Un esquema que genera muy altos costos

Por Jorge Oviedo | LA NACION

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La salud pública tiene bajos índices de satisfacción y no es extraño. Un mercado en el cual todos los que pueden acuden a los servicios privados es el resultado de pobres niveles de prestación del sistema público.

Algunos resultados de la encuesta de TNS Gallup son curiosos, ya que la imagen negativa es mayor en la ciudad de Buenos Aires que en el conurbano. Pero mucha población de los cinturones contiguos a la Capital acude a los hospitales metropolitanos en busca de la atención que no consiguen en su lugar de residencia. Las consecuencias de la crisis del sector estatal son una distorsión del mercado y crecientes sobrecostos.

Por un lado, quienes no consiguen satisfacción del sistema estatal y gratuito al que contribuyen, terminan pagando de nuevo cuando se afilian a una prepaga. Y los asalariados, que contribuyen obligatoriamente al sistema de obras sociales, también pagan impuestos para que se mantengan los hospitales.

En el sector público la queja es que los afiliados a obras sociales que funcionan mal, terminan atendiéndose gratuitamente en el hospital. Pero los sistemas de autogestión, que permitirían que la institución pública le facturara luego a la obra sindical nunca pudieron ser instrumentados. Se niegan los sindicatos de la actividad hospitalaria.

Incongruencias

También la infraestructura hospitalaria estatal genera sobrecostos por subutilización. ¿Por qué en muchísimas instituciones no atienden por la tarde los consultorios externos? ¿Se pueden tener estructuras gigantes ociosas medio día mientras los pacientes esperan días o hacen colas desde la madrugada para conseguir un turno?

Es una situación inconcebible, seguramente producto de los bajos sueldos estatales para los médicos. Pero en todo caso los sindicatos que los representan terminan aceptando las bajas remuneraciones si se permite a los médicos trabajar para el hospital por la mañana y atender en sitios privados o el propio consultorio por la tarde. Es una "solución" que consolida la decadencia del sistema estatal.

Y lo que está en juego no es sólo la salud de los pacientes, sino también estructuras que generan conocimiento y experiencia. Hay instituciones donde los profesionales aceptan durante años trabajar gratis porque todavía se trata de sitios de referencia y formación.

Inconcebiblemente, hay situaciones donde se pone al frente de instituciones a personal jubilado, dedicado a la actividad privada, con pobres antecedentes o con títulos sólo técnicos y no profesionales. Y el sindicato involucrado, en lugar de protestar, parece ser parte de la maniobra.

Hay políticos que se disculpan diciendo que los sindicatos tienen demasiado poder y no se puede enfrentarlos. Pero la encuesta de TN Gallup indica que las huelgas de médicos son muy mal vistas por la ciudadanía. Pareciera que algunas soluciones son sólo cuestión de decisión política..