INVESTIGADORES POR EL MUNDO | Antón Ameniro
'Es un placer trabajar aquí'
Después de un breve paso por un hospital de Barcelona, Antón Ameneiro decidió continuar su doctorado en EEUU. Como los trámites de admisión podían llegar a prolongarse un año, decidió aprovechar ese tiempo para conocer Islandia. De aquella estancia 'temporal' ha pasado ya un año y medio, y este gallego está encantado con su nueva vida en Reykjavik.
A su llegada a la 'tierra de hielo', Ameneiro empezó a trabajar en un restaurante para costearse su estancia, "al tiempo que mandaba algunos emails a la universidad para conocer varios grupos de investigación", recuerda ahora. "En ese sentido son muy abiertos, me ofrecieron ir un día a charlar y de ahí surgió la oportunidad de hacer el doctorado con ellos".
Así que no tardó en abandonar la hostelería para firmar un contrato de investigación sobre los mecanismos de reparación del ADN. "Lo que me ofrecieron me gustaba tanto que no pude negarme", admite; así que no tardó en suspender su inscripción en los cursos de doctorado de EEUU para echar raíces en el país nórdico.
"Es un placer trabajar aquí", confiesa, "el trato con los jefes es muy respetuoso, aquí nadie te habla como si estuviese por encima de ti en el escalafón. Y como todo el mundo tiene hijos desde muy joven, es muy fácil conciliar. Siempre que tú cumplas, están abiertos a que salgas a recoger a los niños al colegio o a que te cojas un día libre para estar con tu familia". Y eso que él es el único miembro de su laboratorio aún sin descendencia, bromea.
Ameneiro estudia mecanismos de reparación del ADN en levaduras, aunque en un futuro sus hallazgos podrían tener utilidad para pacientes con una enfermedad rara, como es el síndrome de Cockayne, caracterizado por un severo retraso mental y físico. Reconoce que el nivel científico es bastante parecido al de España, aunque con una importante diferencia laboral: "En Islandia, incluso como becario, tienes reconocidos todos tus derechos (desde la pensión, a los sindicatos) y muchas ayudas públicas", explica.
Por eso reconoce que una de las cosas que más le atrajo de su nuevo país es la cantidad de oportunidades, lo abiertos que están a reocnocer al recién llegado. "En España tal vez ni siquiera hubiesen respondido al primer mail que mandé para presentarme", confiesa.
De nuestro país le llegan las noticias de la crisis, más a través de sus conocidos que por las noticias ("aquí miran muy poco a las noticias que suceden en el extranjero"). "Lo que me cuentan me asusta un poco, noto la negatividad; mientras que aquí en Islandia se respira la sensación de que lo peor de la crisis ya ha pasado", admite.
Con este panorama, reconoce, en estos momentos ni se plantea volver a España. Pero sus temores van más allá del momento actual: "Va a costar mucho trabajo traer de vuelta a todo el talento que se está marchando. Ninguno de nosotros estamos en esto para hacernos ricos, pero al menos queremos una vida digna", apunta.
Con tantas incertidumbres en el panorama investigador español, Ameneiro sospecha que más compañeros harán las maletas en los próximos meses, "porque no se nos pueden pedir más sacrificios a cambio de nada, a cambio de la incertidumbre". Esos mismos científicos echarán raíces allí donde vayan y cada vez será más difícil que España les resulte atractiva a la hora de volver, augura.
A su llegada a la 'tierra de hielo', Ameneiro empezó a trabajar en un restaurante para costearse su estancia, "al tiempo que mandaba algunos emails a la universidad para conocer varios grupos de investigación", recuerda ahora. "En ese sentido son muy abiertos, me ofrecieron ir un día a charlar y de ahí surgió la oportunidad de hacer el doctorado con ellos".
Así que no tardó en abandonar la hostelería para firmar un contrato de investigación sobre los mecanismos de reparación del ADN. "Lo que me ofrecieron me gustaba tanto que no pude negarme", admite; así que no tardó en suspender su inscripción en los cursos de doctorado de EEUU para echar raíces en el país nórdico.
"Es un placer trabajar aquí", confiesa, "el trato con los jefes es muy respetuoso, aquí nadie te habla como si estuviese por encima de ti en el escalafón. Y como todo el mundo tiene hijos desde muy joven, es muy fácil conciliar. Siempre que tú cumplas, están abiertos a que salgas a recoger a los niños al colegio o a que te cojas un día libre para estar con tu familia". Y eso que él es el único miembro de su laboratorio aún sin descendencia, bromea.
Ameneiro estudia mecanismos de reparación del ADN en levaduras, aunque en un futuro sus hallazgos podrían tener utilidad para pacientes con una enfermedad rara, como es el síndrome de Cockayne, caracterizado por un severo retraso mental y físico. Reconoce que el nivel científico es bastante parecido al de España, aunque con una importante diferencia laboral: "En Islandia, incluso como becario, tienes reconocidos todos tus derechos (desde la pensión, a los sindicatos) y muchas ayudas públicas", explica.
Por eso reconoce que una de las cosas que más le atrajo de su nuevo país es la cantidad de oportunidades, lo abiertos que están a reocnocer al recién llegado. "En España tal vez ni siquiera hubiesen respondido al primer mail que mandé para presentarme", confiesa.
De nuestro país le llegan las noticias de la crisis, más a través de sus conocidos que por las noticias ("aquí miran muy poco a las noticias que suceden en el extranjero"). "Lo que me cuentan me asusta un poco, noto la negatividad; mientras que aquí en Islandia se respira la sensación de que lo peor de la crisis ya ha pasado", admite.
Con este panorama, reconoce, en estos momentos ni se plantea volver a España. Pero sus temores van más allá del momento actual: "Va a costar mucho trabajo traer de vuelta a todo el talento que se está marchando. Ninguno de nosotros estamos en esto para hacernos ricos, pero al menos queremos una vida digna", apunta.
Con tantas incertidumbres en el panorama investigador español, Ameneiro sospecha que más compañeros harán las maletas en los próximos meses, "porque no se nos pueden pedir más sacrificios a cambio de nada, a cambio de la incertidumbre". Esos mismos científicos echarán raíces allí donde vayan y cada vez será más difícil que España les resulte atractiva a la hora de volver, augura.
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