Guerra de pobres en la sanidad griega
La escasez de recursos médicos dispara la protesta de los ciudadanos por la atención a los inmigrantes
Las grietas del tejido social de un país en crisis se ven en los flancos débiles del sistema y las de Grecia sangran cuando se habla de sanidad. Los ajustes tienen efectos colaterales de los que no se conocen hasta el final las consecuencias. En una población en la que una persona cada cuatro está en el paro, las mayores restricciones para acceder a la cobertura sanitaria han provocado también los primeros síntomas de una guerra entre pobres. “Nosotros pagamos y a los inmigrantes se les cura gratis. Las camas en los hospitales están para ellos. Dentro de poco serán más que nosotros. Y los griegos, refugiados en nuestro propio país”, dice una jubilada a la entrada del hospital Evangelismos, el mayor de Grecia. Dentro, como en muchos centros sanitarios del país, los médicos lidian con la falta de materiales y la escasez de personal.
El presupuesto en Sanidad en 2011 se recortó en 1.400 millones de euros y en el nuevo plan de ajuste de 11.500 millones prevé ahorrar otros 1.000 millones. Para poder consultar un médico de la red nacional de atención primaria hace falta estar en regla con los pagos a la seguridad social. Desde 2011, hay un impuesto de entre 3 y 5 euros por cada examen o consulta. Si eres desempleado durante más de un año el seguro expira y hay que pagar por todo. “Mucha gente va a urgencias. Pero cuando llegan por cosas que se podían haber curado yendo al médico, o es tarde o están en peores condiciones”, explica George Adamás, médico residente en el hospital Evangelismos. “En esta situación todos quieren culpar a alguien”, dice.
Adamás trabaja en la unidad de medicina interna. “La gente que se ha jubilado no ha sido reemplazada. Los que quedamos tenemos que echar muchas horas más. Seis veces al mes me toca hacer turnos de 36 horas”. En otra unidad un doctor veterano, que pide el anonimato, denuncia la falta de materiales, las dificultades en encontrar algunos medicamentos y el abuso de horas extras que, además, no están siendo pagadas desde junio. El director del Hospital, Michail Theodorou, contactado por teléfono, niega la mayor: “En nuestro hospital no hay ninguna carencia de personal ni de materiales. Estamos operativos al 100%. Si hay algún problema se soluciona en el día”. En cuanto a los retrasos en los pagos de las horas extras, asegura que se solucionarán este mes.
“El sistema de salud está sangrando”, se lee en una pancarta a las puertas del hospital firmada por un grupo de residentes. Cobran 1.050 euros de salario base (la mitad que un doctor senior), que pueden llegar a 1.600 con las horas extras. “En todos los hospitales hay escasez de medicamentos y equipamiento básico como gasas, guantes o jeringillas. Los gerentes lo negarán, pero hasta el ministro lo ha reconocido. Puedo contar casos de enfermeras que traen su propia caja de guantes con su nombre”, afirma uno de los miembros del grupo, Nikitas Nanidis. Los abastecimientos por parte de las compañías farmacéuticas han sido intermitentes en los últimos meses. Este verano las farmacias se negaban a dar medicamentos con prescripción a la vez que denunciaban problemas de suministro. El lunes la Asociación de Farmacéuticos pidió al Gobierno que llegue a un acuerdo con las empresas porque la penuria “no tiene antecedentes”.
En los hospitales intentan tratar a todos y se acoge a los inmigrantes en situación irregular. “Pero hay pequeños grupos que reaccionan con rabia hacia ellos. Los médicos y los enfermeros no lo toleramos porque, ante una enfermedad, no hay divisiones étnicas ni raciales”, afirma Nanidis, y añade que algunos doctores han sido amenazados por grupos extremistas. En junio miembros de Aurora Dorada amenazaron con asaltos contra los extranjeros en los hospitales.
“La gente tiene muchos problemas y esto alimenta sentimientos de rechazo. También aquí lo estamos viendo”, comenta Stradis Benekos, psicólogo en un ambulatorio de Médicos del Mundo en Perama, un suburbio del Pireo, a unos 15 kilómetros de Atenas. En esta localidad de astilleros parados por falta de encargos, donde las naves cerradas se suceden, el desempleo llega al 60%. Hace dos años, la ONG abrió aquí un nuevo centro. En el que tienen en Atenas, el 80% de los pacientes son inmigrantes, el 20% griegos. En Perama son el 90%. “Si no trabajas no tienes seguro ni para ti ni para tus hijos. Desde enero a septiembre hemos puesto 400 vacunas y atendido a 5.000 personas”. Sobre una población de 25.000 habitantes.
Adamás trabaja en la unidad de medicina interna. “La gente que se ha jubilado no ha sido reemplazada. Los que quedamos tenemos que echar muchas horas más. Seis veces al mes me toca hacer turnos de 36 horas”. En otra unidad un doctor veterano, que pide el anonimato, denuncia la falta de materiales, las dificultades en encontrar algunos medicamentos y el abuso de horas extras que, además, no están siendo pagadas desde junio. El director del Hospital, Michail Theodorou, contactado por teléfono, niega la mayor: “En nuestro hospital no hay ninguna carencia de personal ni de materiales. Estamos operativos al 100%. Si hay algún problema se soluciona en el día”. En cuanto a los retrasos en los pagos de las horas extras, asegura que se solucionarán este mes.
“El sistema de salud está sangrando”, se lee en una pancarta a las puertas del hospital firmada por un grupo de residentes. Cobran 1.050 euros de salario base (la mitad que un doctor senior), que pueden llegar a 1.600 con las horas extras. “En todos los hospitales hay escasez de medicamentos y equipamiento básico como gasas, guantes o jeringillas. Los gerentes lo negarán, pero hasta el ministro lo ha reconocido. Puedo contar casos de enfermeras que traen su propia caja de guantes con su nombre”, afirma uno de los miembros del grupo, Nikitas Nanidis. Los abastecimientos por parte de las compañías farmacéuticas han sido intermitentes en los últimos meses. Este verano las farmacias se negaban a dar medicamentos con prescripción a la vez que denunciaban problemas de suministro. El lunes la Asociación de Farmacéuticos pidió al Gobierno que llegue a un acuerdo con las empresas porque la penuria “no tiene antecedentes”.
En los hospitales intentan tratar a todos y se acoge a los inmigrantes en situación irregular. “Pero hay pequeños grupos que reaccionan con rabia hacia ellos. Los médicos y los enfermeros no lo toleramos porque, ante una enfermedad, no hay divisiones étnicas ni raciales”, afirma Nanidis, y añade que algunos doctores han sido amenazados por grupos extremistas. En junio miembros de Aurora Dorada amenazaron con asaltos contra los extranjeros en los hospitales.
“La gente tiene muchos problemas y esto alimenta sentimientos de rechazo. También aquí lo estamos viendo”, comenta Stradis Benekos, psicólogo en un ambulatorio de Médicos del Mundo en Perama, un suburbio del Pireo, a unos 15 kilómetros de Atenas. En esta localidad de astilleros parados por falta de encargos, donde las naves cerradas se suceden, el desempleo llega al 60%. Hace dos años, la ONG abrió aquí un nuevo centro. En el que tienen en Atenas, el 80% de los pacientes son inmigrantes, el 20% griegos. En Perama son el 90%. “Si no trabajas no tienes seguro ni para ti ni para tus hijos. Desde enero a septiembre hemos puesto 400 vacunas y atendido a 5.000 personas”. Sobre una población de 25.000 habitantes.
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