prevención de riesgos
La seguridad del paciente no ha de diferir entre lo público y lo privado
Aunque es algo en lo que aún hay que trabajar, es necesario que la cultura de seguridad del paciente cale por igual en los centros del sector público y del privado.
Pilar Laguna. Murcia | 19/10/2012 00:00
La seguridad del paciente debe suponer el mismo reto para hospitales públicos y privados, como se ha dicho en una jornada sobre seguridad del paciente organizada ayer en Murcia por la empresa Bureau Veritas en colaboración con la Unión Murciana de Hospitales. Sin embargo, la percepción del enfermo puede cambiar en las reclamaciones patrimoniales por efectos adversos, ya que el privado elige el centro donde quiere estar, mientras que el del SNS puede ser cautivo de un hospital asignado. Y su actitud es distinta, dándose la paradoja de que incluso una persona que paga su atención médica reclama menos que el usuario público.
Según José Tornero, administrador del Foro de Estudios Sociosanitarios, hay otras diferencias, como que quienes trabajan en el sector público sean funcionarios y los gestores no siempre se elijan en función de la profesionalidad. Por el contrario, en el sector privado los errores pueden hacer peligrar el puesto de trabajo y también ocasionar pérdidas de capital si no se garantiza la calidad.
Arantxa Santamaría, representante de la auditora Bureau Veritas, ha defendido la utilidad de la norma UNE 179.003/2010 de gestión de riesgos en seguridad del paciente para identificar situaciones de riesgo a lo largo de los episodios asistenciales e implantar acciones para reducirlos y prevenirlos. Su alcance puede ir desde un hospital entero a cualquier unidad o actividad. En este sentido, José Garre, subdirector de Gestión y Calidad del Hospital de la Vega, de Murcia, cree que presentar un protocolo de actuación y vigilancia ayuda a los centros a demostrar ante la Justicia que las cosas se están haciendo bien.
Paciente implicado
Al paciente hay que implicarle en su seguridad, y para ello hay que crear una corriente de información bidireccional con los profesionales sanitarios. "Que pregunten sobre sus tratamientos tanto como cuando van a un restaurante", señala Julián Vitaller, coautor del Proyecto Idea (Identificación de Efectos Adversos) de la Universidad Miguel Hernández, de Elche.
Vitaller, también jefe de Sección de la Inspección Médica de Servicios Sanitarios en Alicante, no quiere mostrarse alarmista, pero es muy gráfico: las estancias hospitalarias a causa de eventos adversos supondrían la ocupación anual de seis hospitales con 500 camas en territorio español. Y suponen un considerable coste diario. Por eso sugiere, sobre todo, implantar políticas adecuadas de seguridad del paciente, que no conviertan en segundas víctimas a quienes han cometido un error, atenazados por el miedo al qué dirán los compañeros, a la pérdida de reputación ante los pacientes y a la posibilidad de sanción por parte de la Administración.
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Arantxa Santamaría, representante de la auditora Bureau Veritas, ha defendido la utilidad de la norma UNE 179.003/2010 de gestión de riesgos en seguridad del paciente para identificar situaciones de riesgo a lo largo de los episodios asistenciales e implantar acciones para reducirlos y prevenirlos. Su alcance puede ir desde un hospital entero a cualquier unidad o actividad. En este sentido, José Garre, subdirector de Gestión y Calidad del Hospital de la Vega, de Murcia, cree que presentar un protocolo de actuación y vigilancia ayuda a los centros a demostrar ante la Justicia que las cosas se están haciendo bien.
Paciente implicado
Al paciente hay que implicarle en su seguridad, y para ello hay que crear una corriente de información bidireccional con los profesionales sanitarios. "Que pregunten sobre sus tratamientos tanto como cuando van a un restaurante", señala Julián Vitaller, coautor del Proyecto Idea (Identificación de Efectos Adversos) de la Universidad Miguel Hernández, de Elche.
Vitaller, también jefe de Sección de la Inspección Médica de Servicios Sanitarios en Alicante, no quiere mostrarse alarmista, pero es muy gráfico: las estancias hospitalarias a causa de eventos adversos supondrían la ocupación anual de seis hospitales con 500 camas en territorio español. Y suponen un considerable coste diario. Por eso sugiere, sobre todo, implantar políticas adecuadas de seguridad del paciente, que no conviertan en segundas víctimas a quienes han cometido un error, atenazados por el miedo al qué dirán los compañeros, a la pérdida de reputación ante los pacientes y a la posibilidad de sanción por parte de la Administración.
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