miércoles, 21 de marzo de 2012

No es fácil evadir los controles hospitalarios - 20.03.2012 - lanacion.com  

No es fácil evadir los controles hospitalarios - 20.03.2012 - lanacion.com  

Martes 20 de marzo de 2012 | Publicado en edición impresa

No es fácil evadir los controles hospitalarios

Por Nora Bär | LA NACION
 
 
La historia de los enfermeros uruguayos que asesinaron a decenas o centenares de pacientes parece un sórdido remedo de las tramas de Agatha Mary Clarissa Miller, más conocida como Agatha Christie, en cuyas novelas el asesino frecuentemente actúa administrándole veneno a su víctima. Casualmente, durante la Primera Guerra Mundial, Christie fue enfermera y trabajó en un dispensario de la Cruz Roja...
Pero las coincidencias terminan allí, porque sus personajes actúan sin testigos ni detallados registros que cumplir. En cambio, el ámbito hospitalario está fuertemente controlado. Es difícil actuar durante largo tiempo "por debajo de los radares".
"La administración de medicamentos está perfectamente protocolizada -afirma María Concepción Chambi, jefa de Enfermería del Hospital Británico, que confiesa estar «consternada»-; nunca damos algo que no esté indicado por el médico." Es más, aunque la morfina es un analgésico de uso habitual para calmar el dolor posquirúrgico y durante los tratamientos de cuidados paliativos, entre otros usos, dice que no sabría qué dosis sería letal. "Cuando surge alguna duda -afirma-, el procedimiento de rutina es consultar con el Comité de Seguridad del paciente."
Miguel Blasco, subjefe de Terapia Intensiva del mismo hospital, explica que por sí sola la cantidad de este opioide que se utiliza no basta para despertar sospechas. "Ocurre que todo depende de la idiosincrasia de cada paciente -dice el especialista-. La dosis que a uno le calma el dolor a otro puede sedarlo y a otro, provocarle depresión respiratoria. Inciden su metabolismo, la función hepática y renal y también la forma de administración. La misma cantidad que, diluida, puede no causar daño, «en bolo» [de una vez] puede provocar hasta paro respiratorio. Además, es diferente su efecto si el paciente ya venía utilizando la droga o si la recibe por primera vez."
Inyectar aire, otra de las estrategias mencionadas, puede provocar embolia gaseosa (obstrucción de las arterias), pero no basta con dos o tres mililitros: se requieren valores muy altos. "Si el aire se inyecta en forma endovenosa y todo junto, puede provocar la muerte en minutos", explica Blasco.
La lidocaína, aparentemente detectada en una autopsia, es un anestésico de uso corriente en odontología, pero a veces puede emplearse como antiarrítmico. "En ese caso -explica Blasco-, exige cierto cuidado porque puede hacer que la frecuencia cardíaca baje demasiado." El especialista, sin embargo, coincide en que este tipo de irregularidades son verdaderamente sorprendentes, porque en los hospitales los controles son constantes y las indicaciones farmacológicas se revisan varias veces por día. "Hay muchas barreras que sortear -detalla-: el supervisor, el encargado de sala... Es más, normalmente la medicación se prepara a la vista de todos. Y en terapia intensiva, si algo no funciona como corresponde, inmediatamente suenan las alarmas."
"Los enfermeros tenemos que cumplir con lo que conocemos como «la regla de los cinco correctos»: medicación correcta, paciente correcto, dosis correcta, vía correcta y horario correcto -coincide Diego Rivero, encargado de enfermería del Hospital Universitario de la Fundación Favaloro-. Cada vez que aplicamos un fármaco verificamos cada uno de estos factores."
Como los médicos, los enfermeros pronuncian al recibirse el juramento hipocrático. Una de sus cláusulas dice: "Tendré absoluto respeto por la vida humana".

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