sábado, 13 de abril de 2013

¿De sanidad privada o privada de sanidad? | Madrid | EL PAÍS

¿De sanidad privada o privada de sanidad? | Madrid | EL PAÍS

¿De sanidad privada o privada de sanidad?

En ‘Inmortales’, teatro de inmersión, Minke Wang y Javier G. Yagüe, reflexionan sobre la ética de los cultivos de órganos

 

 

El futuro imperfecto llegó: el Estado, recortado con la podadora eléctrica neoliberal, no garantiza una sanidad universal digna; los tiempos de espera en la Organización Nacional de Trasplantes se eternizan, el banco de órganos está en quiebra técnica… Pero quien pueda pagarse un hígado, una córnea o una tráquea fresquitos, los encontrará en la Fun.dación, entidad que se presenta esta noche en público en la sala Cuarta Pared.

En Inmortales, dramatización del evento promocional de una sociedad médica, Minke Wang, joven autor de origen chino (ganador del XI Premio de Relato Breve EL PAÍS), y Javier G. Yagüe, director de escena, invitan al público a reflexionar sobre los todavía incipientes trasplantes sin donante, la ética de los cultivos de órganos y el terreno creciente que la empresa privada está conquistando a la sanidad pública.

Inmortales

Texto: Minke Wang. Intérpretes: María Antón, Alexandra Arnal, David Cebolla, Luciana Drago, Marta Megías, Ramiro Melgar, Gadea Quintana Paola Ramírez. Asesora de movimiento: Raquel Sánchez. Luz: Eduardo Vizuete. Dirección: Javier G. Yagüe. Sala Cuarta Pare. Del 11 al 13 de abril.

Inmortales, que forma parte del proyecto Primeros días de futuro, con el que el equipo de Cuarta Pared anda prospectando lo que la vida cotidiana nos deparará pronto, es teatro de inmersión, sin escenario ni platea (empieza en taquilla y termina en la barra del bar): sigue el esquema habitual de las citas entre clientes potenciales y vendedores, poco importa si el producto ofertado son recipientes Tupperware, fondos de inversión, parcelas a pie de monte o humo de colores envasado. Tras una espera (hay pases cada veintitantos minutos), el cliente pasa a una salita donde se le ponen testimonios de gente feliz tras haber cerrado el acuerdo de donación mutua con la Fun.dación, y de allí a los laboratorios donde se cultivan órganos sin yo que pronto serán de usted.

La interesante experiencia, todavía embrionaria (nunca mejor dicho), crecería si alguna de las ideas vertidas en el folleto que el público recibe a la salida se tradujeran escénicamente, si apareciera un trasplantado a ofrecer su inquietante testimonio, si se diera un paso desde el falso documento al conflicto. La idea de los “niños santo” y sus nodrizos, brillantemente formulada y resuelta por sus intérpretes, y su triste destino, pide un desarrollo ulterior, una coda o un epílogo. Los cincuenta minutos que dura el pase, saben a poco y dejan la curiosidad en alto. Quizá más adelante, si la cirugía presupuestaria y el asalto a IVA armado no lo impiden, haya una versión prolongada de Inmortales.

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