Alberto Giménez
“Ahorrar en salud y dependencia es un gravísimo error”
El presidente de la Fundación Economía y Salud y de la patronal de residencias Aerte cree que los servicios sociales están ninguneados
Alberto Giménez (Alicante, 1954) es el presidente de la patronal del sector sociosanitario Aerte, miembro de la CEOE y ahora presidente de la recién nacida Fundación Economía y Salud, desde donde pretende llevar a la opinión pública un sector, el de servicios sociales, que considera ninguneado en diferentes ámbitos. Las reclamaciones de estos empresarios de las residencias geriátricas y para discapacitados, a las que Giménez pone voz en esta entrevista, se han entregado en La Moncloa hace unos días. Piden la colaboración de las Administraciones públicas para ocupar 50.000 camas vacías en sus centros y ofrecen al presidente un plan para construir más, a la espera de que sean concertadas, es decir, subvencionadas con dinero público y de gestión privada. No es el mejor momento: las comunidades arrastran una gran deuda con estas empresas precisamente por esos conciertos. Giménez insiste en que es el camino para desatascar el sector y crear riqueza.
Pregunta. Han entregado este informe sobre las posibilidades económicas del sector sociosanitario en Moncloa. ¿Qué receptividad han encontrado?
Respuesta. El Gobierno está inquieto y busca soluciones, pero mi impresión es que este sector no está entre las prioridades. Se habla de sanidad, de educación, de déficit, pero a los servicios sociales no se les escucha como debieran. Pero le hemos entregado datos que confirman que este sector no solo contribuye a la mejora de la salud, también del empleo y de la situación económica. Tendremos una reunión para discutir las cifras.
P. Pide que se subvencione con 700 millones de dinero público la ocupación de 50.000 camas vacías en geriátricos y a cambio, explica, el Gobierno recibiría retornos económicos por valor de 792 millones. Pero quien paga son las comunidades autónomas y quien recibe los retornos es el Gobierno…
R. Es cierto, pero las comunidades deben apoyar este plan, debe haber un gran acuerdo entre el Gobierno central y las autonomías para que todo se desarrolle con la financiación adecuada.
P. Dicen que ustedes podrían ofrecer a los pacientes crónicos o convalecientes de larga duración un servicio casi tres veces más barato que el que reciben en los hospitales. ¿Con qué calidad?
R. España es líder en asistencia hospitalaria para pacientes agudos, pero no lo somos en crónicos y estamos dedicando magníficos hospitales a ese fin, eso es carísimo. Se trata de ajustar recursos y modelos. Cuando ya es más importante cuidar que curar hay que usar otro modelo y para ello se necesitan menos recursos que los que emplea un hospital, con los que se calcula finalmente el coste de una cama. Quizá esos cuidados pueden prestarlos hospitales de media y larga estancia, o quizá centros sociosanitarios, pero hay que cambiar el modelo actual. La idea es unir la salud, que no es algo administrativo en compartimentos estancos: aquí agudos, aquí crónicos. Se empieza por agudos, luego se pasa a crónicos, hay rehabilitación, se recupera o se acaba en dependiente, hay que saber unir la atención de todo eso. Hay que unificar la política dedicada a la salud: salud y calidad de vida y dependencia, porque la salud ya no es como en siglos pasado, la ausencia de enfermedad, es calidad de vida.
P. Ese trasvase de pacientes de un modelo a otro ¿tiene que ser necesariamente de la red pública a la privada? ¿No pueden reformarse los propios hospitales para prestar los cuidados de forma más barata?
R. Lo importante es estudiar el modelo y los recursos, quitar carga ideológica al asunto y pensar en la eficiencia. Habrá que ver cada caso, en algunos será más oportuno lo público con una reconversión de hospitales, en otros, lo privado, y en otros una colaboración entre ambos. Es solo una cuestión de gestión. Ni lo público ni lo privado garantizan por sí mismos la calidad ni la eficacia.
P. Pero ustedes piden un traslado de algo más de 7.000 pacientes crónicos o convalecientes, que necesitan rehabilitación, por ejemplo, para sus centros
R. Lo pedimos así porque tenemos 50.000 camas vacías y eso podría ser una solución inmediata.
P. Y los empleos, ¿serán los mismos en lo privado que en lo público?
R. Ofrecemos un compromiso firme de absorción de personal.
P. Sin embargo, en España los geriátricos y ciertas residencias no acaban de tener la mejor imagen. ¿No cree que el sector necesita un lavado de cara?
R. Cuidado, es posible que nuestra autoestima esté baja en ese sentido. He visitado Alemania, Suecia, Noruega, Inglaterra, Países Bajos y puedo asegurar que nuestros centros son de primerísimo nivel. En Alemania no van los médicos a los centros geriátricos, en algunos de los nuestros sí. El problema es que destinamos pocos recursos: ahí están esos casi 240.000 dependientes sin atender en lista de espera.
P. Usted preside la nueva Fundación Economía y Salud. ¿Qué objetivos tiene?
R. Tratamos de poner en valor el sector de la salud desde un punto de vista económico, que no está bien valorado. Se habla de salud y se menciona siempre el gasto no la riqueza que puede generar y más en un país como España. Hay propuestas del Gobierno para relanzar el sector del automóvil. Bien. Pero es que a nosotros no nos toca nunca. La Fundación quiere dar a conocer que este sector es generoso cuando se le atiende. Necesita estímulo, pero mañana mismo podríamos crear 25.000 puestos de trabajo sin perjudicar a nadie. Hay otra idea que se debe saber: el desarrollo económico no trae salud, es al revés, la salud trae desarrollo económico, porque estar saludable incrementa la satisfacción, la proactividad, las ganas de hacer cosas y de crear riqueza. Ahorrar en salud, como hace el Gobierno, es un gravísimo error, producto de no conocer el sector. No se puede ahorrar en salud o dependencia.
P. En ocasiones ustedes plantean la idea de España como territorio de turismo sociosanitario y de servicios sociales, es decir, como un país que podría hacer negocio combinando su experiencia en turismo y su sistema sanitario de calidad con los servicios sociales para mayores, como ha ocurrido en la costa durante años.
R. Sí, nos referimos a unir dos ideas, el potencial español en turismo y su marca bien conocida de calidad de vida con un sector, el sanitario, en el que también tenemos merecida fama mundial. Deben saber en el exterior que aquí se ofrece calidad de servicio, que sabemos cuidarles y atenderles.
Pregunta. Han entregado este informe sobre las posibilidades económicas del sector sociosanitario en Moncloa. ¿Qué receptividad han encontrado?
Respuesta. El Gobierno está inquieto y busca soluciones, pero mi impresión es que este sector no está entre las prioridades. Se habla de sanidad, de educación, de déficit, pero a los servicios sociales no se les escucha como debieran. Pero le hemos entregado datos que confirman que este sector no solo contribuye a la mejora de la salud, también del empleo y de la situación económica. Tendremos una reunión para discutir las cifras.
P. Pide que se subvencione con 700 millones de dinero público la ocupación de 50.000 camas vacías en geriátricos y a cambio, explica, el Gobierno recibiría retornos económicos por valor de 792 millones. Pero quien paga son las comunidades autónomas y quien recibe los retornos es el Gobierno…
R. Es cierto, pero las comunidades deben apoyar este plan, debe haber un gran acuerdo entre el Gobierno central y las autonomías para que todo se desarrolle con la financiación adecuada.
P. Dicen que ustedes podrían ofrecer a los pacientes crónicos o convalecientes de larga duración un servicio casi tres veces más barato que el que reciben en los hospitales. ¿Con qué calidad?
R. España es líder en asistencia hospitalaria para pacientes agudos, pero no lo somos en crónicos y estamos dedicando magníficos hospitales a ese fin, eso es carísimo. Se trata de ajustar recursos y modelos. Cuando ya es más importante cuidar que curar hay que usar otro modelo y para ello se necesitan menos recursos que los que emplea un hospital, con los que se calcula finalmente el coste de una cama. Quizá esos cuidados pueden prestarlos hospitales de media y larga estancia, o quizá centros sociosanitarios, pero hay que cambiar el modelo actual. La idea es unir la salud, que no es algo administrativo en compartimentos estancos: aquí agudos, aquí crónicos. Se empieza por agudos, luego se pasa a crónicos, hay rehabilitación, se recupera o se acaba en dependiente, hay que saber unir la atención de todo eso. Hay que unificar la política dedicada a la salud: salud y calidad de vida y dependencia, porque la salud ya no es como en siglos pasado, la ausencia de enfermedad, es calidad de vida.
P. Ese trasvase de pacientes de un modelo a otro ¿tiene que ser necesariamente de la red pública a la privada? ¿No pueden reformarse los propios hospitales para prestar los cuidados de forma más barata?
R. Lo importante es estudiar el modelo y los recursos, quitar carga ideológica al asunto y pensar en la eficiencia. Habrá que ver cada caso, en algunos será más oportuno lo público con una reconversión de hospitales, en otros, lo privado, y en otros una colaboración entre ambos. Es solo una cuestión de gestión. Ni lo público ni lo privado garantizan por sí mismos la calidad ni la eficacia.
P. Pero ustedes piden un traslado de algo más de 7.000 pacientes crónicos o convalecientes, que necesitan rehabilitación, por ejemplo, para sus centros
R. Lo pedimos así porque tenemos 50.000 camas vacías y eso podría ser una solución inmediata.
P. Y los empleos, ¿serán los mismos en lo privado que en lo público?
R. Ofrecemos un compromiso firme de absorción de personal.
P. Sin embargo, en España los geriátricos y ciertas residencias no acaban de tener la mejor imagen. ¿No cree que el sector necesita un lavado de cara?
R. Cuidado, es posible que nuestra autoestima esté baja en ese sentido. He visitado Alemania, Suecia, Noruega, Inglaterra, Países Bajos y puedo asegurar que nuestros centros son de primerísimo nivel. En Alemania no van los médicos a los centros geriátricos, en algunos de los nuestros sí. El problema es que destinamos pocos recursos: ahí están esos casi 240.000 dependientes sin atender en lista de espera.
P. Usted preside la nueva Fundación Economía y Salud. ¿Qué objetivos tiene?
R. Tratamos de poner en valor el sector de la salud desde un punto de vista económico, que no está bien valorado. Se habla de salud y se menciona siempre el gasto no la riqueza que puede generar y más en un país como España. Hay propuestas del Gobierno para relanzar el sector del automóvil. Bien. Pero es que a nosotros no nos toca nunca. La Fundación quiere dar a conocer que este sector es generoso cuando se le atiende. Necesita estímulo, pero mañana mismo podríamos crear 25.000 puestos de trabajo sin perjudicar a nadie. Hay otra idea que se debe saber: el desarrollo económico no trae salud, es al revés, la salud trae desarrollo económico, porque estar saludable incrementa la satisfacción, la proactividad, las ganas de hacer cosas y de crear riqueza. Ahorrar en salud, como hace el Gobierno, es un gravísimo error, producto de no conocer el sector. No se puede ahorrar en salud o dependencia.
P. En ocasiones ustedes plantean la idea de España como territorio de turismo sociosanitario y de servicios sociales, es decir, como un país que podría hacer negocio combinando su experiencia en turismo y su sistema sanitario de calidad con los servicios sociales para mayores, como ha ocurrido en la costa durante años.
R. Sí, nos referimos a unir dos ideas, el potencial español en turismo y su marca bien conocida de calidad de vida con un sector, el sanitario, en el que también tenemos merecida fama mundial. Deben saber en el exterior que aquí se ofrece calidad de servicio, que sabemos cuidarles y atenderles.
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