que no le habían dejado leer lo que firmaba y que no tenía ni idea de que había rubricado tantas cosas.
Los que no escaparon a tiempo, porque no pudieron o porque se sentían cómodos tapando el tráfico ilegal de fármacos, inmediatamente después de la detención del empresario trampero empezaron a recibir reclamaciones y burofaxes de bancos y proveedores por las deudas que habían contraído con su firma. De Dorribo heredaron agujeros de cientos de miles de euros que tuvieron que afrontar (mientras reclaman por vía judicial) con lo obtenido de la venta legal al público.
Tramipharma, del grupo de Nupel, era la socia capitalista. Compraba las farmacias de las que, legalmente, Dorribo no podía ser titular, y en tres años, según su propia contabilidad, desembolsó 15,8 millones en adquirirlas. La cara, el nombre y el número de colegiado para obtener descuentos en los pedidos masivos a laboratorios eran lo que aportaban los boticarios. Pero una vez establecidos, en Cataluña, Valencia, Madrid, Asturias, Andorra, Santiago o Salvaterra de Miño, empezaban a recibir inmediatamente listas de la compra de Nupel y otra firma de la casa, Innova Farmacéutica del Norte.
En un par de años, entre 2009 y 2010, según las operaciones que recoge el sumario que instruye el juzgado número 3 de Lugo, los 14 farmacéuticos empleados por Dorribo (que percibían un sueldo mensual de algo más de 2.500 euros), despacharon a Nupel e Innova por 71 millones de euros medicamentos que ahora no están en ningún lado. Furgonetas de Laboratorios Asociados Nupel recogían los pedidos puntualmente en las farmacias, sin una factura, recibo o albarán que mediase.
El último dueño que tuvo la farmacia de la calle Torrente, en Conxo, mientras fue de Tramipharma, se puso al frente poco antes de que estallase el escándalo del fraude en las subvenciones del Igape y logró librarse del negocio en octubre de 2011. Antes de comprarle la licencia e instalar al fin el rótulo luminoso que nunca había tenido, la dueña actual del despacho de farmacia pidió informes a Sanidade. “Me metí porque me dijeron que estaba todo limpio”, cuenta. Pero en los primeros días, por si acaso, tiró “a la basura” todo el sistema informático, para evitar futuras implicaciones, y descubrió en la rebotica una cantidad desmesurada de cajas de embalaje y corcho blanco, listas para mandar pedidos frágiles a cualquier parte.
En los anaqueles, sin embargo, dice que no había nada más que polvo. Mucho polvo. Y en los cajones apenas se almacenaban medicamentos “normales”, de los que tienen demanda. Había una chica empleada, era la que atendía aquello, y fue la nueva titular quien tuvo que despedirla e indemnizarla. Por lo que ahora le cuentan los vecinos a la farmacéutica, en el barrio todos dejaron de ir: “Huyeron porque aquí nunca había nada de lo que necesitaban, no se vendía nada”.
Ahora aún le quedan cajas de dolodens, pastillas contra el dolor de muelas que Dorribo recomendaba por infalibles, y muchísimas tiritas y esparadrapo Sanisós, fabricado quién sabe dónde pero etiquetado bajo la marca del polígono de O Ceao. “Me deshice de casi todo... me ponía mala verlo. El esparadrapo se lo regalo a quien lo quiera”, comenta, escandalizada porque todavía, a estas alturas, le siguen llegando recetas de médicos que prescriben productos Nupel y el sistema sanitario sigue cubriendo muchos de estos medicamentos.
De Conxo a Camerún vía Songo'o
En manos de Dorribo, la farmacia de Santiago tuvo dos titulares. El primero, F.J.A.L., contó a los inspectores, cuando fue llamado como testigo, que el primer mes de funcionamiento, por encargo de Nupel, realizó pedidos a empresas farmacéuticas proveedoras por valor de 500.000 euros y que luego se plantó. Preguntó, como los demás que suscribieron contratos con Dorribo, a dónde iban a parar tantos fármacos sin receta. Y el principal imputado de la Operación Campeón le contestó lo que siempre contestaba: que aquello se destinaba a botiquines de empresas, barcos, geriátricos y mutuas. Alguna vez Dorribo llegó a citar entre sus supuestos clientes a Pescanova. Sin embargo, el boticario empezó a sospechar que aquellas partidas masivas que le reclamaba Nupel y semanalmente recogía una furgoneta se dedicaban a la exportación.Esta semana se supo que este farmacéutico es ahora yerno del presidente de la audiencia provincial de Lugo, José Antonio Varela Agrelo, que fue relacionado por el exfutbolista Songo'o con los negocios de Dorribo en Camerún y ha denunciado al dueño de Nupel por extorsión. Supuestamente, el empresario le reclamó a Varela hace unos días el dinero “en negro” para montar la oficina de Conxo que le había dado en 2009 al yerno farmacéutico. Era la devolución que exigía a cambio de no testificar contra él en el otro sumario que mantiene en vilo a Lugo, el de la Operación Carioca.
El segundo titular, M.A.V., de Pontevedra, se hizo con la farmacia en marzo de 2011, después de regentar otra de Tramipharma en un pueblo de Girona, y según consta en la Agencia Tributaria, mientras trabajó para Nupel vendió a Innova medicinas por 2,6 millones.
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